lunes, 5 de septiembre de 2011

El ojo del Huracan se encuentra instalado en Wall Street.



Lucio Agustín Torres *


Cuando en 2000 explotó la burbuja puntocom, pocos podían prever que las medidas que se tomaron para paliar la crisis darían lugar a otra burbuja todavía peor: la del crédito. La abundante liquidez, fruto de un entorno de tipos de interés en mínimos (en EEUU estuvieron en el 1% durante 12 meses, mientras que en la eurozona se colocaron en el 2%), facilitó a muchos hogares y empresas un endeudamiento barato. Esta situación se hizo insostenible en 2007. En el verano de ese año estalló la crisis crediticia o subprime, con la que todavía batallan los mercados. A diferencia de la burbuja puntocom, la crisis crediticia no se ha limitado únicamente a las bolsas, sino que ha tenido (y tiene) un impacto enorme en la economía real. Como en 2000, los gobiernos y las instituciones aprobaron toda una batería de medidas y estímulos para frenar la crisis. Y, como entonces, ello ha llevado a una situación en la que se podrían originar nuevas burbujas. (La deuda soberana, las materias primas, los países emergentes y las energías renovables). Y, como si de una tela de araña se tratase, todas las burbujas están interrelacionadas. Una burbuja se origina cuando el precio de un activo registra fuertes subidas no acordes con su valoración razonable, el oro; actualmente, por citar un ejemplo.
Nadie puede negar que en el centro de la crisis global que hoy vive el mundo se encuentra la (des)regulación de los mercados financieros. Bancos de inversión, fondos de cobertura y otros jugadores globales se la pasan timbeando con “posiciones de mercado” que usan como fichas, apostando a futuro la baja o alza de los commodities, lo que afecta los bolsillos de la población mundial.
Siempre que se refieren a precios, nos dicen que éstos se fijan por la ley de la oferta y la demanda en una especie de sabiduría del modelo de libre mercado, lo cierto es que cada vez menos cosas, definen los términos de intercambio del acero, el azúcar, el
cobre, el oro, la plata, los alimentos y otras mercancías. Su compra-venta se negocia en una especie de gran sala de casino mundial, “mercados de commodities”, que siguen en expansión a pesar de la crisis económica que enfrentan los hasta hace poco llamados países ricos, pero hoy altamente endeudados. Estos mercados, haciendo uso de determinadas reglas pactadas para el efecto, se prestan de manera idónea para la especulación de quien sólo ve la manera más fácil de acumular todo el capital posible.
Realmente parece un juego de póker. Los “inversores” -o mejor dicho, especuladores-, partiendo de variables reales en los stocks de las mercancías que están en juego, empiezan a hacer apuestas sobre cómo estas variables van a influir en los precios futuros ,y sin necesidad de mostrar las cartas, pueden reemplazar el azar por especulación pura al mismo tiempo que también afectan los precios hoy. Pues cualquiera que haya estudiado contabilidad (I), sabe que los precios responden, además de al stock, al costo de reposición del bien y si la apuesta que gana, en el lugar donde se fijan los precios a futuro, es al alza, los precios subirán hoy. O al revés, si es a la baja, generando mucho dinero a quien se mueve mejor en la fluctuación de precios, o mejor aún dirigiéndola. Siempre ganan porque las fichas no son las mercancías, objeto de la especulación, sino que lo que se transa son posiciones de mercado, una especie de cuotas representativas relacionadas con la variación de los precios. Y las ganancias con esta movida son mayores en muchos casos que las que se obtienen con la propia dinámica de la economía real. De ahí las burbujas que, al explotar, iban anunciando el inicio de la crisis global.
El Banco Mundial lo reconoce Según un reciente documento de la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos, sostiene que “las actividades de inversionistas financieros pudieran haber contribuido a las alzas de los precios también”. Tradicionalmente, aseguradores y especuladores han sido los principales jugadores en los mercados de futuros, pero en los últimos años, los fondos de inversión han devenido importantes jugadores también. Estos fondos pudieron haber influenciado indirectamente los precios de los commodities. Mientras tales compras no crean una real demanda por commodities, ellas podrían haber influenciado los precios, porque estos fondos son grandes comparados con sus contrapartes en el mercado físico y porque ellos se han expandido rápidamente”. En otras palabras, el juego de Monopolio de nuestros hijos – queda chico, en la vida real; la vida y supervivencia de la gran mayoría de la población mundial, se encuentra atada a los designios e intereses de grandes corporaciones, todos los sectores de la economía mundial vinculadas al capital financiero, representados directa o indirectamente en Wall Street.
Sin embargo, después de la primera etapa de la crisis global (crisis financiera 2007-2008), se produce un desplome de la economía mundial porque la explosión de la burbuja inmobiliaria, la caída a pique de las bolsas, la quiebra de bancos de inversión como Lehman Brothers, y el peligro de quiebra de otros, produjeron un credit crunch
(contracción del crédito) que afectó el comercio. Luego devino un enorme rescate financiero por parte de los Estados de aquellos grandes jugadores del sistema que se quedaron con la bomba de las hipotecas infladas en las manos y que, hoy por hoy, en muchos casos, han devuelto el monto del rescate debido a nuevos juegos en el póker mundial que sólo estuvo parado algunos meses. Y he aquí una de las mayores trampas que se montaron en la discusión sobre la crisis global. Me refiero a que luego del terremoto financiero, los especuladores volvieron a apostar con metales preciosos (oro y plata), cobre, aluminio, acero, alimentos y azúcar, y volvieron a generarse niveles de ganancias parecidos a los anteriores a la crisis. Y ese indicador sirvió para decir que estábamos saliendo del hoyo, mientras las crisis fiscal, de empleo y bancaria se desarrollaban en Europa, Japón, Estados Unidos y otros países y regiones, y duran hasta hoy.
AL RESCATE DE WALL STREET
La atención de la opinión pública internacional está centrada en el acuerdo pírrico firmado entre Barack Obama y el Congreso mediante el cual el presidente se compromete a aplicar un duro programa de ajuste fiscal, centrado en el recorte de gastos sociales (salud, educación, alimentación) e infraestructura por 2.5 billones de dólares (2.500.000 millones de dólares) pero preservando, como lo exige el Tea Party, el nivel actual del gasto militar y su eventual expansión. A cambio de esto, la Casa Blanca recibió la autorización para elevar el endeudamiento de Estados Unidos hasta 16.4 billones de dólares (es decir, 16.400.000 millones de dólares), cifra superior en unos dos billones al PIB de ese país. Con esto se espera –confiando en la “magia de los mercados”- superar la crisis de la deuda pública y reactivar la languideciente economía norteamericana. Esta receta ya fue implementada a sangre y fuego en América Latina y no funcionó; y tampoco lo hizo en la convulsionada Europa de estos días. Con este acuerdo lo único seguro será el agravamiento de la crisis y, de su mano, la acentuación de la belicosidad norteamericana en el escenario mundial.
El 21 de julio pasado se conoció el resultado de la auditoría integral realizada por la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (Government Accountability Office, GAO por su sigla en inglés) en la Reserva Federal (Fed), el banco central de los Estados Unidos, la primera que se practica a dicha institución desde que fuera creada en 1913.
Los resultados son pasmosos: en un plazo de poco más de dos años y medio, entre el 1º de Diciembre del 2007 y el 21 de Julio de 2010, la Fed. otorgó préstamos secretos a grandes corporaciones y empresas del sector financiero por valor de 16 billones de dólares, una cifra mayor que el PIB de los Estados Unidos que en el año 2010 fue de 14.5 billones de dólares y más elevada que la suma de los presupuestos del gobierno federal durante los últimos cuatro años. No sólo esto: la auditoría reveló también que
659 millones de dólares fueron abonados a algunas de las instituciones financieras beneficiadas arbitrariamente por este programa para que administrasen el multimillonario salva taje de bancos y corporaciones dispuesto como mecanismo de “salida” de la nueva crisis general del capitalismo. De ese gigantesco total unos 3 billones fueron destinados a socorrer a grandes empresas y entidades financieras en Europa y Asia. El resto fue orientado al rescate de corporaciones estadounidenses, encabezadas por el Citibank, el Morgan Stanley, Merrill Lynch y el Bank of America, entre las más importantes. Todo esto mientras la crisis profundizaba hasta niveles desconocidos la desigualdad económica dentro de la población estadounidense a la vez que hundía a crecientes sectores sociales en la pobreza y la vulnerabilidad social. Por supuesto, esta información apenas si mereció un espacio completamente marginal en la prensa financiera, tanto la internacional como la norteamericana, o en los grandes medios de comunicación de Estados Unidos.
Después de ver los estragos ocasionados por Irene, muerte, destrucción y pérdidas económicas, este fenómeno natural no se compara con la debacle a escala mundial, ocurrida en la economía americana, donde el ojo del huracán se encuentra en Wall Street, sin duda.
A continuación Transcribimos algunos párrafos más destacados de la declaración emitida por la auditoria de GAO :
21 de julio, 2011.
“La primera auditoría integral de la Reserva Federal descubrió nuevos asombrosos detalles acerca de cómo los Estados Unidos suministraron la friolera de 16 billones de dólares (16.000.000 de millones) en préstamos secretos para rescatar bancos y empresas estadounidenses y extranjeras durante la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Una enmienda propuesta por el Senador Bernie Sanders a la ley de reforma de Wall Street -aprobada hace exactamente un año atrás esta semana- había ordenado a la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (Government Accountability Office) llevar a cabo ese examen. “Como resultado de esta auditoría ahora sabemos que la Reserva Federal suministró más de 16 billones de dólares en asistencia financiera total a algunas de las más grandes corporaciones e instituciones financieras en los Estados Unidos y el resto del mundo”, dijo Sanders. “Esto es un clarísimo caso de socialismo para los ricos y descarnado individualismo tipo „sálvate como puedas‟ para los demás.”
Aclaración: la Government Accountability Office (GAO) es una agencia independiente y no partidaria que trabaja para el Congreso de los Estados Unidos. La misión de la GAO es investigar la forma en que el gobierno federal dispone de los dólares de los contribuyentes. El jefe de la GAO es el Contralor General de los Estados Unidos, y es designado por un período de 15 años por el Presidente a partir de una lista de candidatos elaborada por el Congreso. El jefe actual de la GAO es Gene L. Dodaro, quien había sido nominado por el Presidente Barack Obama en septiembre de 2010 y confirmado en su cargo en diciembre de ese mismo año al ser confirmado en su puesto por el Senado.
Entre otras cosas la auditoría estableció que la Reserva Federal “carece de un sistema suficientemente exhaustivo para tratar casos de conflictos de interés, a pesar de que existen serios riesgos de abusos en este sentido. De hecho, según esta auditoría la Reserva Federal emitió dispensas de conflicto de interés a favor de empleados y contratistas privados a fin de que pudieran mantener sus inversiones en las mismas corporaciones e instituciones financieras que recibían préstamos de emergencia.”
“Por ejemplo, el CEO de JP Morgan Chase cumplía funciones en el Directorio de la Reserva Federal de Nueva York mientras su banco recibía más de 390.000 millones de dólares en ayuda financiera por parte de la Reserva Federal. Además, JP Morgan Chase actuaba como uno de los bancos de compensación para los programas de préstamos de emergencia de la Fed.”
“Otro hallazgo perturbador de la GAO es el que refiere que el 19 de Septiembre del 2008 el señor William Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, recibió una dispensa para permitirle conservar sus inversiones en AIG (American International Group, un líder mundial en el campo de los seguros) y GE (General Electric) mientras estas compañías recibían fondos de rescate.. Una razón por la cual la FED no obligó a Dudley a vender sus acciones, según la auditoría, fue porque tal acción podría haber creado la apariencia de un conflicto de intereses.”
“La investigación también reveló que la Fed tercerizaba a contratistas privados como JP Morgan Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo la mayoría de sus programas de préstamos de emergencia. Estas mismas firmas también recibían billones de dólares de la Fed por préstamos concedidos a tasas de interés cercanas al cero.”
Los principales beneficiarios de estos préstamos –concedidos entre el 1º de diciembre de 2007 y el 21 de julio de 2010- son los siguientes:
Citigroup: $2.5 billones ($2,500,000,000,000)
Morgan Stanley: $2.04 billones ($2,040,000,000,000)
Merrill Lynch: $1.949 billones ($1,949,000,000,000)
Bank of America: $1.344 billones ($1,344,000,000,000)
Barclays PLC (United Kingdom): $868 mil millones ($868,000,000,000)
Bear Sterns: $853 mil millones ($853,000,000,000)
Goldman Sachs: $814 mil millones ($814,000,000,000)
Royal Bank of Scotland (UK): $541 mil millones ($541,000,000,000)
JP Morgan Chase: $391 mil millones ($391,000,000,000)
Deutsche Bank (Germany): $354 mil millones ($354,000,000,000)
UBS (Switzerland): $287 mil millones ($287,000,000,000)
Credit Suisse (Switzerland): $262 mil millones ($262,000,000,000)
Lehman Brothers: $183 mil millones ($183,000,000,000)
Bank of Scotland (United Kingdom): $181 mil millones ($181,000,000,000)
BNP Paribas (France): $175 mil millones ($175,000,000,000)
Wells Fargo & Co. $159 mil millones ($159,000,000,000)
Dexia SA (Belgium) ) $159 mil millones ($159,000,000,000)
Wachovia Corporation $142 mil millones ($142,000,000,000)
Dresdner Bank AG (Germany) $135 mil millones ($135,000,000,000)
Societe Generale SA (France) $124 mil millones ($124,000,000,000)
Todos los demás $2,6 billones ($ 2,639,000,000,000)
Total $16.115 billones ($ 16.115.000.000.000)
La versión completa del informe de la GAO puede consultarse en: http://www.gao.gov/new.items/d11696.pdf


Director de Blogs Alternativos en Red *