sábado, 23 de abril de 2011

TRATADO LIBRE COMERCIO III PARTE

 Por Lucio Agustin Torres *







En esta oportunidad queremos ocuparnos de el Comercio Bilateral entre Corea del Sur y los EE.UU.

La lucha contra el neoliberalismo en Corea del Sur: historia y lecciones

El gobierno de Chun Doo Hwan, que llegó al poder tras la masacre de ciudadanos surcoreanos en Gwangju en mayo de 1980, impuso una política de apertura de mercados y liberalización económica. Esto representó un cambio radical respecto del modelo económico del presidente anterior, Park Chung Hee, que se basaba en un mercado de capitales cerrado, la protección del mercado interno y el control gubernamental de las tasas de interés y las finanzas. Chun en cambio enfatizó la apertura de la economía al capital extranjero y el libre funcionamiento del mercado sin controles del gobierno.
La política de apertura de mercados llevada adelante por los militares tuvo dos consecuencias. Primero, vino un movimiento de resistencia de los agricultores. En los setenta, Park Chung Hee había aplicado una política de revolución verde y de aumento de la producción agrícola bajo el principio de la autosuficiencia. Aunque su política de desarrollo equilibrado entre la ciudad y el campo resultó, en los hechos, contraria a los agricultores y favoreció a la ciudad y al capital, el haber restringido la apertura del mercado agrícola contribuyó efectivamente a aumentar la producción del campo. Pero la política agrícola del gobierno militar tuvo, por el contrario, un perfil decididamente anti-campesino. Abrir el mercado agrícola nacional implicó sacrificar los productos agrícolas en aras de asegurarle mercados de exportación a los grandes capitalistas. Los campesinos opusieron resistencia a este proceso, realizando protestas y manifestaciones de diversa envergadura en todas las regiones agrícolas del país, luchando contra las fluctuaciones de precios de la carne y los pimientos. Las protestas campesinas avanzaron lentamente y llegaron a constituir uno de los baluartes del movimiento democratizador, desarrollándose hasta transformarse en un combate frontal y generalizado contra el gobierno, conduciendo a manifestaciones nacionales de protesta en el centro de Seúl entre 1987 y 1988. Los frutos de esa lucha generaron las condiciones para la conformación de una organización de masas del movimiento campesino, de carácter independiente, la Liga de Campesinos Coreanos (KPL o Korean Peasant’s League).
Otro elemento importante fue la fricción generada a raíz de que EE.UU. exigiera abrir el mercado surcoreano a las importaciones. La política de liberalización de mercados aplicada por las administraciones militares sí expandió la liberalización en el área de la importación de productos industriales. Pero el gobierno de Reagan, que sufrió déficit gemelos (fiscal y de las cuentas corrientes de la balanza de pagos) sin precedentes, presionó enérgicamente por mercados abiertos para los productos industriales en que EE.UU. tenía fuerzas competitivas. La fricción comercial relacionada con la apertura de mercados entre ambos países se agudizó.
A lo largo de 1994, ya en vísperas de la creación de la OMC en enero de 1995, hubo en el país protestas generalizadas contra las negociaciones de la Ronda Uruguay. En el periodo posterior al lanzamiento de la OMC, el núcleo fundamental de la política general de apertura de mercados fue la apertura de los mercados financieros. Mientras que en el modelo de Park Chung Hee el mercado de capitales estaba cerrado, la política de apertura de mercados de Kim Young Sam condujo a un debilitamiento general de las regulaciones del sector financiero que, por ejemplo, le permitió a las compañías y a los bancos atraer préstamos del exterior. Esto llevó a que, a mediados y fines de los noventa, ingresaran al país 100 mil millones de dólares originados en préstamos del exterior. Eso provocó una reacción en cadena en que ese flujo súbito de capitales transnacionales primero llevó a un sobrecalentamiento de la economía y a una burbuja inmobiliaria, luego a la fuga rápida de capitales y finalmente a una crisis cambiaria. La crisis económica surcoreana tuvo raíces similares a las crisis que tuvieron que enfrentar muchos otros países del sudeste asiático. En ese proceso, EE.UU. impidió que Corea recibiera ayuda y préstamos del Japón y forzó la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) para ejecutar la rápida reestructura de la economía surcoreana. Aunque la injusta intervención de EE.UU. y el FMI condujo a la adopción apresurada de los preceptos subyacentes del neoliberalismo para la economía surcoreana, esto no generó una resistencia de masas en el país, ya que no existía una conciencia desarrollada sobre el sistema neoliberal.
Un movimiento de gran vuelo contra el neoliberalismo
La crisis asiática de 1997, que arrojó a la sociedad surcoreana en un mar de confusión y penurias, es una dramática expresión de la poderosa influencia que puede ejercer la globalización sobre un Estado-nación. El sistema de administración introducido por el FMI en Corea del Sur como resultado de la crisis cambiaria tuvo una influencia directa y total sobre la economía, e indirectamente afectó profundamente otras áreas de la sociedad. La lucha contra el neoliberalismo maduró y se generalizó cuando se implantó el sistema del FMI en 1997, y gradualmente afectó a toda la sociedad.

La lucha por frenar el TLC Corea-EE.UU.

En febrero de 2006, el gobierno surcoreano anunció que avanzaría en pos de un TLC con EE.UU. El TLC Corea-EE.UU. era prioritario no sólo por razones económicas, sino como un intento de aprovechar la estrategia político militar estadounidense de bloquear a China. El gobierno de Noh Moo-hyun alega que una de las razones que lo impulsaron a firmar un TLC Corea-EE.UU. fue controlar el crecimiento de China, y que para eso debía alinearse con EE.UU. Esto demuestra que existió un motivo político poderoso para impulsar un TLC con EE.UU. La ofensiva inesperada para conseguir la firma del TLC Corea-EE.UU. fue denunciada como una negociación vergonzosa y precipitada. No sólo no fueron debidamente preparadas las negociaciones, sino que desde el inicio se llevaron a cabo de prisa con tal de concluirlas a fines de junio, antes que venciera la vigencia de la Ley de Autoridad de Promoción del Comercio (conocida como Fast Track) del Congreso estadounidense. Por este motivo, en apenas 11 meses, se firmó el TLC tras ocho rondas de negociaciones.
Corea del Sur es una de las naciones que se ha visto severamente afectada en los últimos tiempos por la estrategia estadounidense de utilizar las políticas de sanidad animal y vegetal para afianzar el control empresarial corporativo de EEUU en todos los países que se lo permitan. En marzo de 2007 se firmó un acuerdo bilateral secreto sobre organismos genéticamente modificados (OGM o transgénicos), lateralmente a la ronda final de negociaciones del TLC EEUU-Corea del Sur.[1] Ese acuerdo debilita sustancialmente la capacidad de Corea del Sur para regular el ingreso de transgénicos de origen estadounidense (ver Recuadro 1). No es sorpresa entonces que la Organización de la Industria de Biotecnología con sede en Washington recibiera con beneplácito el acuerdo, y que ese grupo probablemente haya sido el único consultado previamente.
Cuando la tinta de las firmas del acuerdo sobre transgénicos apenas se estaba secando, ya empezaron a aparecer componentes de cultivos transgénicos de origen estadounidense en las provisiones de alimentos de Corea del Sur. Hasta ese momento las leyes sobre transgénicos, y específicamente las normas de etiquetado habían impedido básicamente el ingreso de transgénicos al país, excepto algunos utilizados en raciones para animales, aceites de soja y salsa de soja.[2] Pero a finales de abril de 2008, apenas cinco meses después que Corea del Sur hubiera comenzado a aplicar el Protocolo de Bioseguridad de la ONU, cuatro fabricantes locales de almidón empezaron a importar maíz transgénico, argumentando que no tenían otra opción puesto que el maíz no modificado genéticamente se había disparado a precios astronómicos en el mercado mundial. En medio de las protestas de los consumidores, manifestaron que su expectativa era comprar 1,2 millones de toneladas de maíz transgénico de EEUU en el correr del año.[3]
Corea del Sur no es el primer país que renuncia a su derecho soberano de fijar su propia política sobre alimentos transgénicos, tras las presiones de EEUU. Tanto India como la China ya antes habían eliminado sus restricciones a las importaciones de transgénicos, tras “discusiones” bilaterales con Estados Unidos. Tailandia revocó en 2004 su legislación estricta sobre etiquetado de transgénicos, cuando EEUU le advirtió que esa normativa afectaría sus negociaciones por un TLC. Después, las empresas estadounidenses presionaron a la oficina del Representante Comercial de EEUU (USTR), a fin de que utilizara el TLC propuesto con Tailandia como elemento de persuasión para que los tailandeses autorizaran ensayos de campo con transgénicos.[4] En Malasia se ha venido dando un proceso semejante, donde los grupos de presión empresarial de Estados Unidos han tratado de forzar al gobierno malayo a que abandone la idea de imponer el etiquetado obligatorio de los productos transgénicos, como prerrequisito para la firma del TLC propuesto entre EEUU y Malasia.[5]
Pero los transgénicos son sólo uno de los componentes de la agenda general, más amplia, de prioridades de las grandes empresas en materia de sanidad animal y vegetal, que se está viabilizando a través de canales bilaterales encubiertos a puertas cerradas. Esa estrategia se la conoce con términos en clave como “basado en la ciencia”, “equivalencia” y “armonización”. Pero realmente es imperialismo económico y cultural. Eso es muy claro y evidente en el caso de Corea del Sur.

¿Qué implica el acuerdo de Estados Unidos Corea del Sur sobre transgénicos?

1) Obliga a Corea del Sur a restringir la evaluación de riesgos –que aplica a los productos transgénicos importados para alimentación humana, animal o para procesamiento– solamente a los usos “predeterminados”. Eso significa que las empresas estadounidenses proveedoras de productos transgénicos no se hacen responsables de ningún uso “no predeterminado” del material. Fue exactamente de ese modo que el cultivo de maíz indígena de México fue contaminado por agricultores locales que sembraron granos de maíz estadounidense cuyo uso “predeterminado” era para cocinar. Y eso ocurrió, además, porque un tratado de libre comercio (el TLCAN) prescribió la apertura del mercado mexicano a los productos agrarios provenientes de Estados Unidos.
2) Obliga a Corea del Sur a abstenerse de hacer pruebas de “rasgos apilados” (OGM con múltiples transgenes) en un embarque –por ejemplo– de semillas transgénicas, si el uso comercial de los rasgos individuales fue autorizado previamente en Estados Unidos. Un alto porcentaje –que ascendió al 35% en febrero de 2008– de las solicitudes de importación de transgénicos a Corea del Sur son precisamente para materiales con “rasgos apilados”, para uso en alimentos de consumo humano y en raciones para animales.
3) Compromete a Corea del Sur a aplicar sus leyes de etiquetado de transgénicos de manera “predecible”. Eso significa que Seúl tiene que involucrar de algún modo a Washington antes de anunciar cambios en su política en la materia. Esto se asemeja a la cláusula de transparencia estipulada en la mayoría de los TLC de Estados Unidos, según la cual los países aparceros tienen que informarle a Washington sobre cualesquier modificaciones de sus políticas, antes de adoptarlas.
4) Establece el marco para la aplicación en Corea del Sur del Protocolo de Bioseguridad de la ONU (que Estados Unidos se niega a firmar) en lo que concierne a los productos transgénicos de origen estadounidense. Como resultado de una enmienda promovida por México en nombre de los países signatarios del TLCAN, el protocolo de bioseguridad ahora dictamina explícitamente que sus requisitos en materia de documentación de los embarques no se aplican al comercio entre países signatarios y no signatarios del protocolo, cuando esos intercambios ocurren en el marco de acuerdos o mecanismos bilaterales, multilaterales o regionales. Eso significa que los requisitos de documentación estipulados en el protocolo para el ingreso de productos transgénicos no se aplicarán al comercio entre Corea del Sur y Estados Unidos.

Víctimas de la aplanadora industrial cárnica

Como muchos otros países del mundo, Corea del Sur impuso en 2003 una prohibición total a las importaciones de carne de origen estadounidense, cuando un caso de encefalopatía espongiforme bovina (EEB o BSE por sus siglas en inglés, también conocida como ‘enfermedad de las vacas locas’) fue detectado en una res en Estados Unidos. La industria estadounidense de la carne se disgustó mucho, ya que Corea del Sur constituía su tercer mayor mercado de exportación. En 2006 los funcionarios de comercio de EEUU obligaron al gobierno surcoreano a reabrir parcialmente sus fronteras al ingreso de carnes estadounidenses, como prerrequisito para las negociaciones del TLC EEUU-Corea del Sur.
Desde entonces, Estados Unidos está embarcado en una ofensiva para recuperar sus valiosos mercados de exportación de carnes en Corea del Sur y otros países, mediante una estrategia doble que consiste en el establecimiento de su propio sistema de inspección de sanidad animal, consiguiendo luego que el resto del mundo lo acepte como seguro. Dado que EEUU examina por la EEB solamente al 1% de su rebaño bovino cada año, Corea del Sur y otros países son muy escépticos de la eficacia de ese sistema de control estadounidense.[6] EEUU trató entonces de ejercer su poder influencia en otros ámbitos y encontró eco en la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) –el organismo normativo internacional de la sanidad animal reconocido por la Organización Mundial del Comercio– que dictaminó que las carnes de Estados Unidos son fiables, sanas e inocuas
Lo que importa son las reglas, no la enfermedad
La estrategia de Estados Unidos en la OIE ha sido modificar las directrices para el comercio desde países con EEB, de manera tal que la condición sanitaria del país no se base más en la presencia o no de la EEB, sino en una ‘evaluación científica de riesgo’ de las medidas de control que el país en cuestión adopta para evitar que la EEB se cuele en las exportaciones. Estados Unidos dio un primer paso en esa dirección en 2003, cuando estableció una nueva categoría sanitaria de “riesgo mínimo” como parte de sus propias reglamentaciones aplicables a los países que exportan carnes a EEUU. Después promovió exitosamente una resolución en la OIE, adoptada en 2006, que efectivamente abolió las cinco categorías utilizadas originalmente para calificar la condición sanitaria de los países, y estableció en su lugar tres categorías nuevas –“riesgo insignificante de EEB”, “riesgo controlado de EEB” y “riesgo indeterminado de EEB”. Al mismo tiempo se decidió que la OIE, que hasta entonces determinaba solamente si un país estaba o no ‘libre de EEB’, podría ahora determinar si un país debía o no ser considerado como de “riesgo controlado”. Si un país obtiene esa calificación, eso quiere decir que puede empezar a exportar nuevamente con mayor facilidad.
En su sesión general celebrada en Paris en mayo de 2007, y con la presencia de manifestantes surcoreanos en las calles, la OIE publicó su primera lista de países con “riesgo controlado”, en la que Estados Unidos, como era de esperar, figuraba entre otros. Estados Unidos aprovechó inmediatamente ese dictamen. “Utilizaremos esta convalidación internacional para instar a nuestros socios comerciales a que reabran sus mercados de exportación a toda la gama de productos cárnicos y ganaderos de Estados Unidos”, declaró el Secretario de Agricultura de EEUU, Mike Johanns. “Emplearemos todos lo medios a nuestra disposición para asegurarnos que los países tomen medidas rápidas para adecuar sus requisitos a las normas internacionales”.
[Declaraciones del Secretario Mike Johanns al respecto de la clasificación de Estados Unidos por la OIE, 22 de mayo de 2007]
El dictamen de la OIE no obligó a Corea del Sur a modificar su reglamentación, pero como el tema estaba tan íntimamente ligado al TLC que en ese momento estaba a punto de ser firmado, Seúl cedió y reabrió sus mercados al ingreso de carnes de origen estadounidense. No obstante, el gobierno surcoreano sí impuso una condición importante: la carne importada no puede contener “material especificado como riesgoso” en términos de la EEB, como es el caso de los fragmentos óseos. La industria cárnica estadounidense parece tener dificultades para cumplir con este requisito relativamente sencillo, y los tres primeros embarques de carne de EEUU a Corea del Sur tras la reapertura del mercado surcoreano fueron rechazados por la presencia de fragmentos óseos.[7] En junio de 2007 Seúl decide suspenderles todos los permisos de exportación a los proveedores de EEUU, tras haberse constatado que dos embarques de productos cárnicos de las empresas Cargill y Tyson habían sido exportados a Corea del Sur sin los certificados de cuarentena necesarios.[8] Pero en lugar de tomar medidas para cumplir con las normas surcoreanas, la industria cárnica estadounidense –respaldada por legisladores del Congreso en Washington que no aprobarían el TLC a menos que Corea del Sur abriera totalmente su mercado a las carnes de EEUU—insistió que Corea del Sur debía modificar sus criterios y aceptar toda la carne vacuna de origen estadounidense, incluso aquella con fragmentos óseos y demás.

Convulsión social

El 18 de abril de 2008, con el TLC ya firmado pero pendiente todavía de la necesaria ratificación parlamentaria en ambos países, el nuevo presidente electo de Corea del Sur Lee Myung-Bak voló hasta Camp David en Estados Unidos para reunirse con George Bush. Allí mismo, lateralmente, el representante surcoreano de agricultura aceptó un conjunto de demandas muy detallado del gobierno estadounidense, con el fin de resolver el asunto del bloqueo a las exportaciones de carne de ese origen y allanar así el camino para el TLC: es una lista que consta de seis páginas de requisitos de importación de carnes, que básicamente le garantiza a EEUU todo lo quiere, y más.[9]
Ese protocolo sobre carnes abre las fronteras de Corea del Sur al ingreso de casi cualquier tipo de carne vacuna proveniente de Estados Unidos, y restringe enormemente los controles y medidas correctivas a disposición del gobierno surcoreano en caso de existir sospecha de problemas. Sumado a la revisión de las normativas internas de EEUU sobre qué no se le puede dar al ganado y los animales de granja como alimento (la prohibición asociada a las raciones para animales conocida como ‘enhanced feed ban’) –a la que queda sujeta el protocolo– el acuerdo debilita severamente las normas de sanidad e inocuidad de los alimentos que protegen a los consumidores surcoreanos.[10] El presidente de R-CALF, un grupo de incidencia de los ganaderos de Estados Unidos, describe con franqueza cómo afecta a los proveedores esa prohibición: “Esta prohibición de ciertos tipos de raciones sigue siendo más débil que cualquiera que se aplique en otros países que buscan controlar y mantener a raya la EEB. Estados Unidos sólo está suprimiendo de la alimentación animal dos de los tejidos de alto riesgo” –específicamente las amígdalas y los ojos. Puesto que la EEB se propaga alimentando al ganado con restos y subproductos de otras reses (infectadas), muchos sostienen que EEUU está haciendo realmente muy poco para controlar la enfermedad, y por ende está forzando a Corea del Sur a aceptar los riesgos.
El protocolo de las carnes ha generado mucha convulsión en Corea del Sur, ya que los surcoreanos simplemente no quieren que se les obligue a tomar esos riegos.[11] Varias ciudades se han visto sacudidas por manifestaciones nocturnas, algunas de las cuales han movilizado más de 100.000 personas, y los sindicalistas están pensando frenar con sus cuerpos el desembarque de cualquier cargamento de carnes vacunas de Estados Unidos. En un intento vano de calmar los ánimos, ambos gobiernos firmaron un nuevo protocolo de entendimiento mutuo según el cual Washington reconoce el derecho de Seúl a frenar las importaciones de carnes vacunas estadounidenses –pero sólo en caso de registrarse la presencia de la EEB, confirmada por EEUU. Las sospechas de brotes infecciosos de EEB no podrán ser invocadas como motivo para interrumpir los flujos comerciales. Mientras que el gobierno de Lee se debate entre los reclamos de los surcoreanos que exigen que se renegocie todo el acuerdo y la negativa de EEUU a hacerlo, el fondo del asunto es que el gobierno de Estados Unidos está forzando a otro país a eliminar sus medidas precautorias contra posibles amenazas a la salud derivadas de una industria alimentaria plagada de ellas.
Estos son los ejemplos que queremos demostrar, la forma y el metodo con que se negocia los famosos TLC, uniendo ademas a los ” lobbistas professionales” que utilizan todo tipo de mecanismo para anteponer los intereses personales al del Pais . Son beneficiosos estos Acuerdos? gana el Pais o los grandes “lobbistas” representantes de intereses de grandes Corporaciones?. Seguiremos analizando los TLC en una proxima entrega, esta vez Mexico.

NOTAS

[1] “US–Korea Understanding on Agricultural Biotechnology”, marzo de 2007, http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=11183
[2] El aceite de soja y la salsa de soja se consideran exentos de la exigencia de etiquetado obligatorio porque en sus procesos de producción supuestamente se eliminan las proteínas transgénicas.
[3] “Fears about GMOs”, editorial, Korea Times, Seúl, mayo 1 de 2008. http://www.koreatimes.co.kr/www/news/opinon/2008/05/202_23486.html
[4] Comentarios de Monsanto a la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, sobre el TLC EEUU–Tailandia, abril 8 de 2004, http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=93
[5] Misiva de la Organización de la Industria Biotecnológica (BIO) a la oficina del Representante Comercial de Estados, sobre las negociaciones del TLC EEUU-Malasia, fechada el 12 de mayo de 2006. http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=5063; AMCHAM Malasia/Cámara de Comercio de Estados Unidos, Presentación pública para el Tratado de Libre Comercio propuesto entre Estados Unidos y Malasia (USMFTA), mayo 19 de 2006, http://www.ftamalaysia.org/file_dir/189810006944cdb0c12ad9b.pdf
[6] Food and Water Watch, “Food safety consequences of factory farms”, ficha informativa, Washington DC, marzo de 2007, http://www.foodandwaterwatch.org/food/factoryfarms/foodsafety-factoryfarms
[7] Además de fragamentos óseos, el tercer embarque de carnes también contenía vestigios de dioxinas superiores a los niveles aprobados.
[8] “South Korea blocks US beef”, Associated Press, junio 5 de 2007.
[9] US–Korea Beef Protocol (2008), http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=11988
[10] El alcance del protocolo acordado entre Estados Unidos y Corea del Sur está condicionado por la prohibición estadounidense en materia de raciones para animales, ya que el protocolo hace constar que una vez que se haya hecho pública esa prohibición, Corea del Sur importará carnes vacunas (excepto los contados materiales riesgosos acordados) de ganado estadounidense de cualquier edad, no solamente de reses de 30 meses o más jóvenes. (El ganado de más de 30 meses es más propenso a infectarse con la EEB.) La prohibición revisada fue publicada en el Registro Federal de Estados Unidos el 25 de abril de 2008, una semana después de la firma del protocolo: http://frwebgate1.access.gpo.gov/cgi-bin/PDFgate.cgi?WAISdocID=373784484082+0+1+0&WAISaction=retrieve. Resulta extraño que esa prohibición cobre vigencia inmediata en Corea, mientras que en Estados Unidos no se la aplicará hasta dentro de un año, ya que se le dan doce meses de gracia a la industria para que tenga tiempo de adaptarse.
[11] Según las últimas encuestas, más del 75% de la población surcoreana no está dispuesta a comprar carnes vacunas de origen estadounidense, y más del 80% quiere que se renegocie el protocolo.

FUENTE: GRAIN