Lucio Agustín Torres *
Hay una certeza generalizada entre los especialistas: La no reactivación plena del consumo y la persistencia crónica del desempleo con una tasa del 9,3% complica todas las variables de la recuperación económica de EEUU.
Según The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los Estados de la Unión, agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU.
Este proceso de sobreendeudamiento (agregado a la caída de la recaudación por la desaceleración económica) no sólo amenaza la estabilidad económica y la “gobernabilidad” del sistema en EEUU, sino que también (y como ya sucedió con los bancos y empresas privadas) puede hacer colapsar en cadena a los propios Estados de la Unión.
EEUU tiene actualmente un déficit presupuestario de US$1,5 billones. Para hacer frente a él, se ha visto obligado emitir títulos del tesoro, bonos y otros instrumentos financieros.
La deuda pública ascendió a US$14,3 billones en mayo. Cuando Barack Obama asumió la presidencia en enero de 2009, la cifra era de US$10,6 billones. El Congreso votó por elevar el límite del endeudamiento diez veces desde 2001.
Altos funcionarios de la Casa Blanca, como el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, o el secretario del Tesoro, Timothy Geihtner, advirtieron sobre las consecuencias “calamitosas” de que no se eleve ese límite y que el país pueda dejar de pagar sus obligaciones internacionales.
Una recesión económica en EEUU impactaría globalmente en América Latina, China y los países asiáticos que tienen en Estados Unidos al principal comprador de materias primas, productos elaborados y servicios.
Por su entrelazamiento e interdependencia global, hay tres procesos centrales que determinan por estos días el curso de la economía mundial: La crisis fiscal de EEUU, la crisis fiscal de Europa, y la crisis comercial EEUU-China. De esa relación estratégica, depende el equilibrio, o el desequilibrio, del resto de las economías de las áreas periféricas de Asia, África y América Latina.
La UE, en bloque, es la segunda economía mundial, detrás de EEUU.
China, individualmente, ya es, según la mayoría de los analistas, la segunda economía y potencia exportadora mundial detrás de EEUU.
Juntas, esas tres economías centrales (EEUU-UE-China) suman más del 40% del PBI mundial, y están completamente interrelacionadas (son dependientes entre sí) a través del comercio de importación y exportación. Además, China, tiene sus reservas en dólares (US$ 2,3 billones) lo que la ata al destino de la economía norteamericana, para bien o para mal.
Esto significa que: Cualquier desequilibrio en las economías de EEUU (en crisis fiscal) y la UE (en crisis fiscal), impacta directamente en China (en crecimiento pero con problemas potenciales), que arrastra detrás de su expansión económica exportadora al resto de las poderosas economías asiáticas, como Japón, Corea del Sur, Indonesia, India y Taiwán, entre otras (Si se suman estas economías asiáticas a las de EEUU-UE-China, se supera largamente el 70% del PBI mundial).
En el nuevo escenario dominado por la crisis, EEUU no solamente es el primer comprador de productos chinos, sino que además China es el principal acreedor de la primera potencia imperial.
El entrelazamiento financiero y comercial que existen entre ambas economías (la primera y la tercera en el orden mundial capitalista) las convierte casi en hermanas simbióticas: Si se cae China se cae EEUU, y viceversa.
Hoy todos los indicadores importantes sobre el desempeño de la economía mundial indican que la crisis se profundiza. Desde Estados Unidos hasta Europa, pasando por Japón y China, el barómetro anuncia una tormenta que amenaza convertirse en huracán global. Ya llevamos tres años de estancamiento, regresión y desempleo agudo, y los gobiernos de las economías capitalistas desarrolladas han sido incapaces de presentar soluciones para salir del agujero. Lo más grave es que han hecho suyo el sueño del sistema financiero para agravar la crisis y hacerla más duradera.
En Estados Unidos el retroceso pasa por la rendición incondicional de Barack Obama frente a los soñadores y reaccionarios del partido republicano. Frente a la transferencia de cifras astronómicas para los bancos y Wall Street, los republicanos piden recortes en los programas sociales Medicare y Medicaid y Obama acepta el reto. Hasta el sacrosanto seguro social, tan venerable para los demócratas, ha sido ofrendado en bandeja de plata a los cuchilleros de los republicanos. Obama anuncia que se necesita reformar el seguro social para alcanzar la estabilidad que requiere la comunidad de negocios para poder invertir y llevar a la economía estadounidense al crecimiento y la prosperidad. ¿De dónde sacó ese sueño? Las cifras de desempleo en Estados Unidos anunciadas la semana pasada más bien confirman que ese país vive una pesadilla y está muy lejos de haber salido de la crisis.
Obama zozobra en el mismo razonamiento que domina el ideario reaccionario: si damos estabilidad y tranquilidad a los empresarios, las inversiones fluirán por sí solas y todo se arreglará. Es lo que claman los halcones en el Congreso. No importa que su país se vaya a la cloaca de la segunda Gran Depresión.
Si algo ha demostrado los gigantescos paquetes de rescate para el sector financiero es que la actual no es una crisis de liquidez. En realidad, el histérico reclamo de austeridad en Europa y Estados Unidos traduce una visión equivocada de la crisis. Se quiere negar que ésta es una peligrosa crisis estructural de todo el modelo económico neoliberal. Se está incubando el colapso del sistema, aunque se niegue con cara de palo, y algunos idiotas crean todavía “En el País de las oportunidades”.
Director de Blogs Alternativos en la Red *