sábado, 18 de febrero de 2012

El papel de las Súper Poderosas



Por Lucio Agustin Torres*




¿A qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados.

Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PBI) estimada en unos 45 billones (millón de millones) de  dólares. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de dólares. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real...

Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea , puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos  (esos mismos que, con nuestro dinero, los Estados  salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos países.

Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior. Dirigida por los propios bancos, las compañías de seguros, los fondos especulativos, los fondos de pensiones, los establecimientos financieros que administran los ahorros. Ellos son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana de los Países. Y quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos...

Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero de los  Bancos Centrales  al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%... De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país, depende el tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la nota, más alto el tipo de interés.

El papel que juegan las chicas súper poderosas como las llama Eduardo Galeano, es el de extraños jueces que rigen la disciplina financiera y la soberanía económica de los países.  El destino económico de las naciones está ahora, en gran medida, en manos de las agencias de calificación crediticia, No han sido elegidas, no rinden cuentas y tienen un poder demasiado inflado, se dan el lujo de bajarle la calificación crediticia a los EE.UU. por tener una economía “basura”. Esto refleja el carácter antidemocrático y oligopólico de cómo se ha manejado hasta ahora el sistema financiero mundial.


Director Grupo Editor del Norte *

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