Lucio Agustín Torres *
La Reserva Federal se ha convertido en una máquina global de producir billetes verdes, rescate completamente inexplicable y que ha operado a espaldas de todo el mundo. La mayoría de estas transacciones realizadas por la Fed a espaldas del Congreso y del Gobierno, fueron a los mayores bancos, instituciones financieras y corporaciones de todo el mundo. Los grandes bancos dominan a sus anchas el opaco, lucrativo y desconocido mercado de los derivados financieros, y que mantienen reuniones secretas una vez al mes, para consolidar su supremacía global. La élite bancaria controla un mercado de 700 billones de dólares.
CREDIT DEFAULT SWAPS ( CDS )
Los Credit Default Swaps o Swaps de incumplimiento crediticio, son los instrumentos más modernos de Wall Street y constituyen, en su forma más simple, un contrato bilateral entre un comprador y un vendedor de protección. En este contrato el comprador se compromete a realizar una serie de pagos en el tiempo (primas) y el vendedor se compromete a cubrir parte o el total del crédito asegurado en caso de que éste no sea cancelado. Los CDS se utilizan en el aseguramiento de grandes corporaciones, en el aseguramiento de paquetes de referencia crediticia (CDO) o en el aseguramiento de los bonos de deuda soberana, y se dieron a conocer tras el estallido de la crisis subprime. Su monto mínimo de operación es de 10 millones de dólares. Pueden ser a 1 año, 2, 3, 5 años o 10 años. Pero también se aplican a plazos más cortos. Los CDS, o Swaps de incumplimiento crediticio, es el tema que abordamos hoy para explicar de alguna manera , como los grandes bancos dominan el mercado de los derivados
financieros. A la luz de lo expresado, la relación con los seguros se hace evidente, pero hay diferencias importantes. En primer lugar, frente a los seguros, existe en forma tangible el bien asegurado (una casa, un auto, una persona). En el caso de la cobertura de los CDS, no existe nada tangible, excepto los papeles. De ahí que esta importante innovación financiera sea considerada una forma de apuesta, como en el hipódromo, dado que aquí el apostador no es dueño del caballo, ni de la pista, sólo del boleto. Otra característica importante que se debe zanjar, es que los roles de comprador y el vendedor pueden ser intercambiables. El vendedor de CDS (usualmente un banco) transa el CDS con un inversionista (que es quien pone el monto inicial, los 10 millones de dólares mínimos). Pero el banco también puede tomar el rol de inversionista y asegurar la operación con otro banco. De esta forma se produce una clonación de aseguramientos donde no existe nada tangible, solo papeles. Y esta clonación puede ser infinita. Los contratos de CDS han sido comparados con los seguros porque el comprador paga una prima y a cambio recibe una suma de dinero si el evento de impago especificado en el contrato se produce. Sin embargo, existen diferencias importantes con los seguros de las cuales las más relevantes son que el vendedor no requiere ningún tipo de regulación, y que no está obligado a mantener ningún tipo de reserva para pagar a los compradores. Además, mientras el contrato de un seguro ofrece una indemnización por las pérdidas efectivamente producidas por el titular de la póliza (incendio, robo, accidente de tránsito), los CDS establecen un pago similar a los titulares, sin que exista ninguna pérdida real para ellos.
Estas características de los CDS son las que permiten a los inversores asegurar el riesgo de sus operaciones. Pero también especular sobre la calidad crediticia de la entidad o del paquete de títulos. Es decir, se apuesta por una ventanilla comprando paquetes de inversiones, obligaciones de deuda colateralizada (CDO) o paquetes de deuda soberana, y por la otra ventanilla se adquieren los seguros CDS en caso de que la operación fracase (default). Esto fue así con las hipotecas subprime, como las de Fannie Mae y Freddie Mac, donde los grandes bancos, junto a comprar los paquetes de valores con respaldo hipotecario (Mortgage Backed Security, MBS), u obligaciones de deuda colateralizada (CDO), los aseguraban con CDS. De esta forma ganaban por la vía normal (el pago de intereses) y también ganaban por la vía de impago (el cobro del CDS, o seguro de incumplimiento) cuando el negocio fracasaba. Por esta razón los CDS, si bien existen desde 1990, sólo se dieron a conocer tras el colapso de las hipotecas subprime, el año 2008. Junto a estos paquetes de grandes inversiones como los Mortgage Backed Security, otra parte de las operaciones se hace con los bonos de deuda de los países. El inversionista compra bonos de deuda por los que puede recibir 50 puntos base (o el 0,5% de interés anual), pero además los asegura vía CDS, en caso de que el país caiga en un impago, default, de deuda. Como puede verse, en las inversiones vía CDS el inversionista siempre gana porque está doblemente asegurado. Pero con ello, eleva el costo del seguro de impago al presionar al alza esta forma de crédito. Por eso gran parte de los incrementos de la tasa de interés de los rendimientos de deuda soberana, son producto de la especulación que ejercen los inversionistas al adquirir las permutas de incumplimiento crediticio (CDS). Esta presión por asegurarse del riesgo de impago, presiona al alza el costo de la colocación de bonos, como puede apreciarse en la gráfica superior, que refleja la tensión de los últimos meses, especialmente en Grecia.
Los CDS se emplean desde 1990 y fueron establecidos como un aseguramiento para las grandes corporaciones petroleras tras el derrame del Exxon Valdez, en 1989. Su facilidad de empleo y la inexistencia de regulación lo convirtieron en el más popular de los instrumentos en el mercados de derivados. Sin embargo, durante la primera década, permanecieron practicamente desconocidos, y el volumen de operaciones no alcanzaba los 200.000 millones de dólares anuales. Hacia fines de los años 90, se manejaban en estos instrumentos montos cercanos a los 500.000 millones de dólares. El despegue de los CDS, se produce el año 2003, en una forma tan acelerada que al año 2007 alcanzó la suma de 45.500.000.000.000 dólares (US$45,5 billones, casi todo el PIB mundial), superando con creces las alternativas tradicionales. El año 2008 alcanzaron su nivel máximo: 65 billones de dólares, 1,35 veces la producción económica mundial.
Estos derivados de incumplimiento crediticio, constituyen un mercado grande pero oscuro, y es lo que se ha dado en llamar el “mercado en las sombras”. Se les culpa de la desaceleración económica por apostar a profundizar la crisis tras el estallido de la crisis subprime de julio de 2007. Pero lo más relevante, es que los CDS se alejan de los conceptos tradicionales de “cobertura de riesgo”, al precipitar y acelerar el proceso de riesgo. Además, producto de su caracter desregulado y su falta de transparencia, se han mantenido en una caja negra imposible de cuantificar. Su caracter de instrumento nuevo (se emplean en forma más amplia desde el 2003, pero por un puñado de inversionistas, el monto minimo requerido son 10 millones de dólares), hace que muchos ignoren su funcionamiento. El problema mayor de los CDS es el enorme volumen que han tomado (mayor a toda la economía mundial) lo que plantea enormes riesgos sistémicos. Para muchos, estos instrumentos son la génesis de los “activos tóxicos”, un verdadero monstruo creado, a lo Frankenstein, y que se tornó imposible de controlar.
The New York Times publica los nombres de los ejecutivos de los bancos que se supone forman esta élite: Thomas J. Benison de JPMorgan Chase & Company; James J. Hill de Morgan Stanley; Athanassios Diplas del Deutsche Bank; Paul Hamill de UBS; Paul Mitrokostas del Barclays; Andy Hubbard de Credit Suisse; Oliver Frankel de Goldman Sachs; Ali Balali del Bank of America, y Biswarup Chatterjee de Citigroup. Estos banqueros forman una poderosa comisión que les permite supervisar los CDS, instrumentos que, sobre todo en los sectores de los seguros y el petróleo, ayudan a inmunizarse ante los riesgos. En teoría, “ese grupo existe para preservar la integridad de un mercado de 700 billones de dólares”, equivalente a 12 veces el producto global. Los CDS son el producto estrella de la economía mundial y hasta hace algunos meses muy pocos conocían su funcionamiento. Los CDS se negocian al margen de los mercados regulados y su tamaño multiplica por diez la deuda total de Estados Unidos, que hoy llega a los 75 billones de dólares. Es decir, estamos hablando de un negocio que mueve más de 700 billones de dólares, y que, por tanto, exige un gran esfuerzo para dar cuenta de estos números: un 7 seguido de 14 ceros. Pero es un esfuerzo necesario para comprender el descalabro financiero en el que está envuelto el planeta.
Director de Blogs Alternativos en Red *
Publicado 17 diciembre 2010.
La Reserva Federal se ha convertido en una máquina global de producir billetes verdes, rescate completamente inexplicable y que ha operado a espaldas de todo el mundo. La mayoría de estas transacciones realizadas por la Fed a espaldas del Congreso y del Gobierno, fueron a los mayores bancos, instituciones financieras y corporaciones de todo el mundo. Los grandes bancos dominan a sus anchas el opaco, lucrativo y desconocido mercado de los derivados financieros, y que mantienen reuniones secretas una vez al mes, para consolidar su supremacía global. La élite bancaria controla un mercado de 700 billones de dólares.
CREDIT DEFAULT SWAPS ( CDS )
Los Credit Default Swaps o Swaps de incumplimiento crediticio, son los instrumentos más modernos de Wall Street y constituyen, en su forma más simple, un contrato bilateral entre un comprador y un vendedor de protección. En este contrato el comprador se compromete a realizar una serie de pagos en el tiempo (primas) y el vendedor se compromete a cubrir parte o el total del crédito asegurado en caso de que éste no sea cancelado. Los CDS se utilizan en el aseguramiento de grandes corporaciones, en el aseguramiento de paquetes de referencia crediticia (CDO) o en el aseguramiento de los bonos de deuda soberana, y se dieron a conocer tras el estallido de la crisis subprime. Su monto mínimo de operación es de 10 millones de dólares. Pueden ser a 1 año, 2, 3, 5 años o 10 años. Pero también se aplican a plazos más cortos. Los CDS, o Swaps de incumplimiento crediticio, es el tema que abordamos hoy para explicar de alguna manera , como los grandes bancos dominan el mercado de los derivados
financieros. A la luz de lo expresado, la relación con los seguros se hace evidente, pero hay diferencias importantes. En primer lugar, frente a los seguros, existe en forma tangible el bien asegurado (una casa, un auto, una persona). En el caso de la cobertura de los CDS, no existe nada tangible, excepto los papeles. De ahí que esta importante innovación financiera sea considerada una forma de apuesta, como en el hipódromo, dado que aquí el apostador no es dueño del caballo, ni de la pista, sólo del boleto. Otra característica importante que se debe zanjar, es que los roles de comprador y el vendedor pueden ser intercambiables. El vendedor de CDS (usualmente un banco) transa el CDS con un inversionista (que es quien pone el monto inicial, los 10 millones de dólares mínimos). Pero el banco también puede tomar el rol de inversionista y asegurar la operación con otro banco. De esta forma se produce una clonación de aseguramientos donde no existe nada tangible, solo papeles. Y esta clonación puede ser infinita. Los contratos de CDS han sido comparados con los seguros porque el comprador paga una prima y a cambio recibe una suma de dinero si el evento de impago especificado en el contrato se produce. Sin embargo, existen diferencias importantes con los seguros de las cuales las más relevantes son que el vendedor no requiere ningún tipo de regulación, y que no está obligado a mantener ningún tipo de reserva para pagar a los compradores. Además, mientras el contrato de un seguro ofrece una indemnización por las pérdidas efectivamente producidas por el titular de la póliza (incendio, robo, accidente de tránsito), los CDS establecen un pago similar a los titulares, sin que exista ninguna pérdida real para ellos.
Estas características de los CDS son las que permiten a los inversores asegurar el riesgo de sus operaciones. Pero también especular sobre la calidad crediticia de la entidad o del paquete de títulos. Es decir, se apuesta por una ventanilla comprando paquetes de inversiones, obligaciones de deuda colateralizada (CDO) o paquetes de deuda soberana, y por la otra ventanilla se adquieren los seguros CDS en caso de que la operación fracase (default). Esto fue así con las hipotecas subprime, como las de Fannie Mae y Freddie Mac, donde los grandes bancos, junto a comprar los paquetes de valores con respaldo hipotecario (Mortgage Backed Security, MBS), u obligaciones de deuda colateralizada (CDO), los aseguraban con CDS. De esta forma ganaban por la vía normal (el pago de intereses) y también ganaban por la vía de impago (el cobro del CDS, o seguro de incumplimiento) cuando el negocio fracasaba. Por esta razón los CDS, si bien existen desde 1990, sólo se dieron a conocer tras el colapso de las hipotecas subprime, el año 2008. Junto a estos paquetes de grandes inversiones como los Mortgage Backed Security, otra parte de las operaciones se hace con los bonos de deuda de los países. El inversionista compra bonos de deuda por los que puede recibir 50 puntos base (o el 0,5% de interés anual), pero además los asegura vía CDS, en caso de que el país caiga en un impago, default, de deuda. Como puede verse, en las inversiones vía CDS el inversionista siempre gana porque está doblemente asegurado. Pero con ello, eleva el costo del seguro de impago al presionar al alza esta forma de crédito. Por eso gran parte de los incrementos de la tasa de interés de los rendimientos de deuda soberana, son producto de la especulación que ejercen los inversionistas al adquirir las permutas de incumplimiento crediticio (CDS). Esta presión por asegurarse del riesgo de impago, presiona al alza el costo de la colocación de bonos, como puede apreciarse en la gráfica superior, que refleja la tensión de los últimos meses, especialmente en Grecia.
Los CDS se emplean desde 1990 y fueron establecidos como un aseguramiento para las grandes corporaciones petroleras tras el derrame del Exxon Valdez, en 1989. Su facilidad de empleo y la inexistencia de regulación lo convirtieron en el más popular de los instrumentos en el mercados de derivados. Sin embargo, durante la primera década, permanecieron practicamente desconocidos, y el volumen de operaciones no alcanzaba los 200.000 millones de dólares anuales. Hacia fines de los años 90, se manejaban en estos instrumentos montos cercanos a los 500.000 millones de dólares. El despegue de los CDS, se produce el año 2003, en una forma tan acelerada que al año 2007 alcanzó la suma de 45.500.000.000.000 dólares (US$45,5 billones, casi todo el PIB mundial), superando con creces las alternativas tradicionales. El año 2008 alcanzaron su nivel máximo: 65 billones de dólares, 1,35 veces la producción económica mundial.
Estos derivados de incumplimiento crediticio, constituyen un mercado grande pero oscuro, y es lo que se ha dado en llamar el “mercado en las sombras”. Se les culpa de la desaceleración económica por apostar a profundizar la crisis tras el estallido de la crisis subprime de julio de 2007. Pero lo más relevante, es que los CDS se alejan de los conceptos tradicionales de “cobertura de riesgo”, al precipitar y acelerar el proceso de riesgo. Además, producto de su caracter desregulado y su falta de transparencia, se han mantenido en una caja negra imposible de cuantificar. Su caracter de instrumento nuevo (se emplean en forma más amplia desde el 2003, pero por un puñado de inversionistas, el monto minimo requerido son 10 millones de dólares), hace que muchos ignoren su funcionamiento. El problema mayor de los CDS es el enorme volumen que han tomado (mayor a toda la economía mundial) lo que plantea enormes riesgos sistémicos. Para muchos, estos instrumentos son la génesis de los “activos tóxicos”, un verdadero monstruo creado, a lo Frankenstein, y que se tornó imposible de controlar.
The New York Times publica los nombres de los ejecutivos de los bancos que se supone forman esta élite: Thomas J. Benison de JPMorgan Chase & Company; James J. Hill de Morgan Stanley; Athanassios Diplas del Deutsche Bank; Paul Hamill de UBS; Paul Mitrokostas del Barclays; Andy Hubbard de Credit Suisse; Oliver Frankel de Goldman Sachs; Ali Balali del Bank of America, y Biswarup Chatterjee de Citigroup. Estos banqueros forman una poderosa comisión que les permite supervisar los CDS, instrumentos que, sobre todo en los sectores de los seguros y el petróleo, ayudan a inmunizarse ante los riesgos. En teoría, “ese grupo existe para preservar la integridad de un mercado de 700 billones de dólares”, equivalente a 12 veces el producto global. Los CDS son el producto estrella de la economía mundial y hasta hace algunos meses muy pocos conocían su funcionamiento. Los CDS se negocian al margen de los mercados regulados y su tamaño multiplica por diez la deuda total de Estados Unidos, que hoy llega a los 75 billones de dólares. Es decir, estamos hablando de un negocio que mueve más de 700 billones de dólares, y que, por tanto, exige un gran esfuerzo para dar cuenta de estos números: un 7 seguido de 14 ceros. Pero es un esfuerzo necesario para comprender el descalabro financiero en el que está envuelto el planeta.
Director de Blogs Alternativos en Red *
Publicado 17 diciembre 2010.