Lucio Agustín Torres
Hay un
fundamentalismo del cual casi no se habla, el fundamentalismo económico. Este
fundamentalismo tiene características similares al fundamentalismo religioso,
como demuestra acertadamente Juan José Tamayo en su libro: “Fundamentalismos”
(2004). Su dios es el dios dinero.
El
fundamentalismo económico, léase capitalismo internacional, impone su visión de
las cosas y no admite la disidencia, ésta es marginada o reprimida. Se muestra
ciego para lo que es evidente para otros, actúa autoritariamente en la
aplicación de su ideología. Se creen dueño de la verdad. Su prédica neoliberal
formula leyes universales y eternas, de obligado cumplimiento en todo tiempo y
todo lugar.
La economía
Peruana por décadas, es una economía exportadora de materias primas y cada vez más
dependiente de importaciones - por ende; carente de generar valor agregado, sin
embargo; el tema de debate es: ¿Por qué los recursos naturales, no benefician a
la nación? ¿Por qué el País tiene una larga historia de entreguismo y sobre
todo al capital corporativo internacional? El País cuenta con recursos naturales
más que suficientes para satisfacer sus necesidades y para resolver los
requerimientos de otros países fuera de la región como es el caso del petróleo.
Avanzar en ese aprovechamiento requiere debate y también abordar aspectos
concretos y planes para aprender en la práctica, Esto abarca el diseño de programas
integrales que aborden toda la cadena: desde la extracción del recurso, su
transformación e industrialización hasta el transporte a los mercados finales. Para
lograr esta meta, es necesario un vasto desarrollo científico y tecnológico. Lo
ha señalado la CEPAL: “la respuesta para sostener el crecimiento económico de
la región es diversificar su estructura de producción”.
Sin
embargo el fundamentalismo económico peruano, no admite debate alguno, todo lo
contrario arremete con su poder mediático y político a desviar el tema. El ex
presidente de Petroperú, Humberto Campodónico, hace algunas semanas demostró a través
de un artículo; países como Colombia, México, Chile – socios estratégicos en la
Alianza del Pacifico con el Perú, mantienen empresas estatales que compiten en
el mercado internacional, pero peor aun; operan en territorio peruano, como
contratistas del petróleo peruano, beneficiándose por sus operaciones, a
diferencia del Perú que no tiene empresa estatal y le venden su propio recurso energético
a precios internacionales. Es el caso de Ecopetrol.
Queda
claro que en Colombia hay una política de Estado, ¿no es cierto? Dice Campodónico…y
termina:
“En el
Perú, todo está listo para que se firme el contrato de modernización de la
Refinería de Talara, cuya ingeniería ha sido validada por tres empresas
internacionales. Pero hay oposición en el MEF, que pide una ley del Congreso.
Se sabe también que la clave para el fortalecimiento de Petroperú –y, por ende,
para financiar la Refinería de Talara– es que tenga producción propia de
petróleo, como Ecopetrol. Eso debiera suceder, ya, con los Lotes de Talara que
están por revertir al Estado.
Pero aquí
se dice que Petroperú no tiene capacidad técnica ni económica (lo que es falso)
y Perupetro plantea la renovación a dedo por 10 años con los operadores
existentes, algo a lo cual no obliga el contrato vigente. Por tanto, es una
“gracia” que el Estado peruano le da porque sí (negándosela a Petroperú). Y
cuando Perupetro dice que Petroperú tenga aunque sea el 25%, sale El Comercio a
decir que la empresa sufre de “enanismo” porque quiere crecer “subiéndose a los
hombros de otras empresas” Increíble pero cierto. ¿Qué dicen a todo esto los
nacionalistas? ¿Existen?
Quizás
por eso sea tan válida la frase de Antonio Raimondi: "El Perú es un
mendigo sentado en un banco de oro" con la gran diferencia que ahora
emana un olor nauseabundo y esa pestilencia es la corrupción que vive el Perú.