Por
Lucio Agustín Torres*
OXFAM es una confederación internacional formada por 17
organizaciones no gubernamentales nacionales que realizan labores humanitarias
en 90 países. Su lema es "trabajar
con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento". Cada vez esta
organización no gubernamental elabora un informe sobre la desigualdad y la
riqueza en el mundo.
El informe explica los posibles factores que nos han llevado a esta situación: La globalización financiera, el fundamentalismo del mercado, los paraísos fiscales que son ciudades o países donde las grandes corporaciones-multinacionales guardan sus fondos libres de impuestos. La evasión fiscal y los cabildeos que llevan a cabo las poderosas empresas para obtener privilegios fiscales, así como para frenar el avance de alternativas energéticas más limpias y sostenibles. La corrupción, falta de regulaciones del sector financiero, las privatizaciones, entre otros, son factores que han contribuido a las desigualdades económicas.
A
nuestro juicio, el principal causante es el sistema capitalista mundial
dirigido desde Washington, las corporaciones-multinacionales, la banca y el
Fondo Monetario Internacional donde se ha organizado la economía mundial para
beneficios de unos pocos, mientras las mayorías sufren el castigo divino del
“dios” mercado. Por todo ello, suena a hipocresía todo el mensaje subliminal en
este mes navideño, con una estrategia de mercadeo y publicidad millonaria, las
corporaciones dejan sentir su mensaje comercial de esta fiesta, la navidad solo
se vive si eres parte de la vorágine de compra y venta del valor y la
competencia capitalista.
La
pobreza es el elemento más significativo para explicar y entender las
desigualdades en el mundo; por ejemplo, la esperanza de vida en los países
ricos es veinte años mayor que en los pobres, y la alfabetización que es casi
del 100% en los primeros comparado al 60,8% en los segundos. A las
desigualdades Norte/Sur hay que añadir las diferencias entre mujeres y hombres,
grupos étnicos, la marginación de minorías o la persistencia de dictaduras.
La mayoría de la población mundial es pobre.
La pobreza se mide en tres niveles; en el primer nivel está la extrema, con
menos de 1 dólar/día, y la sufren 1.000 millones de personas; en el nivel moderada,
con menos de 2 dólares/día, hay 1.500 millones de personas; y en la pobreza
relativa 2.500 millones de personas. Es decir, poco más de 1.000 millones de
personas viven al margen de la pobreza: el 16% de la población mundial. No
parece exagerado decir que el sistema económico capitalista ha sido y es
ineficaz para acabar con las desigualdades económicas. Esa ineficacia es todavía
más angustiosa cuando sabemos que el coste para terminar con la pobreza extrema
sería sólo el 2% de los ingresos del 10 % más rico. En algunos países de
África, la gran mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día;
en países como Nigeria o Malí, llega al 90% de la gente.
Los datos de Oxfam sugieren que la desigualdad de
la riqueza a nivel mundial ha empeorado desde el final de la Gran Recesión
(2007). La riqueza del 50% más pobre del mundo se
redujo en un 41% entre 2010 y 2015, a pesar de un aumento de la población
mundial de 400 millones de personas. En el mismo período, la riqueza de estas 62
personas más ricas aumentó $ 500 billones. En 2010, se requerían 388 personas para tener tanta
riqueza personal como el 50% inferior. Para 2014, ese número había
caído a 80 personas. Ahora es sólo
62. La predicción de Oxfam de que el 1% más rico poseería la misma riqueza que
el 50% más pobre para 2016 se había hecho realidad un año antes de lo esperado.
El año
pasado, la riqueza media de cada uno de los 72 millones de adultos
pertenecientes al 1% más rico fue de 1,7 millones de dólares, frente a unos
5.000 dólares para los 648 millones de personas en el 90% inferior. El fenómeno
de la concentración de la riqueza en pocas manos ha sido estudiado durante
mucho tiempo y abundan las teorías al respecto, pero no así las soluciones
porque estas pasan por desmontar un sistema, el capitalismo, que es
intrínsecamente malvado y se nutre del sufrimiento y esfuerzos de las mayorías
para el disfrute de unos pocos. “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un
límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir
‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata. No puede
ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que
sí lo sea una caída de dos puntos en la Bolsa. Eso es exclusión. No se puede
tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es
inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del
más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta
situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin
trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo
como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. (…) Hoy en muchas
partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión
y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será
imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los
pueblos pobres, pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de
agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano
provocará su explosión. (...) Esto no sucede solamente porque la inequidad
provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el
sistema social y económico es injusto en su raíz”. Palabras del Papa Francisco,
en su visita a Filipinas. Son los
intereses de lucro de esta extraordinariamente ínfima minoría de ricos, los que
modelan regulaciones nacionales e internacionales para mantener sus
privilegios, las que empujan los modelos industriales de producción y consumo
masivos, y los responsables de la devastación social, ambiental y las crisis
planetarias. Apenas un ejemplo: sólo 90 empresas, la mayoría privadas, de
petróleo, carbón, gas y cemento son responsables de dos terceras partes de las
emisiones de gases que han provocado el cambio climático.
¿Hasta
cuándo seguir aceptando esta esclavitud global que estamos viviendo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si deseas expresar tu punto de vista, escribenos a nuestro correo : editordelnortegroup@gmail.com.