Por Lucio Agustín Torres *
Semanas atrás, en una reunión a la que fui invitado, conocí
personas que al socializar e identificarme, indique que era bloguero y
columnistas de la sección económica de un medio de comunicación.
No lo dijeron, pero en sus semblantes reflejaban, algo así
como: “Ay, que aburrido” y en verdad no dejan de tener razón, la economía y los
economistas cada día se alejan de la realidad y de la gente – utilizan un
lenguaje para “marcianos” que la gran mayoría se aburre y no entiende, y
mientras más enredados expliquen las políticas económicas, más alejados de la
realidad y sociedad se encuentran.
EL
SISTEMA FINANCIERO
La prueba de lo afirmado, es el sistema financiero global
y de Estados Unidos, ya no sirven para el propósito que fueron creados, algunos
alcances:
Andrew Haldane, director ejecutivo de Estabilidad
Financiera en el Bank of England (la versión en el Reino Unido de la Reserva
Federal) dijo que la crisis financiera, que ahora tiene seis años, terminará
por costar a la economía mundial entre 60 billones [millones de millones] de
dólares y 200 billones en pérdida del PIB. Si esta cifra es correcta, “sorprende”
declaraciones por parte de un miembro de la elite gobernante. Ahora trate de
imaginar esas cifras. El PIB de EE.UU., el mayor del mundo, es de unos 15
billones. Lo que nos dice Haldane es que la crisis financiera terminará por costar
al mundo ingresos reales entre 4 y 13 veces el tamaño del actual Producto
Interno Bruto de EE.UU. Podría resultar que se trata de un pronóstico pesimista.
A la larga, la crisis financiera podría destruir la civilización occidental.
El enorme coste de la crisis tiene una sola fuente, la
desregulación financiera.
DESREGULACIÓN
FINANCIERA
Mientras
temblamos por temor a los “terroristas”, lo que nos está destruyendo es la
desregulación financiera, con la ayuda de la deslocalización de puestos de
trabajo. La desregulación financiera ha tenido consecuencias peligrosas y
adversas. Permitió una concentración financiera que produjo “bancos demasiado
grandes para quebrar”, requiriendo por lo tanto que el público en general
absorba los costes de los errores y del juego de azar de los bancos. La
desregulación permitió que los bancos apalancaran una pequeña cantidad de
capital con enormes deudas a fin de maximizar el rendimiento de los valores,
maximizando con ello la inestabilidad del sistema financiero y el coste para la
sociedad de las malas apuestas de los bancos. La
desregulación permitió que las instituciones financieras dejaran de lado los
límites a las posiciones de especuladores y dominaran los mercados de materias
primas, convirtiéndolos en un casino de juego y aumentando los precios de la
energía y los alimentos.
Simon Johnson, ex - economista jefe del Fondo
Monetario Internacional y actualmente profesor en el instituto tecnológico de
Massachusetts ( MIT) dice: “Pienso que la desregulación es
una receta para el desastre”. El problema es, dice Johnson, que la política
económica correcta está bloqueada por las inmensas donaciones que los bancos
hacen a las campañas políticas. Esto significa que las actitudes de Wall Street
y los modelos de riesgo defectuosos llevarán a una crisis financiera aún mayor
que la que seguimos sufriendo. Y sucederá antes de una recuperación de la
actual crisis. Unos pocos, particularmente dentro y alrededor del sistema
financiero, han llegado a ser demasiado poderosos. Se les permitió que tomaran
muchos riesgos, e hicieron un daño masivo a la economía, la pérdida de más de
ocho millones de puestos de trabajo. Todavía nos esforzamos en volver a algo
parecido a los niveles de empleo que teníamos antes de 2008. Y han causado un
daño masivo al presupuesto. Este daño al presupuesto es duradero; afecta al
presupuesto cuando necesitamos que sea más fuerte porque la sociedad está
envejeciendo. Tenemos que apoyar a la Seguridad Social y apoyar a Medicare
sobre una base justa. Tenemos que restaurar y reconstruir los ingresos, que han
sido totalmente devastados por la crisis financiera. La gente tiene que
comprender el vínculo entre lo que hicieron los bancos y el presupuesto. Y
demasiada gente no lo comprende”.
A los economistas sobre todo a los que manejan
cargos de la política económica, recordar la famosa frase que popularizo Bill
Clinton durante la campaña electoral 1992 ¡La economía estúpido, la economía!
Director Editor del Norte*
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