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sábado, 28 de abril de 2012

Los afectados por la crisis, son los más débiles.


  


Por Lucio Agustin Torres. *


Mucha tinta y verborrea se gasta cuando se habla de la crisis económica, política y social en este País, sin embargo, cuando miras las cifras y estadísticas, espejo de la realidad de una nación, la primera reacción es de indignación. Los afectados por la crisis, son los más débiles. Niños y jóvenes latinos son excluidos y frustrados a ser verdaderos ciudadanos del futuro, como reza algunos clichés hipócritas.
La población latina representa un creciente porcentaje de los jóvenes estadounidenses. En 2008 ascendía al 22% del total nacional, pero actualmente se acerca al 50% e incluso lo supera en varios estados, como Arizona, California, Nuevo México y Texas, y constituirá la mayoría de la población de edad escolar en una serie de estados en los próximos años. Entre los 16 millones de niños latinos que viven actualmente en los Estados Unidos, 9 de cada 10 son ciudadanos estadounidenses por nacimiento. Está claro que los niños y los jóvenes de origen latino—los trabajadores, consumidores, votantes y contribuyentes fiscales del futuro—representarán una parte esencial del bienestar económico, político y social de los Estados Unidos. Estos niños sufren dificultades económicas que pueden tener efectos negativos en su desarrollo y bienestar, así como presentar obstáculos para que se conviertan en adultos y padres productivos. En 2007 más de la cuarta parte (28%) de los niños latinos eran pobres, lo que ascendía a más del doble de la proporción de los de raza blanca (11%), pero algo menos del porcentaje correspondiente a los de raza negra (34%). La recesión económica y la crisis hipotecaria recientes han afectado con especial dureza a las familias latinas. Un estudio reciente reveló que dichas familias hicieron tremendos esfuerzos por evitar que se ejecutaran sus hipotecas, y quedaran sin reservas y vulnerables en términos financieros.

Los niños latinos frecuentemente viven en vecindarios con altos niveles de pobreza, aislados económica y socialmente de los ciudadanos estadounidenses de clase media, lo que puede afectar su acceso a trabajos bien remunerados más adelante en su vida. Una buena educación es frecuentemente una forma de salir de la pobreza, pero los niños latinos no están suficientemente representados en los programas de educación escolar temprana que podrían impartirles destrezas sociales y lingüísticas para ayudarles a tener un buen desempeño escolar. La probabilidad de estar inscritos en programas de enseñanza preescolar es mucho menor entre los niños latinos que entre los blancos no hispanos y los niños de raza negra. Algo más preocupante es la mayor tendencia entre los adolescentes latinos a abandonar la escuela antes de obtener su diploma de secundaria. En 2006, el 50% de varones y el 41% de las mujeres adolescentes de origen latino no se graduaron a tiempo, con el diploma normal, de la escuela secundaria (high school). Los niños latinos también tienen mayores dificultades en el área de salud que otros niños. En 2007, el 19% de los niños latinos carecían de seguro médico, comparado con el 9% de la de raza negra y tan sólo el 6% de los blancos no-hispanos. Entre los niños latinos con seguro médico, más de la mitad dependían de programas públicos de salud, como Medicaid, o el Programa de Seguro de Salud Infantil (CHIP por sus siglas en inglés, Children’s Health Insurance Program) que proporciona servicio médico a familias de bajo ingreso.

Los niños latinos tienen altos índices de obesidad y exceso de peso, lo que eleva su riesgo de sufrir diabetes del tipo 2, enfermedades cardiovasculares, asma, hipertensión y una variedad de problemas de salud. En 2007, el 41% de los niños latinos y negros eran obesos o sufrían de exceso de peso, comparado con tan sólo el 27% de los de raza blanca. Un tercer y preocupante punto es la violencia, Los 5 740 niños y adolescentes que murieron por armas de fuego en 2008 y 2009 llenarían más de 229 aulas de 25 estudiantes cada una de la educación pública, y son un número mayor que el de militares estadounidenses muertos en combate en Irak y Afganistán (5.013.) El análisis de los datos más recientes en 23 países de altos ingresos muestra que el 87 por ciento de las muertes por arma de fuego en niños menores de 15 años tuvieron lugar en Estados Unidos. La tasa de homicidios de niños y adolescentes de 15 a 24 años por arma de fuego en EE.UU. fue 42,7 por ciento mayores que la tasa general de homicidios para ese mismo grupo etario en otros países. La vida de cada niño es sagrada, y ya hace mucho que debemos protegerla. Después no nos quejemos.


Director Grupo Editor del Norte *

lunes, 5 de septiembre de 2011

El ojo del Huracan se encuentra instalado en Wall Street.



Lucio Agustín Torres *


Cuando en 2000 explotó la burbuja puntocom, pocos podían prever que las medidas que se tomaron para paliar la crisis darían lugar a otra burbuja todavía peor: la del crédito. La abundante liquidez, fruto de un entorno de tipos de interés en mínimos (en EEUU estuvieron en el 1% durante 12 meses, mientras que en la eurozona se colocaron en el 2%), facilitó a muchos hogares y empresas un endeudamiento barato. Esta situación se hizo insostenible en 2007. En el verano de ese año estalló la crisis crediticia o subprime, con la que todavía batallan los mercados. A diferencia de la burbuja puntocom, la crisis crediticia no se ha limitado únicamente a las bolsas, sino que ha tenido (y tiene) un impacto enorme en la economía real. Como en 2000, los gobiernos y las instituciones aprobaron toda una batería de medidas y estímulos para frenar la crisis. Y, como entonces, ello ha llevado a una situación en la que se podrían originar nuevas burbujas. (La deuda soberana, las materias primas, los países emergentes y las energías renovables). Y, como si de una tela de araña se tratase, todas las burbujas están interrelacionadas. Una burbuja se origina cuando el precio de un activo registra fuertes subidas no acordes con su valoración razonable, el oro; actualmente, por citar un ejemplo.
Nadie puede negar que en el centro de la crisis global que hoy vive el mundo se encuentra la (des)regulación de los mercados financieros. Bancos de inversión, fondos de cobertura y otros jugadores globales se la pasan timbeando con “posiciones de mercado” que usan como fichas, apostando a futuro la baja o alza de los commodities, lo que afecta los bolsillos de la población mundial.
Siempre que se refieren a precios, nos dicen que éstos se fijan por la ley de la oferta y la demanda en una especie de sabiduría del modelo de libre mercado, lo cierto es que cada vez menos cosas, definen los términos de intercambio del acero, el azúcar, el
cobre, el oro, la plata, los alimentos y otras mercancías. Su compra-venta se negocia en una especie de gran sala de casino mundial, “mercados de commodities”, que siguen en expansión a pesar de la crisis económica que enfrentan los hasta hace poco llamados países ricos, pero hoy altamente endeudados. Estos mercados, haciendo uso de determinadas reglas pactadas para el efecto, se prestan de manera idónea para la especulación de quien sólo ve la manera más fácil de acumular todo el capital posible.
Realmente parece un juego de póker. Los “inversores” -o mejor dicho, especuladores-, partiendo de variables reales en los stocks de las mercancías que están en juego, empiezan a hacer apuestas sobre cómo estas variables van a influir en los precios futuros ,y sin necesidad de mostrar las cartas, pueden reemplazar el azar por especulación pura al mismo tiempo que también afectan los precios hoy. Pues cualquiera que haya estudiado contabilidad (I), sabe que los precios responden, además de al stock, al costo de reposición del bien y si la apuesta que gana, en el lugar donde se fijan los precios a futuro, es al alza, los precios subirán hoy. O al revés, si es a la baja, generando mucho dinero a quien se mueve mejor en la fluctuación de precios, o mejor aún dirigiéndola. Siempre ganan porque las fichas no son las mercancías, objeto de la especulación, sino que lo que se transa son posiciones de mercado, una especie de cuotas representativas relacionadas con la variación de los precios. Y las ganancias con esta movida son mayores en muchos casos que las que se obtienen con la propia dinámica de la economía real. De ahí las burbujas que, al explotar, iban anunciando el inicio de la crisis global.
El Banco Mundial lo reconoce Según un reciente documento de la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos, sostiene que “las actividades de inversionistas financieros pudieran haber contribuido a las alzas de los precios también”. Tradicionalmente, aseguradores y especuladores han sido los principales jugadores en los mercados de futuros, pero en los últimos años, los fondos de inversión han devenido importantes jugadores también. Estos fondos pudieron haber influenciado indirectamente los precios de los commodities. Mientras tales compras no crean una real demanda por commodities, ellas podrían haber influenciado los precios, porque estos fondos son grandes comparados con sus contrapartes en el mercado físico y porque ellos se han expandido rápidamente”. En otras palabras, el juego de Monopolio de nuestros hijos – queda chico, en la vida real; la vida y supervivencia de la gran mayoría de la población mundial, se encuentra atada a los designios e intereses de grandes corporaciones, todos los sectores de la economía mundial vinculadas al capital financiero, representados directa o indirectamente en Wall Street.
Sin embargo, después de la primera etapa de la crisis global (crisis financiera 2007-2008), se produce un desplome de la economía mundial porque la explosión de la burbuja inmobiliaria, la caída a pique de las bolsas, la quiebra de bancos de inversión como Lehman Brothers, y el peligro de quiebra de otros, produjeron un credit crunch
(contracción del crédito) que afectó el comercio. Luego devino un enorme rescate financiero por parte de los Estados de aquellos grandes jugadores del sistema que se quedaron con la bomba de las hipotecas infladas en las manos y que, hoy por hoy, en muchos casos, han devuelto el monto del rescate debido a nuevos juegos en el póker mundial que sólo estuvo parado algunos meses. Y he aquí una de las mayores trampas que se montaron en la discusión sobre la crisis global. Me refiero a que luego del terremoto financiero, los especuladores volvieron a apostar con metales preciosos (oro y plata), cobre, aluminio, acero, alimentos y azúcar, y volvieron a generarse niveles de ganancias parecidos a los anteriores a la crisis. Y ese indicador sirvió para decir que estábamos saliendo del hoyo, mientras las crisis fiscal, de empleo y bancaria se desarrollaban en Europa, Japón, Estados Unidos y otros países y regiones, y duran hasta hoy.
AL RESCATE DE WALL STREET
La atención de la opinión pública internacional está centrada en el acuerdo pírrico firmado entre Barack Obama y el Congreso mediante el cual el presidente se compromete a aplicar un duro programa de ajuste fiscal, centrado en el recorte de gastos sociales (salud, educación, alimentación) e infraestructura por 2.5 billones de dólares (2.500.000 millones de dólares) pero preservando, como lo exige el Tea Party, el nivel actual del gasto militar y su eventual expansión. A cambio de esto, la Casa Blanca recibió la autorización para elevar el endeudamiento de Estados Unidos hasta 16.4 billones de dólares (es decir, 16.400.000 millones de dólares), cifra superior en unos dos billones al PIB de ese país. Con esto se espera –confiando en la “magia de los mercados”- superar la crisis de la deuda pública y reactivar la languideciente economía norteamericana. Esta receta ya fue implementada a sangre y fuego en América Latina y no funcionó; y tampoco lo hizo en la convulsionada Europa de estos días. Con este acuerdo lo único seguro será el agravamiento de la crisis y, de su mano, la acentuación de la belicosidad norteamericana en el escenario mundial.
El 21 de julio pasado se conoció el resultado de la auditoría integral realizada por la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (Government Accountability Office, GAO por su sigla en inglés) en la Reserva Federal (Fed), el banco central de los Estados Unidos, la primera que se practica a dicha institución desde que fuera creada en 1913.
Los resultados son pasmosos: en un plazo de poco más de dos años y medio, entre el 1º de Diciembre del 2007 y el 21 de Julio de 2010, la Fed. otorgó préstamos secretos a grandes corporaciones y empresas del sector financiero por valor de 16 billones de dólares, una cifra mayor que el PIB de los Estados Unidos que en el año 2010 fue de 14.5 billones de dólares y más elevada que la suma de los presupuestos del gobierno federal durante los últimos cuatro años. No sólo esto: la auditoría reveló también que
659 millones de dólares fueron abonados a algunas de las instituciones financieras beneficiadas arbitrariamente por este programa para que administrasen el multimillonario salva taje de bancos y corporaciones dispuesto como mecanismo de “salida” de la nueva crisis general del capitalismo. De ese gigantesco total unos 3 billones fueron destinados a socorrer a grandes empresas y entidades financieras en Europa y Asia. El resto fue orientado al rescate de corporaciones estadounidenses, encabezadas por el Citibank, el Morgan Stanley, Merrill Lynch y el Bank of America, entre las más importantes. Todo esto mientras la crisis profundizaba hasta niveles desconocidos la desigualdad económica dentro de la población estadounidense a la vez que hundía a crecientes sectores sociales en la pobreza y la vulnerabilidad social. Por supuesto, esta información apenas si mereció un espacio completamente marginal en la prensa financiera, tanto la internacional como la norteamericana, o en los grandes medios de comunicación de Estados Unidos.
Después de ver los estragos ocasionados por Irene, muerte, destrucción y pérdidas económicas, este fenómeno natural no se compara con la debacle a escala mundial, ocurrida en la economía americana, donde el ojo del huracán se encuentra en Wall Street, sin duda.
A continuación Transcribimos algunos párrafos más destacados de la declaración emitida por la auditoria de GAO :
21 de julio, 2011.
“La primera auditoría integral de la Reserva Federal descubrió nuevos asombrosos detalles acerca de cómo los Estados Unidos suministraron la friolera de 16 billones de dólares (16.000.000 de millones) en préstamos secretos para rescatar bancos y empresas estadounidenses y extranjeras durante la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Una enmienda propuesta por el Senador Bernie Sanders a la ley de reforma de Wall Street -aprobada hace exactamente un año atrás esta semana- había ordenado a la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (Government Accountability Office) llevar a cabo ese examen. “Como resultado de esta auditoría ahora sabemos que la Reserva Federal suministró más de 16 billones de dólares en asistencia financiera total a algunas de las más grandes corporaciones e instituciones financieras en los Estados Unidos y el resto del mundo”, dijo Sanders. “Esto es un clarísimo caso de socialismo para los ricos y descarnado individualismo tipo „sálvate como puedas‟ para los demás.”
Aclaración: la Government Accountability Office (GAO) es una agencia independiente y no partidaria que trabaja para el Congreso de los Estados Unidos. La misión de la GAO es investigar la forma en que el gobierno federal dispone de los dólares de los contribuyentes. El jefe de la GAO es el Contralor General de los Estados Unidos, y es designado por un período de 15 años por el Presidente a partir de una lista de candidatos elaborada por el Congreso. El jefe actual de la GAO es Gene L. Dodaro, quien había sido nominado por el Presidente Barack Obama en septiembre de 2010 y confirmado en su cargo en diciembre de ese mismo año al ser confirmado en su puesto por el Senado.
Entre otras cosas la auditoría estableció que la Reserva Federal “carece de un sistema suficientemente exhaustivo para tratar casos de conflictos de interés, a pesar de que existen serios riesgos de abusos en este sentido. De hecho, según esta auditoría la Reserva Federal emitió dispensas de conflicto de interés a favor de empleados y contratistas privados a fin de que pudieran mantener sus inversiones en las mismas corporaciones e instituciones financieras que recibían préstamos de emergencia.”
“Por ejemplo, el CEO de JP Morgan Chase cumplía funciones en el Directorio de la Reserva Federal de Nueva York mientras su banco recibía más de 390.000 millones de dólares en ayuda financiera por parte de la Reserva Federal. Además, JP Morgan Chase actuaba como uno de los bancos de compensación para los programas de préstamos de emergencia de la Fed.”
“Otro hallazgo perturbador de la GAO es el que refiere que el 19 de Septiembre del 2008 el señor William Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, recibió una dispensa para permitirle conservar sus inversiones en AIG (American International Group, un líder mundial en el campo de los seguros) y GE (General Electric) mientras estas compañías recibían fondos de rescate.. Una razón por la cual la FED no obligó a Dudley a vender sus acciones, según la auditoría, fue porque tal acción podría haber creado la apariencia de un conflicto de intereses.”
“La investigación también reveló que la Fed tercerizaba a contratistas privados como JP Morgan Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo la mayoría de sus programas de préstamos de emergencia. Estas mismas firmas también recibían billones de dólares de la Fed por préstamos concedidos a tasas de interés cercanas al cero.”
Los principales beneficiarios de estos préstamos –concedidos entre el 1º de diciembre de 2007 y el 21 de julio de 2010- son los siguientes:
Citigroup: $2.5 billones ($2,500,000,000,000)
Morgan Stanley: $2.04 billones ($2,040,000,000,000)
Merrill Lynch: $1.949 billones ($1,949,000,000,000)
Bank of America: $1.344 billones ($1,344,000,000,000)
Barclays PLC (United Kingdom): $868 mil millones ($868,000,000,000)
Bear Sterns: $853 mil millones ($853,000,000,000)
Goldman Sachs: $814 mil millones ($814,000,000,000)
Royal Bank of Scotland (UK): $541 mil millones ($541,000,000,000)
JP Morgan Chase: $391 mil millones ($391,000,000,000)
Deutsche Bank (Germany): $354 mil millones ($354,000,000,000)
UBS (Switzerland): $287 mil millones ($287,000,000,000)
Credit Suisse (Switzerland): $262 mil millones ($262,000,000,000)
Lehman Brothers: $183 mil millones ($183,000,000,000)
Bank of Scotland (United Kingdom): $181 mil millones ($181,000,000,000)
BNP Paribas (France): $175 mil millones ($175,000,000,000)
Wells Fargo & Co. $159 mil millones ($159,000,000,000)
Dexia SA (Belgium) ) $159 mil millones ($159,000,000,000)
Wachovia Corporation $142 mil millones ($142,000,000,000)
Dresdner Bank AG (Germany) $135 mil millones ($135,000,000,000)
Societe Generale SA (France) $124 mil millones ($124,000,000,000)
Todos los demás $2,6 billones ($ 2,639,000,000,000)
Total $16.115 billones ($ 16.115.000.000.000)
La versión completa del informe de la GAO puede consultarse en: http://www.gao.gov/new.items/d11696.pdf


Director de Blogs Alternativos en Red *

sábado, 9 de julio de 2011

La Crisis de los Estados.

 Por Lucio Agustin Torres *

La crisis financiera de 2008 y sus secuelas supusieron un duro golpe para las finanzas estatales, a medida que se disparaban las deudas públicas. Tanto en Europa como en Estados Unidos, este impacto excepcional se agrava por las presiones demográficas que aumentan a la vez que las presiones presupuestarias suben, al empezar a jubilarse los nacidos durante el ‘baby boom’. Por último, a ambos lados del Atlántico, la crisis económica divide a los políticos, por lo que resulta mucho más difícil encontrar soluciones racionales al problema de las deudas. En Washington debaten sobre un tope de endeudamiento, en Bruselas, observan el abismo de la deuda. Pero el problema básico es el mismo. Las finanzas públicas tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea están descontroladas y ambos sistemas políticos son demasiado deficientes como para resolver el problema. Estados Unidos y Europa están en el mismo barco y éste se está hundiendo.
Los expertos (del sistema) que escribieron sobre las causas estructurales de la crisis financiera se han dado cuenta que les faltaba un capítulo: El impacto de la “crisis financiera” en las finanzas del Estado. O sea, el costo (económico y social) que demandará a los Estados capitalistas (empezando por EEUU y las economías centrales) el salvataje (con dinero público de todos los contribuyentes) de los grandes conglomerados bancarios y empresariales que hicieron estallar la “burbuja” del colapso financiero a escala global en 2008.
Un nuevo actor emerge en la economía mundial: La “crisis fiscal” (producto de los déficit siderales que aquejan a los Estados de las economías centrales) que sucede a la “crisis financiera” en la debacle de la economía capitalista globalizada. Y hay una paradoja: La “crisis estatal” no nace como producto del endeudamiento privado sin respaldo (la economía de papel de los grandes conglomerados bancarios imperiales) sino como emergente de los programas estatales de salvataje financiero que han endeudado (sin respaldo fiscal) a los Estados centrales, con EEUU y la Unión Europea en primer término. Los billonarios fondos públicos utilizados para salvar a los megos consorcios bancarios
e industriales terminaron generando una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de las naciones capitalistas centrales (principalmente EEUU, la UE, Japón y China).

DESEMPLEO: MÁS GASOLINA AL FUEGO


La cuestión es la magnitud y la composición del desempleo en Estados Unidos y los Países de Europa–un problema que todavía no ha sido reconocido como corresponde por su impacto cada vez más perjudicial en el tejido social del país, su potencial económico y su posición fiscal y dinámica de deuda, ya bastante frágil. En un 9,8% casi tres años después del estallido de la crisis financiera global, la tasa de desempleo de Estados Unidos sigue tenazmente (e inusualmente) alta; · En lugar de reflejar una creación de empleos, gran parte de las mejoras de los últimos meses (con respecto al 9.8% en noviembre del año pasado) se deben a los trabajadores que salieron de la fuerza laboral, lo que llevó la participación de la fuerza laboral a un mínimo de 64,2%, que no se registraba desde hacía muchos años; · Si se incluyen los trabajadores de tiempo parcial ansiosos por trabajar jornada completa, casi uno de cada seis trabajadores en Estados Unidos están subempleados o directamente desempleados; · Más de seis millones de trabajadores han estado desempleados durante más de seis meses, y cuatro millones, por más de un año; · El desempleo entre los jóvenes de 16 a 19 años está en un asombroso 24%; · Prácticamente sin ingresos generados y con ahorros menguantes, los desempleados están en peores condiciones para poder hacer frente al alza de los precios del combustible y los alimentos, decididamente no tienen acceso al crédito y muchos tienen una deuda hipotecaria que excede el valor de sus viviendas. Estos y otros muchos factores hablan de una realidad desagradable e inusual para Estados Unidos. El país ahora tiene un problema de desempleo que es grande en magnitud y cada vez más estructural en naturaleza.
La reestructuración de las deudas públicas de los países, como abogan algunos ante la evidencia, es entonces sólo un aspecto de la crisis de deuda -es necesaria una reestructuración de las deudas privadas. ¿Pero cómo se reparten en forma equilibrada las pérdidas que ocasionaría una reestructuración a los acreedores? Alemania por ejemplo, que oficialmente aboga por un refinanciamiento, es el país que tiene las espaldas más anchas para compensar a su sistema financiero, lo cual dejaría a éste en una posición dominante en el mercado. Alemania pretende hacer recaer el costo de una refinanciación de la deuda pública de Grecia (y de la deuda de los bancos griegos con la banca alemana) en los bancos que nacionalizó al comienzo de la crisis -o sea que pagará el Tesoro, no los acreedores de esos bancos ni los bancos que no fueron
nacionalizados- como el Deustche o el Commerzbank. Otras formas de reestructuración tropiezan siempre con su costo; el Tesoro italiano, al borde de la bancarrota, no está en condiciones de financiar a los otros países en bancarrota. Un refinanciamiento colectivo sólo funcionaría como un paso hacia un sistema fiscal único de Europa -por ahora imposible. Lo decisivo, sin embargo, es algo que va más allá de la crisis financiera: el mercado mundial se contrae, es decir que los países en bancarrota no tienen salida por la vía de la recomposición de la industria y del comercio. El „default’ virtual de Grecia es la expresión de una bancarrota que se encuentra más allá de sus fronteras, y ésta la expresión de un límite histórico del conjunto del capital mundial.
El FMI señaló que Estados Unidos debe aumentar el techo de su deuda desde los actuales US$14.300.000.000.000 (14,3 billones de dólares), dado que está al borde del impago masivo, Con impagos soberanos a la orden del día, draconianos planes de ajuste y precariedad financiera global, podemos advertir lo que nos depara este segundo semestre. Que ahora sea el propio FMI el que diga que Estados Unidos está al borde del impago masivo, encierra una grave contradicción del sistema: el FMI nunca ha auditado las cuentas de la Reserva Federal de Estados Unidos, pero sí lo ha hecho con las cuentas de los países del Tercer Mundo, y se está haciendo ahora con Grecia. ¿Tiene sentido auditar a países pequeños, cuyo impacto y daño en caso de colisión es reducido, y no auditar a los países grandes, donde se realizan los grandes fraudes financieros? Por eso no debe sorprender que ante la visión interesada que hace circular versiones de que la crisis de deuda soberana que se desarrolla actualmente en Europa es la mayor amenaza para los mercados financieros globales, los economistas del Banco de China dicen: “es el de la deuda soberana de Estados Unidos, dado que es mucho más peligrosa que la crisis de la deuda europea, al estar imbricada en todo el mundo” y como “la crisis de la deuda soberana de Estados Unidos seguirá intensificándose en los próximos años, continuará creando alto niveles de riesgos.”
Hemos perdido nuestras casas, ahorros, trabajo, nos amenazan con quitarnos nuestras jubilaciones – ha llegado la hora de indignarnos, rebelarnos y de buscar nuevas alternativas a todo este desmadre.

Editor del Norte *