Lucio Agustín Torres *
La fuente principal del crecimiento en los últimos 30 años fue por la vía del endeudamiento y el crecimiento del dinero fiduciario, es decir, dinero sin respaldo real. A diferencia del patrón oro, o del dinero convertible en bienes reales, el dinero fiduciario no es convertible en nada y solo debe su existencia a la confianza que genera como medio de cambio. Esta confianza tiene su correlato en la dinámica del empleo y la demanda, pues mientras el crecimiento impulsa la demanda y la circulación del dinero, los flujos de pago entre deudor y acreedor no se ven alterados. Pero cuando la relación entre prestamista y deudor se ve alterada por el quiebre que implica la pérdida de empleo, se precipita el colapso.
Desde el año 2005, no miles, sino millones de personas han perdido su empleo, lo que ha provocado una cadena creciente de impagos, que a su vez ha arrastrado a una cadena creciente de quiebras bancarias. Por eso, aunque se ha celebrado en las bolsas la declaración de la Oficina de Estadísticas de Estados Unidos que la recesión terminó el año pasado lo cierto es que los niveles de desempleo se mantienen históricamente altos, que lo ubica en el 22%. (Desempleo – subempleo) Este es el mejor indicador de que la recuperación está bastante lejana.
El incremento del dinero fiduciario asociado a malas inversiones está en los orígenes del auge y la caída del ciclo económico. Este proceso, o régimen inflacionario, se asocia al aumento de precios con la correspondiente disminución del poder adquisitivo de cada unidad monetaria. La expansión del dinero fiduciario implica un aumento en la oferta de dinero desde la nada, un proceso que es neutral siempre que se mantenga la circulación, por la vía de la demanda, en un flujo constante o en aumento, dado que así facilita la inyección de nuevos créditos. El control de este régimen inflacionario lo mantienen los bancos centrales vía tasa de interés, con el costo adicional de una redistribución desigual de los ingresos.
Desde los años de la Gran Depresión, nunca se había producido un colapso en bloque de los créditos, y esto es lo que ha revertido los flujos financieros y lo que ha secado las líneas de
crédito. Los bancos comerciales cerraron sus ventanillas de créditos y comenzaron el proceso de desapalancamiento, provocando una disminución del ritmo de la economía. Esto se debe al proceso de devolución de los préstamos bancarios, que en la práctica significa una reducción de la moneda fiduciaria. Cuando esto sucede, el régimen de inflación se convierte en un régimen de deflación.
Ahora que estamos en medio de un problema que de acuerdo a Robert Shiller se prolongará por un mínimo de siete anos, habrá que ver hasta qué punto cambian las políticas de los bancos centrales. Para éstos, toda la estabilidad económica dependía de esa única variable llamada inflación. Se pensaba que controlando la inflación se lograba dominar el ciclo económico. Nunca se tomaron en cuenta los altos costos que en materia de empleo arrojaban las políticas monetarias vía tasa de interés. No se tomó en cuenta que el engranaje principal de la cadena era el trabajo, y que la negación del trabajo arrastraría al mundo al abismo.
Sorpresivamente, en la superpotencia más rica y poderosa del mundo, la pobreza subió al 14,3 por ciento en 2009.
Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salva taje del capital privado), el colapso recesivo (todavía no superado) y el estallido del déficit fiscal obligó a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto público de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.
Curiosamente, y forzado por la debacle económica y un déficit fiscal histórico, el Imperio ahora se ve obligado a aplicar sus propias recetas en casa para afrontar una crisis que ya ha derivado en crisis social, de la mano de la desocupación, la pobreza, y los despidos laborales que se suceden por todo el territorio estadounidense.
Un récord de 43,6 millones de estadounidenses se encontraba bajo el umbral de la pobreza el año pasado, informó la Oficina del Censo de Estados Unidos el jueves. La tasa se incrementó frente al 13,2% en 2008. Eso significa que uno de cada siete de sus habitantes es pobre. Las estadísticas difundidas el miércoles por la Oficina del Censo de Washington son devastadoras, y alimentaron el temor de todos los que creen que el país está lejos de la recuperación y que la economía estadounidense está, en realidad, al borde de una segunda recesión, bautizada como la letra W.
"El deterioro en el mercado laboral de 2008 a 2009 fue el peor que jamás hemos visto", dijo Heidi Shierholz, economista laboral del think thank Economic Policy Institute, con sede en
Washington. "Cuando se produce un gran deterioro del mercado laboral, la pobreza sube. La gran mayoría de los ingresos de la gente en este país depende del mercado laboral", añadió.
Según The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU.
Pese a los anuncios de "recuperación" de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de salarios) en lugar de potenciar un alza en la producción y en las ventas por medio de la reocupación laboral. Por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y depresión de la economía real. Y lo que parecía impensable hasta ahora, ya está sucediendo: Los "ajustes salvajes", que históricamente fueron exportados por el FMI (el gendarme financiero global) a los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, llegaron, como una extraña paradoja de la historia, al Estado de la primera potencia imperial. California.
¿Cuándo nos sacaremos las vendas de los ojos? Depende de nosotros.
Director de Blogs Alternativos en Red *
publicado 22 setiembre 2010
La fuente principal del crecimiento en los últimos 30 años fue por la vía del endeudamiento y el crecimiento del dinero fiduciario, es decir, dinero sin respaldo real. A diferencia del patrón oro, o del dinero convertible en bienes reales, el dinero fiduciario no es convertible en nada y solo debe su existencia a la confianza que genera como medio de cambio. Esta confianza tiene su correlato en la dinámica del empleo y la demanda, pues mientras el crecimiento impulsa la demanda y la circulación del dinero, los flujos de pago entre deudor y acreedor no se ven alterados. Pero cuando la relación entre prestamista y deudor se ve alterada por el quiebre que implica la pérdida de empleo, se precipita el colapso.
Desde el año 2005, no miles, sino millones de personas han perdido su empleo, lo que ha provocado una cadena creciente de impagos, que a su vez ha arrastrado a una cadena creciente de quiebras bancarias. Por eso, aunque se ha celebrado en las bolsas la declaración de la Oficina de Estadísticas de Estados Unidos que la recesión terminó el año pasado lo cierto es que los niveles de desempleo se mantienen históricamente altos, que lo ubica en el 22%. (Desempleo – subempleo) Este es el mejor indicador de que la recuperación está bastante lejana.
El incremento del dinero fiduciario asociado a malas inversiones está en los orígenes del auge y la caída del ciclo económico. Este proceso, o régimen inflacionario, se asocia al aumento de precios con la correspondiente disminución del poder adquisitivo de cada unidad monetaria. La expansión del dinero fiduciario implica un aumento en la oferta de dinero desde la nada, un proceso que es neutral siempre que se mantenga la circulación, por la vía de la demanda, en un flujo constante o en aumento, dado que así facilita la inyección de nuevos créditos. El control de este régimen inflacionario lo mantienen los bancos centrales vía tasa de interés, con el costo adicional de una redistribución desigual de los ingresos.
Desde los años de la Gran Depresión, nunca se había producido un colapso en bloque de los créditos, y esto es lo que ha revertido los flujos financieros y lo que ha secado las líneas de
crédito. Los bancos comerciales cerraron sus ventanillas de créditos y comenzaron el proceso de desapalancamiento, provocando una disminución del ritmo de la economía. Esto se debe al proceso de devolución de los préstamos bancarios, que en la práctica significa una reducción de la moneda fiduciaria. Cuando esto sucede, el régimen de inflación se convierte en un régimen de deflación.
Ahora que estamos en medio de un problema que de acuerdo a Robert Shiller se prolongará por un mínimo de siete anos, habrá que ver hasta qué punto cambian las políticas de los bancos centrales. Para éstos, toda la estabilidad económica dependía de esa única variable llamada inflación. Se pensaba que controlando la inflación se lograba dominar el ciclo económico. Nunca se tomaron en cuenta los altos costos que en materia de empleo arrojaban las políticas monetarias vía tasa de interés. No se tomó en cuenta que el engranaje principal de la cadena era el trabajo, y que la negación del trabajo arrastraría al mundo al abismo.
Sorpresivamente, en la superpotencia más rica y poderosa del mundo, la pobreza subió al 14,3 por ciento en 2009.
Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salva taje del capital privado), el colapso recesivo (todavía no superado) y el estallido del déficit fiscal obligó a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto público de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.
Curiosamente, y forzado por la debacle económica y un déficit fiscal histórico, el Imperio ahora se ve obligado a aplicar sus propias recetas en casa para afrontar una crisis que ya ha derivado en crisis social, de la mano de la desocupación, la pobreza, y los despidos laborales que se suceden por todo el territorio estadounidense.
Un récord de 43,6 millones de estadounidenses se encontraba bajo el umbral de la pobreza el año pasado, informó la Oficina del Censo de Estados Unidos el jueves. La tasa se incrementó frente al 13,2% en 2008. Eso significa que uno de cada siete de sus habitantes es pobre. Las estadísticas difundidas el miércoles por la Oficina del Censo de Washington son devastadoras, y alimentaron el temor de todos los que creen que el país está lejos de la recuperación y que la economía estadounidense está, en realidad, al borde de una segunda recesión, bautizada como la letra W.
"El deterioro en el mercado laboral de 2008 a 2009 fue el peor que jamás hemos visto", dijo Heidi Shierholz, economista laboral del think thank Economic Policy Institute, con sede en
Washington. "Cuando se produce un gran deterioro del mercado laboral, la pobreza sube. La gran mayoría de los ingresos de la gente en este país depende del mercado laboral", añadió.
Según The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU.
Pese a los anuncios de "recuperación" de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de salarios) en lugar de potenciar un alza en la producción y en las ventas por medio de la reocupación laboral. Por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y depresión de la economía real. Y lo que parecía impensable hasta ahora, ya está sucediendo: Los "ajustes salvajes", que históricamente fueron exportados por el FMI (el gendarme financiero global) a los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, llegaron, como una extraña paradoja de la historia, al Estado de la primera potencia imperial. California.
¿Cuándo nos sacaremos las vendas de los ojos? Depende de nosotros.
Director de Blogs Alternativos en Red *
publicado 22 setiembre 2010