Por Lucio
Agustín Torres
Una burbuja inmobiliaria es un aumento excesivo e injustificado de los bienes inmuebles o bienes raíces, ocasionado generalmente por la especulación. En una burbuja, los precios se incrementan sin que para ello exista una razón lógica. Su incremento se fundamenta básicamente en la especulación y en el deseo de la gente de adquirir bienes para luego vender a mejor precio, aprovechando precisamente ese incremento de los precios. La crisis hipotecaria en EE.UU. (2007) cuyo estallido trajo como resultado, numerosas quiebras financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas, profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro de la economía global, transcurridos seis años, todavía existe los impactos, de la llamada “crisis de los subprime”.
¿Qué pasa en Perú?
En el Perú, Existe una elevación considerable del precio de las viviendas en los últimos años, como lo demuestra el siguiente gráfico del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) los precios de venta por metro cuadrado de departamentos en Lima entre el tercer trimestre de 2006 (S/.1, 776) y el primer trimestre de 2013 (S/. 4,198) se han duplicado (2,4 veces). 136% de incremento en precios reales en menos de siete años.
Y como lo declara el economista Carlos Parodi “El
tremendo auge crediticio es la principal causa de la burbuja inmobiliaria, que
existe especialmente en los sectores A y B. El Gobierno -opinó- debería
desinflarla para que no colapse el sistema. La burbuja inmobiliaria existe y no
sólo en Lima, sino en otras ciudades del Perú también. La burbuja tiene dos
componentes que se están cumpliendo en el Perú. La primera es la especulación. El
segundo componente es que las personas estén sobre endeudadas, es decir, cuando
se destina mensualmente más del 40% del ingreso neto para cumplir con sus
cuotas de deuda, por cualquier concepto”. Esas dos condiciones están presentes
en la economía peruana, aseguró Parodi.
La
Experiencia Americana
Las hipotecas de alto riesgo, conocidas en Estados Unidos
como “subprime”, eran un tipo especial de hipoteca, preferentemente utilizado
para la adquisición de vivienda, y orientada a clientes con escasa solvencia, y
por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la del resto de créditos.
Su tipo de interés era más elevado que en los préstamos personales (si bien los
primeros años tienen un tipo de interés promocional), las comisiones bancarias
resultaban más onerosas. Los bancos norteamericanos tenían un límite a la
concesión de este tipo de préstamos, impuesto por la Reserva Federal.
Dado que la deuda puede ser objeto de venta y transacción
económica mediante compra de bonos o titularizaciones de crédito, las hipotecas
subprime podían ser retiradas del activo del balance de la entidad prestataria,
siendo transferidas a fondos de inversión o planes de pensiones. El problema
surge cuando el inversor desconoce el verdadero riesgo asumido. En una economía
global, en la que los capitales financieros circulan a gran velocidad y cambian
de manos con frecuencia y que ofrece productos financieros altamente
sofisticados y automatizados, no todos los inversores conocen la naturaleza
última de la operación contratada. La evidencia de que importantes entidades
bancarias y grandes fondos de inversión tenían comprometidos sus activos en
hipotecas de alto riesgo provocó una repentina contracción del crédito y una
enorme volatilidad de los valores bursátiles, generándose una espiral de
desconfianza y pánico inversionista, y una repentina caída de las bolsas de
valores de todo el mundo. Todo estos hechos comprometió la economía real,
afectando a millones de personas, victimas directa e indirectamente de la
crisis económica y social que hasta el día de hoy vivimos.
Conclusión
La gran inyección de moneda fiduciaria de Estados Unidos
que a través de la reserva federal viene inyectando mensualmente (85,000
millones dólares) a la economía americana (flexibilización cuantitativa) capital
desviado, por los beneficiados de esta política monetaria - a las diferentes economías
emergentes, sobre todo economía abiertas de mercado (Perú), ayuda a crecer esta
demanda e inflar las expectativas de burbuja hipotecaria.
Los “especialistas” dicen: “La gente está comprando
porque necesita tener una casa donde vivir”, en EE.UU. la idea fue “El sueño
Americano”.
Ahora sabemos en qué termino toda esta mentira
neoliberal. La ilusión y sueño puede terminar en una verdadera pesadilla.