Por Lucio Agustín Torres*
Mientras en la política menuda, los poderes facticos
colocan la “agenda” reproducida por los grupos mediáticos, como es la novela
del indulto, para el reo Fujimori. La real política, es decir la economía y sus
diferentes temas y problemática, se oculta, no se habla – blasfemia es
cuestionar. Durante más de una década escuchamos que el PBI crece de forma
sostenida, que lideramos el crecimiento económico y tenemos la tasa de
inflación más baja de la región. Las cifras muestran que el Perú ha crecido. La
pregunta de cajón es: ¿Quiénes se han beneficiado con este crecimiento?
El Perú crece, pero lo lógico sería que los sueldos de la
gran población trabajadora crezcan también. O ¿Sera acaso que en el reino del
neoliberalismo peruano, solo algunos son los elegidos?
Veamos algunos datos: El PBI per cápita, a precios de
1994, registrado en el 2011 fue de S/. 7539, representando un crecimiento del
62.8%, 68.5% y 44.6% con relación a los años 2000, 1995 y 1980, respectivamente.
En contraparte, el salario promedio del sector público ascendió a S/. 1,108 en
el 2011, sin embargo, en términos reales el salario del sector público es
básicamente el mismo registrado en el año 2000 (ha caído en 0.0081%), apenas ha
crecido con respecto a 1995 (4.32%) y es dramáticamente inferior a lo
registrado en 1981 (han caído en 78.47%).
En el caso de la remuneración mínima vital, el incremento a 750 soles ha permitido, en términos reales, un crecimiento del 20.7% y 160.4% en relación con los años 2000 y 1995, respectivamente. No obstante, la remuneración mínima es 54.7% inferior a la registrada en 1980.
En el caso de la remuneración mínima vital, el incremento a 750 soles ha permitido, en términos reales, un crecimiento del 20.7% y 160.4% en relación con los años 2000 y 1995, respectivamente. No obstante, la remuneración mínima es 54.7% inferior a la registrada en 1980.
En la última década los salarios han reducido su
participación en el PBI en cerca de 3 puntos porcentuales, pasando de 25 a 22%.
Al otro extremo, mientras el 2001 las utilidades de las empresas trasnacionales
en el Perú fueron 131 millones de dólares, el 2011 alcanzaron a 12 866 millones
de dólares (datos del BCR), casi 100 veces más, principalmente por las sobre
ganancias mineras. Esas utilidades de unas pocas empresas extranjeras, son
similares al consumo de los 12 millones de peruanos más pobres, el 40% más bajo
de la distribución del ingreso.
Uno de los conflictos actuales, sin duda es Cajamarca; una
de las regiones con mayores índices de pobreza del país, con una población
total de 1.5 millones de habitantes (2011) y un coeficiente de electrificación
rural de apenas el 64%, tuvo, en el 2011, inversiones mineras por más de US$
1.430 millones, el doble con respecto a la del 2010 (US$ 554.5 millones).
La empresa con mayor explotación minera en esa región es sin duda Yanacocha, que exportó US$ 2.049 millones, según el Boletín Mensual de Aduanas, y es una de las empresas principales del país en contribuir a que el Perú haya sido el primer productor de oro a nivel Latinoamericano y sexto a nivel mundial en el 2011.
La contratapa de esta historia de grandezas, no obstante, es que Cajamarca tiene un Índice de pobreza de 0.56% y se encuentra en el puesto 20 de los 24 departamentos pobres a nivel país.
La empresa con mayor explotación minera en esa región es sin duda Yanacocha, que exportó US$ 2.049 millones, según el Boletín Mensual de Aduanas, y es una de las empresas principales del país en contribuir a que el Perú haya sido el primer productor de oro a nivel Latinoamericano y sexto a nivel mundial en el 2011.
La contratapa de esta historia de grandezas, no obstante, es que Cajamarca tiene un Índice de pobreza de 0.56% y se encuentra en el puesto 20 de los 24 departamentos pobres a nivel país.
Sin tomar en cuenta la historia, y siendo adicta al dogma
del desfasado Consenso de Washington, la tecnocracia peruana y su prensa “basura”
celebran el buen desempeño de la economía nacional que en agosto ha crecido
6.33%.
Es que a pesar del sombrío panorama mundial, el PBI sigue expandiéndose, afirman quienes no ven que estamos todavía en el auge económico, pero que el declive vendrá inexorablemente si no se hace algo por evitar el eterno boom-exportador de la economía nacional.
Es que a pesar del sombrío panorama mundial, el PBI sigue expandiéndose, afirman quienes no ven que estamos todavía en el auge económico, pero que el declive vendrá inexorablemente si no se hace algo por evitar el eterno boom-exportador de la economía nacional.
Ese auge-declive se cumplirá una vez más porque los años
de bonanza no se han traducido en avances sustanciales por infraestructura,
diversificación productiva, calificación/educación y tecnología. Incluso se
cerrará este periodo sin una industria petroquímica derivada de nuestra riqueza
natural, porque las trasnacionales que lucran con el gas peruano durante los
últimos dos gobiernos no quieren dejar este importantísimo negocio.
Y cuando se les recuerda a los analistas y políticos neoliberales que seguimos siendo tan dependientes de la demanda internacional -pues más del 60 por ciento de las exportaciones son minería, y de ella depende más de la quinta parte del presupuesto nacional- nos dicen acalorados que el Perú viene creciendo en estos meses por el dinamismo de la demanda interna. Creen que con eso demuestran que todo va bien. Se equivocan porque no hay políticas públicas dirigidas a promover el mercado interno. Predomina la inercia y arrastre de la apuesta primario-exportadora y cuando eso termine, también caerá el dinamismo del que se enorgullecen.
Y cuando se les recuerda a los analistas y políticos neoliberales que seguimos siendo tan dependientes de la demanda internacional -pues más del 60 por ciento de las exportaciones son minería, y de ella depende más de la quinta parte del presupuesto nacional- nos dicen acalorados que el Perú viene creciendo en estos meses por el dinamismo de la demanda interna. Creen que con eso demuestran que todo va bien. Se equivocan porque no hay políticas públicas dirigidas a promover el mercado interno. Predomina la inercia y arrastre de la apuesta primario-exportadora y cuando eso termine, también caerá el dinamismo del que se enorgullecen.
Jorge Basadre se refería a la prosperidad falaz como el
periodo en que el Estado peruano recibió enormes ingresos por la exportación del
guano -allá por la segunda mitad del siglo XIX- pero que no fueron invertidos
en industrializar al país, lo que nos llevó a la posterior dependencia del
crédito externo y la consecuente bancarrota fiscal. Hoy, más de un siglo después, estamos casi en
lo mismo.
Al parecer el Perú no ha aprendido la lección, seguimos
viviendo de una economía falaz.
* DIRECTOR GRUPO EDITOR DEL NORTE