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sábado, 12 de noviembre de 2016

CRECIMIENTO DE LAS DESIGUALDADES


Todo el mundo se queja de la desigualdad, pero nadie hace nada por remediarla”.

Mark Twain



Por Lucio Agustín Torres *



Cerca de 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, principalmente en los países llamados “en desarrollo”. No obstante, en estos países, al menos 250.000 millones de euros de ingresos fiscales desaparecen cada año en los paraísos fiscales, o sea, seis veces el importe anual necesario para luchar y vencer el hambre hasta 2025. “Se ha calculado que entre el 85% y el 90% de esa riqueza pertenece a menos de 10 millones de personas —apenas el 0,014% de la población mundial—, y una tercera parte como mínimo pertenece a las 100.000 familias más ricas del mundo, cada una de las cuales posee un patrimonio neto de 30 millones de dólares como mínimo”. Tantas necesidades evidentes y, sin embargo, indispensables para el avance de un verdadero desarrollo se abandonan en favor de una clase oligárquica que no para de enriquecerse. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha indicado que el 8% de la población mundial más rica recibe la mitad de la totalidad de los ingresos, mientras que la otra mitad se reparte entre el 92% restante. La riqueza concentrada en manos del 1% más rico ha ascendido al 48% de la riqueza mundial en 2014 frente al 44% en 2010. Durante los últimos 20 años, las desigualdades de los ingresos han aumentado en los países en desarrollo.


Son entonces los más adinerados los que se aprovechan de la reducción de ingresos fiscales por fraude, lo que perpetúa y empeora las desigualdades. Parece lógico que los más ricos, que se aprovechan de los beneficios de sus empresas, tendrían que contribuir con una redistribución a favor de los más pobres a través del impuesto sobre los beneficios de estas empresas. Sin embargo, la plusvalía generada por la explotación del trabajo se evapora en territorios paradisíacos para la oligarquía que es quien gobierna y legisla.
Se trata de un robo organizado a gran escala –ilegítimo y no conforme a cualquier idea de desarrollo humano– de una riqueza que pertenece a aquellos y aquellas que la han creado con su trabajo, y que debería financiar los servicios públicos. De hecho, el impuesto sobre los beneficios, así no redistribuido para el bien común porque escapa al fisco, permite al capitalista optimizar la plusvalía obtenida del trabajo intentando, ilegalmente o no, privatizar su totalidad.

Lo que hace la gente es utilizar el término «desigualdad» como punto de partida para proferir sus propias opiniones sobre cómo edificar una sociedad más próspera y al mismo tiempo más igualitaria. El cariz de dichas opiniones dependerá en gran medida de si ven al uno por ciento como un agente innovador, ingenioso y creativo, que crea riqueza e impulsa con ello al resto de la sociedad, o si, tal y como han descrito los grandes economistas clásicos, el estrato más rico de la población está más bien constituido por rentistas, que obtienen sus ingresos y riquezas del 99 por ciento en calidad de propietarios ociosos, monopolistas y banqueros rapaces.

La desigualdad aumentó de forma constante y aceleradamente, desde el colapso financiero global de 2008. Desde entonces, se rescató a los banqueros y a los titulares de bonos en vez de a la economía, el uno por ciento con mayores ingresos ha tomado sobradamente la delantera al porcentaje del 99% restante. Entretanto, el 25 por ciento con ingresos más bajos ha sido testigo de un grave deterioro de su patrimonio neto y de sus ingresos relativos.
En un artículo reciente, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, ganador del premio Nobel de Economía, considera que estamos en una nueva era de monopolio y que esta es una de la principal causa de la desigualdad extrema del ingreso y la riqueza, la ineficiencia y el bajo crecimiento de la productividad y el estancamiento general de las principales economías.
Stiglitz sostiene que la escuela clásica y neoclásica de economía asumen que en los ''mercados competitivos” todas las empresas están al mismo nivel a la hora de competir. Esto significa que los propietarios del capital ganan beneficios según su contribución al aumento de la producción, su "producto marginal”. Esta visión optimista es descartada por Stiglitz. En realidad, lo que determina quién recibe qué en la sociedad depende del "poder" son las grandes empresas. Las grandes empresas pueden imponer los precios en los mercados a las empresas pequeñas y pueden dictar los salarios de la mano de obra cuando esta no tiene poder de negociación colectiva (los sindicatos). Este "monopolio" (sobre los mercados de las materias primas y la mano de obra) es lo que está arruinando el capitalismo, sostiene Stiglitz.
Después de todo, el poder monopolista es en realidad oligopólico (unas pocas grandes empresas) y los oligopolios pueden desarrollar una fuerte competencia entre sí, nacional e internacionalmente. La verdadera causa de la desigualdad no es el monopolio, sino el aumento de la explotación del trabajo por el gran capital, desde los años 1980 para intentar revertir la caída y baja rentabilidad experimentada en la década de 1970. Y la causa real del 'estancamiento' y el bajo crecimiento de la productividad no son los monopolios, sino la falta de inversión, no sólo por los “grandes monopolios”, sino también por las capitales más pequeñas que sufren la baja rentabilidad y acumulan grandes deudas. En otras palabras, los monopolios no son un problema en sí, sino la debilidad del modo de producción capitalista, en la que la inversión y la creación de empleo tienen lugar únicamente con fines de lucro.


Cerca de 40 millones de estadounidenses perdieron sus empleos en la recesión de 2007-2009. Sólo uno de cada cuatro trabajadores despedidos consigue volver a los niveles previos de sueldo anteriores después de cinco años, según el economista Till von Wachter, de la Universidad de California en Los Ángeles. La brecha salarial persiste, incluso décadas más tarde, entre los trabajadores que experimentaron un período de desempleo y trabajadores similares que no fueron despedidos. Las personas que han perdido un empleo durante las recesiones ganan un 15-20% menos que sus pares no despedidos después de 10 o 20 años. Y esas personas llegan a la edad de jubilación con pocos o ningún ahorro. Tienen que seguir trabajando o se ven obligados a vivir frugalmente.
El informe de empleo de abril mostró una tasa de desempleo del 16% entre los adolescentes de 16-19 años de edad. Esta muestra incluye sólo a aquellos que estaban buscando activamente empleo, que no son estudiantes a tiempo completo. Han abandonado la enseñanza, o quieren trabajar mientras estudian. Y está la tasa de mortalidad sorprendentemente mayor entre los blancos de mediana edad en EE UU. Esa tasa es el resultado directo del aumento de los suicidios y el abuso de drogas y alcohol – todo ello parte del proceso de depresión psicológica. Durante la última década, los hispanos mueren a un ritmo más acelerado. La razón; es el empobrecimiento de sus condiciones de vida. Las personas negras, también; incluso los blancos en otros países.

Este daño permanente a la vida de millones de personas en Estados Unidos, una de las economías capitalistas más ricas del mundo y la "tierra de la libertad" no es consecuencia de los monopolios, sino del fracaso del capitalismo para producir suficientes productos y servicios que la gente necesitan, de forma asequible. Sí, una élite de ricachones preside sus enormes empresas y bancos y 'ganan’ enormes salarios y primas y los gestores de los fondos buitres y los banqueros cosechan grandes ganancias de capital. Pero la gran mayoría de los estadounidenses no llega a fin de mes, a causa del "capitalismo competitivo" y su fracaso.
¿Seguiremos permitiendo el crecimiento de las desigualdades? O ¿de qué nos quejamos? si la fiesta de la avaricia, del 1% de la población, sigue viento en popa. Y la gran mayoría, ve perder oportunidades, mientras más es la lucha, menos crecimiento de desarrollo humano obtienes.
Noam Chomsky, lingüista americano dice lo siguiente: La explicación básica es la de siempre: Todo está funcionando bastante bien para los ricos y poderosos. En los EE.UU., por ejemplo, hay decenas de millones de desempleados, millones más han abandonado desesperados la población activa laboral, y los ingresos, así como las condiciones de vida se han estancado o han disminuido en gran medida. Pero los grandes bancos, que eran responsables de la última crisis, son más grandes y más ricos que nunca, los beneficios empresariales están rompiendo los registros, la riqueza más allá de los sueños de la avaricia se acumula en poder de los que cuentan, el trabajo se ve seriamente debilitado por la represión sindical y la "creciente inseguridad del trabajador, para usar el término que Alan Greenspan utilizó para explicar el gran éxito que logró la economía, cuando aún era "San Alan",  tal vez el más grande economista desde Adam Smith, antes del colapso de la estructura que había administrado, junto con sus fundamentos intelectuales. Así que ¿de qué hay que quejarse? El crecimiento del capital financiero está relacionado con la disminución de la tasa de ganancia en la industria y las nuevas oportunidades para la distribución de la producción de forma más amplia a lugares donde el trabajo es explotado con mayor facilidad y las restricciones sobre el capital son más débiles -mientras que los beneficios se distribuyen a los lugares con más bajos impuestos (globalización). El proceso ha sido alentado por los avances tecnológicos que facilitan el crecimiento de un "sector financiero fuera de control", que "se está comiendo la economía de mercado moderna [es decir, la economía productiva] desde el interior, igual que la larva de la avispa o de la araña se come el huésped en el que se ha establecido", Aparte de eso, como se ha señalado, la "regla centrada en el mercado" impone una dura disciplina a la mayoría, pero los pocos que cuentan se protegen de ella de manera eficaz. Es hora de buscar nuevos paradigmas a un sistema capitalista enfermo y desigual, lo primero conciencia, de que la humanidad está siendo retenida por un sistema económico diseñado para esclavizar a la gran mayoría en beneficio de una minoría, despertemos; antes de que sea demasiado tarde.





domingo, 27 de octubre de 2013

La concentración de Riqueza en pocas Manos








Por Lucio Agustín Torres



“La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”   Carlos Marx



Nunca la humanidad ha tenido tanta riqueza ni ésta ha estado repartida de una forma tan desigual. La riqueza global ha subido un 68% en los últimos 10 años para llegar a un nuevo máximo histórico de 241 billones de dólares y Estados Unidos representa casi tres cuartos de ese incremento, según un informe elaborado por el banco Credit Suisse. Mientras que la riqueza global promedio por adulto sería así de 51.600 dólares, en la actualidad el 10% más acaudalado posee el 86% del total de los activos en el mundo. Y, es más, el 1% más adinerado posee el 46% de toda la riqueza.
El 14 de agosto de 2011, Warren Buffet escribió un artículo en The New York Times, titulado: Stop Coddling the Super-Rich (Dejad de mimar a los superricos), donde decía: “la lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando”. ¿Quién es Warren Buffet? Pues ni más ni menos que uno de los ricos entre los ricos de Estados Unidos.
Hace cinco años, el 15 de septiembre de 2008, quebraba el banco de inversión Lehman Brothers, uno de los símbolos del capitalismo financiero global. Un año antes había estallado la burbuja especulativa con préstamos hipotecarios denominados subprime. Estos seis años de crisis en Estados Unidos y en Europa, economías que siguen estancadas o en recesión, han profundizado la concentración del capital financiero y la riqueza. O sea, los bancos culpables de la debacle económica global más profunda desde el crac del ’29 del siglo pasado se fortalecieron, y el núcleo minoritario de la población que era rica ahora es más rica. ¿Cómo se alcanzó ese resultado si existe una idea naturalizada en la sociedad, impulsada precisamente por el poder económico, acerca de que en una crisis todos pierden? Lo logran porque tienen un activo imprescindible para preservar privilegios: además del dinero, la soberbia de los promotores de la ignorancia, que aquí hay en abundancia, afirmaban: “La lucha de clases es cosa del pasado, no existe; todos son clase media”. El economista jefe del Banco Mundial, Branko Milanovic, informo en la revista Global Policy del primer cálculo sobre la desigualdad global de los ingresos (2012) y ha establecido que el 8% gana el 50% de todos los ingresos del planeta. Señala: “La desigualdad global es mucho mayor que la desigualdad dentro de algún país en particular”, debido a que la aguda desigualdad entre países se suma a la desigualdad dentro de cada uno de ellos, y porque la mayoría de la gente vive en los países extremadamente pobres, sobre todo las naciones dentro de 4.800 kilómetros del límite del Ecuador, La desigualdad de la riqueza es siempre mucho más elevada que la desigualdad de los ingresos, y por ello un cálculo razonable de la riqueza personal en todo el mundo se encontraría probablemente en el orden de que el 1% más rico de la gente posee la mitad de todos los activos personales. Esos individuos podrían considerarse la actual aristocracia, en la medida en que su poder económico es igual al de todo el 99% restante de la población del mundo.
Pero parte del crecimiento de la brecha de desigualdad se debe en parte a las políticas económicas neoliberales que instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han impuesto a los países en desarrollo durante las últimas décadas, favoreciendo con tratados internacionales de comercio a las grandes corporaciones contra los países pobres. “Estas políticas están diseñadas para liberalizar los mercados a la fuerza, abriéndolos a fin de dar a las multinacionales un acceso sin precedentes a tierra barata, recursos y mano de obra. Pero a un precio muy alto: que los países pobres pierdan alrededor de 500.000 millones de dólares por año de su PBI” Es el caso del multimillonario norteamericano Ira Rennert dueño de Doe Run, incremento su riqueza a costa del empobrecimiento, contaminación, destrucción de generaciones en la Oroya - Perú. De esto temas la prensa basura no pública.

viernes, 21 de junio de 2013

Trabajo y Crecimiento económico Peruano









Por Lucio Agustín Torres





En varias oportunidades hemos sostenido que el crecimiento de la economía peruana, está atada a la inestabilidad de los precios internacionales de materias primas, La vulnerabilidad externa es, entonces, una de las características del actual estilo de crecimiento primario exportador del país. Los productos primarios siguen representando cerca del 78% del total de las exportaciones, al igual que en 1980. La única novedad es que al interior de estos productos, los mineros ganaron participación en los últimos años. Pero el “milagro peruano” convive con una alta tasa de desigualdad. El crecimiento económico sostenido puede reducir la pobreza, pero mantiene la desigualdad. Eso es lo que se observa en la economía peruana de hoy. Este patrón de crecimiento descuida el desarrollo del agro y de la industria manufacturera. La pérdida de importancia de estos sectores ha generado un crecimiento espectacular de las importaciones reales.
La economía se ha hecho así más dependiente de importaciones. Afectando la producción nacional y en consecuencia la creación de puestos de trabajo, sector que al parecer no se ha beneficiado del crecimiento económico.
El 94% de la población económicamente activa (PEA) está empleada y un 70% de ellos labora en el sector informal (es decir no planilla, no seguro ni seguridad social). El Instituto nacional estadística e informática ( INEI) concuerda con diversos estudios que señalan que el trabajo independiente no calificado, el trabajo en pequeñas empresas urbanas de menos de 10 trabajadores, el trabajo campesino y el trabajo en hogares constituyen alrededor de las tres cuartas partes de la ocupación nacional. En el sector formal, las cosas no están mejor. El Ministerio de Trabajo dice que alrededor del 30% de la población ocupada en este sector recibe una remuneración menor a 1.200 soles (sin incluir pesca y minería). Menos de la quinta parte de la población ocupada tiene seguridad social y sólo el 15% de la población tiene un aporte real al sistema de pensiones. El 85% de los trabajadores peruanos no tendrá pensión en el futuro.
Incluso profesionales como maestros ganan S/. 1.244 (soles). Mucho menos de lo que se paga, en promedio, a un maestro en los países de la región. En México un profesor de primaria gana 16% más, en Brasil 17%, en Colombia 28 % y en Chile 69 % más. Y los médicos ganan hoy en promedio S/. 3.068 (soles). Menos del 45% de lo que gana un médico en Brasil y apenas el 35% de lo que se le paga a un médico en Chile. La pugna entre trabajo decente y trabajo oprimido marca las características del crecimiento económico peruano y constituye una bandera fundamental del trabajador peruano a luchar por un salario justo. Con cifras y argumentos como los expuestos – solo se demuestra que: dos décadas de crecimiento Neoliberal, cifras macroeconómicas que benefician a unas pocas empresas monopólicas de sectores como la minería, dejando con empleo mal pagados a la gran mayoría de trabajadores peruanos.
Javier Diez Canseco, incansable luchador por los derechos de los trabajadores, en una de sus últimas columnas de opinión antes de fallecer decía “¿Qué hacer para que los hombres y mujeres del Perú tengan trabajo digno? Queremos remuneraciones justas, condiciones adecuadas y seguras de trabajo, seguridad social y derechos de organización y negociación colectiva. Urge articular y aglutinar fuerzas. Los cambios no llegarán solos. Hay que imponer la agenda del cambio sobre la agenda de la continuidad. Los partidos políticos que están por el cambio, los sindicatos y los trabajadores en general tienen la obligación de establecer una plataforma que impulse una campaña sostenida a favor del trabajo decente y un justo reparto de la torta del crecimiento. Una Conferencia Nacional por el trabajo decente que levante una plataforma común de los trabajadores y su unidad en la acción abriría las puertas de una auténtica transformación.”
En el Perú el subempleo y desempleo representan más del 50% PEA nacional. En esa línea, la pobreza peruana (que alcanza a 5 de cada 10 connacionales) sería consecuencia, principalmente, del fracaso del modelo de crecimiento, asentado en una matriz primario exportadora (de impacto limitado en la generación de empleos) en desmedro del mercado interno. ¿Qué tipo de productividad – y de desarrollo social – se puede esperar en un país con una clase trabajadora sin acceso a los derechos sociales más elementales? Y encima las últimas medidas dictadas por el gobierno, para atraer más inversiones, ha sido: flexibilización laboral, es decir más cholo barato. Esta es la realidad del trabajo en plena etapa del crecimiento peruano.

sábado, 19 de enero de 2013

Las cifras de la desigualdad






Por Lucio Agustín Torres



La crisis financiera de 2007 y la gran recesión que le siguió dejaron a la deriva a un gran número de estadounidenses, en medio de los restos del naufragio de una forma de capitalismo cada vez más en crisis. Cinco años después, uno de cada seis personas que viven en los Estados Unidos, desean un trabajo a tiempo completo, pero sigue sin encontrarlo; aproximadamente ocho millones de familias han recibido la orden de abandonar sus hogares, y varios millones más prevén que van a recibir una notificación de desahucio en el futuro. (1); una cantidad aun mayor de ciudadanos vio como parecían evaporarse los ahorros de toda la vida. Sin embargo, para 2012, muchos ya habían renunciado a toda esperanza: quienes perdieron sus empleos en 2008 o 2009 ya se habían gastado sus ahorros. Los cheques del subsidio de desempleo se habían agotado. Las personas de mediana edad, que antes confiaban en reincorporarse rápidamente a la población activa, llegaron a la conclusión de que en realidad habían sido jubilados a la fuerza. Los jóvenes, recién salidos de la universidad con deudas de decenas de miles de dólares, no pueden encontrar trabajo de ningún tipo.

Pero estas cifras inverosímiles, negativas y chocantes pertenecen al 99% de la población, gente como usted y como yo, que estamos siendo castigados por la usura de unos pocos, culpables de, este desmadre, llamada crisis económica.

Sin embargo, Oxfam (2)– una organización internacional que lucha a favor de la justicia y la paz, acaba de presentar un trabajo académico, revelador, a todas luces -que nos da mayores cifras, pero; esta vez del 1% es decir: Los amos del Mundo.  Aquí algunos datos:

El 1% de las personas más ricas del planeta han incrementado sus ingresos en un 60% en los últimos 20 años y la crisis financiera no ha hecho más que acelerar esta tendencia.

Los ingresos en el 2012 de las 100 personas ricas del mundo podrían acabar cuatro veces con la pobreza mundial.

Oxfam advierte de que la riqueza y los ingresos extremos no solo no son éticos, sino que además son económicamente ineficientes, políticamente corrosivos, dividen a la sociedad y son medio ambientalmente destructivos.
“No podemos seguir fingiendo que la generación de riqueza por unos pocos beneficiará al resto – y muchas veces la realidad es la contraria.
“La concentración de recursos en las manos del 1% más rico debilita la actividad económica y hace la vida más difícil para el resto – particularmente para los más vulnerables y los más pobres.”
“En un mundo en el que incluso los recursos más básicos, como la tierra y el agua son cada día más escasos, no podemos permitirnos concentrar activos en las manos de unos pocos y dejar a la mayoría pelear por lo que queda.”
El 99% de la población tiene que darse cuenta que siempre son engañados por el 1% - que lo que conviene al 1% no es los que le conviene al 99%. El 1% ha hecho todo lo posible por convencer a los demás de que no es posible un mundo alternativo.
Sinceramente, hemos llegado a una situación de real sobrevivencia.





NOTAS:

1-El Precio de la Desigualdad, 2012 - Joseph Stiglitz.
2-El coste de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos –PDF (ingles)



DIRECTOR GRUPO EDITOR DEL NORTE