sábado, 9 de julio de 2011

La Crisis de los Estados.

 Por Lucio Agustin Torres *

La crisis financiera de 2008 y sus secuelas supusieron un duro golpe para las finanzas estatales, a medida que se disparaban las deudas públicas. Tanto en Europa como en Estados Unidos, este impacto excepcional se agrava por las presiones demográficas que aumentan a la vez que las presiones presupuestarias suben, al empezar a jubilarse los nacidos durante el ‘baby boom’. Por último, a ambos lados del Atlántico, la crisis económica divide a los políticos, por lo que resulta mucho más difícil encontrar soluciones racionales al problema de las deudas. En Washington debaten sobre un tope de endeudamiento, en Bruselas, observan el abismo de la deuda. Pero el problema básico es el mismo. Las finanzas públicas tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea están descontroladas y ambos sistemas políticos son demasiado deficientes como para resolver el problema. Estados Unidos y Europa están en el mismo barco y éste se está hundiendo.
Los expertos (del sistema) que escribieron sobre las causas estructurales de la crisis financiera se han dado cuenta que les faltaba un capítulo: El impacto de la “crisis financiera” en las finanzas del Estado. O sea, el costo (económico y social) que demandará a los Estados capitalistas (empezando por EEUU y las economías centrales) el salvataje (con dinero público de todos los contribuyentes) de los grandes conglomerados bancarios y empresariales que hicieron estallar la “burbuja” del colapso financiero a escala global en 2008.
Un nuevo actor emerge en la economía mundial: La “crisis fiscal” (producto de los déficit siderales que aquejan a los Estados de las economías centrales) que sucede a la “crisis financiera” en la debacle de la economía capitalista globalizada. Y hay una paradoja: La “crisis estatal” no nace como producto del endeudamiento privado sin respaldo (la economía de papel de los grandes conglomerados bancarios imperiales) sino como emergente de los programas estatales de salvataje financiero que han endeudado (sin respaldo fiscal) a los Estados centrales, con EEUU y la Unión Europea en primer término. Los billonarios fondos públicos utilizados para salvar a los megos consorcios bancarios
e industriales terminaron generando una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de las naciones capitalistas centrales (principalmente EEUU, la UE, Japón y China).

DESEMPLEO: MÁS GASOLINA AL FUEGO


La cuestión es la magnitud y la composición del desempleo en Estados Unidos y los Países de Europa–un problema que todavía no ha sido reconocido como corresponde por su impacto cada vez más perjudicial en el tejido social del país, su potencial económico y su posición fiscal y dinámica de deuda, ya bastante frágil. En un 9,8% casi tres años después del estallido de la crisis financiera global, la tasa de desempleo de Estados Unidos sigue tenazmente (e inusualmente) alta; · En lugar de reflejar una creación de empleos, gran parte de las mejoras de los últimos meses (con respecto al 9.8% en noviembre del año pasado) se deben a los trabajadores que salieron de la fuerza laboral, lo que llevó la participación de la fuerza laboral a un mínimo de 64,2%, que no se registraba desde hacía muchos años; · Si se incluyen los trabajadores de tiempo parcial ansiosos por trabajar jornada completa, casi uno de cada seis trabajadores en Estados Unidos están subempleados o directamente desempleados; · Más de seis millones de trabajadores han estado desempleados durante más de seis meses, y cuatro millones, por más de un año; · El desempleo entre los jóvenes de 16 a 19 años está en un asombroso 24%; · Prácticamente sin ingresos generados y con ahorros menguantes, los desempleados están en peores condiciones para poder hacer frente al alza de los precios del combustible y los alimentos, decididamente no tienen acceso al crédito y muchos tienen una deuda hipotecaria que excede el valor de sus viviendas. Estos y otros muchos factores hablan de una realidad desagradable e inusual para Estados Unidos. El país ahora tiene un problema de desempleo que es grande en magnitud y cada vez más estructural en naturaleza.
La reestructuración de las deudas públicas de los países, como abogan algunos ante la evidencia, es entonces sólo un aspecto de la crisis de deuda -es necesaria una reestructuración de las deudas privadas. ¿Pero cómo se reparten en forma equilibrada las pérdidas que ocasionaría una reestructuración a los acreedores? Alemania por ejemplo, que oficialmente aboga por un refinanciamiento, es el país que tiene las espaldas más anchas para compensar a su sistema financiero, lo cual dejaría a éste en una posición dominante en el mercado. Alemania pretende hacer recaer el costo de una refinanciación de la deuda pública de Grecia (y de la deuda de los bancos griegos con la banca alemana) en los bancos que nacionalizó al comienzo de la crisis -o sea que pagará el Tesoro, no los acreedores de esos bancos ni los bancos que no fueron
nacionalizados- como el Deustche o el Commerzbank. Otras formas de reestructuración tropiezan siempre con su costo; el Tesoro italiano, al borde de la bancarrota, no está en condiciones de financiar a los otros países en bancarrota. Un refinanciamiento colectivo sólo funcionaría como un paso hacia un sistema fiscal único de Europa -por ahora imposible. Lo decisivo, sin embargo, es algo que va más allá de la crisis financiera: el mercado mundial se contrae, es decir que los países en bancarrota no tienen salida por la vía de la recomposición de la industria y del comercio. El „default’ virtual de Grecia es la expresión de una bancarrota que se encuentra más allá de sus fronteras, y ésta la expresión de un límite histórico del conjunto del capital mundial.
El FMI señaló que Estados Unidos debe aumentar el techo de su deuda desde los actuales US$14.300.000.000.000 (14,3 billones de dólares), dado que está al borde del impago masivo, Con impagos soberanos a la orden del día, draconianos planes de ajuste y precariedad financiera global, podemos advertir lo que nos depara este segundo semestre. Que ahora sea el propio FMI el que diga que Estados Unidos está al borde del impago masivo, encierra una grave contradicción del sistema: el FMI nunca ha auditado las cuentas de la Reserva Federal de Estados Unidos, pero sí lo ha hecho con las cuentas de los países del Tercer Mundo, y se está haciendo ahora con Grecia. ¿Tiene sentido auditar a países pequeños, cuyo impacto y daño en caso de colisión es reducido, y no auditar a los países grandes, donde se realizan los grandes fraudes financieros? Por eso no debe sorprender que ante la visión interesada que hace circular versiones de que la crisis de deuda soberana que se desarrolla actualmente en Europa es la mayor amenaza para los mercados financieros globales, los economistas del Banco de China dicen: “es el de la deuda soberana de Estados Unidos, dado que es mucho más peligrosa que la crisis de la deuda europea, al estar imbricada en todo el mundo” y como “la crisis de la deuda soberana de Estados Unidos seguirá intensificándose en los próximos años, continuará creando alto niveles de riesgos.”
Hemos perdido nuestras casas, ahorros, trabajo, nos amenazan con quitarnos nuestras jubilaciones – ha llegado la hora de indignarnos, rebelarnos y de buscar nuevas alternativas a todo este desmadre.

Editor del Norte *