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sábado, 27 de octubre de 2012

Economía Falaz





Por Lucio Agustín Torres*




Mientras en la política menuda, los poderes facticos colocan la “agenda” reproducida por los grupos mediáticos, como es la novela del indulto, para el reo Fujimori. La real política, es decir la economía y sus diferentes temas y problemática, se oculta, no se habla – blasfemia es cuestionar. Durante más de una década escuchamos que el PBI crece de forma sostenida, que lideramos el crecimiento económico y tenemos la tasa de inflación más baja de la región. Las cifras muestran que el Perú ha crecido. La pregunta de cajón es: ¿Quiénes se han beneficiado con este crecimiento?
El Perú crece, pero lo lógico sería que los sueldos de la gran población trabajadora crezcan también. O ¿Sera acaso que en el reino del neoliberalismo peruano, solo algunos son los elegidos?
Veamos algunos datos: El PBI per cápita, a precios de 1994, registrado en el 2011 fue de S/. 7539, representando un crecimiento del 62.8%, 68.5% y 44.6% con relación a los años 2000, 1995 y 1980, respectivamente. En contraparte, el salario promedio del sector público ascendió a S/. 1,108 en el 2011, sin embargo, en términos reales el salario del sector público es básicamente el mismo registrado en el año 2000 (ha caído en 0.0081%), apenas ha crecido con respecto a 1995 (4.32%) y es dramáticamente inferior a lo registrado en 1981 (han caído en 78.47%).
En el caso de la remuneración mínima vital, el incremento a 750 soles ha permitido, en términos reales, un crecimiento del 20.7% y 160.4% en relación con los años 2000 y 1995, respectivamente.  No obstante, la remuneración mínima es 54.7% inferior a la registrada en 1980.
En la última década los salarios han reducido su participación en el PBI en cerca de 3 puntos porcentuales, pasando de 25 a 22%. Al otro extremo, mientras el 2001 las utilidades de las empresas trasnacionales en el Perú fueron 131 millones de dólares, el 2011 alcanzaron a 12 866 millones de dólares (datos del BCR), casi 100 veces más, principalmente por las sobre ganancias mineras. Esas utilidades de unas pocas empresas extranjeras, son similares al consumo de los 12 millones de peruanos más pobres, el 40% más bajo de la distribución del ingreso.
Uno de los conflictos actuales, sin duda es Cajamarca; una de las regiones con mayores índices de pobreza del país, con una población total de 1.5 millones de habitantes (2011) y un coeficiente de electrificación rural de apenas el 64%, tuvo, en el 2011, inversiones mineras por más de US$ 1.430 millones, el doble con respecto a la del 2010 (US$ 554.5 millones).
La empresa con mayor explotación minera en esa región es sin duda Yanacocha, que exportó US$ 2.049 millones, según el Boletín Mensual de Aduanas, y es una de las empresas principales del país en contribuir a que el Perú haya sido el primer productor de oro a nivel Latinoamericano y sexto a nivel mundial en el 2011.
La contratapa de esta historia de grandezas, no obstante, es que Cajamarca tiene un Índice de pobreza de 0.56% y se encuentra en el puesto 20 de los 24 departamentos pobres a nivel país.
Sin tomar en cuenta la historia, y siendo adicta al dogma del desfasado Consenso de Washington, la tecnocracia peruana y su prensa “basura” celebran el buen desempeño de la economía nacional que en agosto ha crecido 6.33%.
Es que a pesar del sombrío panorama mundial, el PBI sigue expandiéndose, afirman quienes no ven que estamos todavía en el auge económico, pero que el declive vendrá inexorablemente si no se hace algo por evitar el eterno boom-exportador de la economía nacional.
Ese auge-declive se cumplirá una vez más porque los años de bonanza no se han traducido en avances sustanciales por infraestructura, diversificación productiva, calificación/educación y tecnología. Incluso se cerrará este periodo sin una industria petroquímica derivada de nuestra riqueza natural, porque las trasnacionales que lucran con el gas peruano durante los últimos dos gobiernos no quieren dejar este importantísimo negocio.
Y cuando se les recuerda a los analistas y políticos neoliberales que seguimos siendo tan dependientes de la demanda internacional -pues más del 60 por ciento de las exportaciones son minería, y de ella depende más de la quinta parte del presupuesto nacional- nos dicen acalorados que el Perú viene creciendo en estos meses por el dinamismo de la demanda interna. Creen que con eso demuestran que todo va bien. Se equivocan porque no hay políticas públicas dirigidas a promover el mercado interno. Predomina la inercia y arrastre de la apuesta primario-exportadora y cuando eso termine, también caerá el dinamismo del que se enorgullecen.
Jorge Basadre se refería a la prosperidad falaz como el periodo en que el Estado peruano recibió enormes ingresos por la exportación del guano -allá por la segunda mitad del siglo XIX- pero que no fueron invertidos en industrializar al país, lo que nos llevó a la posterior dependencia del crédito externo y la consecuente bancarrota fiscal.  Hoy, más de un siglo después, estamos casi en lo mismo.
Al parecer el Perú no ha aprendido la lección, seguimos viviendo de una economía falaz.


* DIRECTOR GRUPO EDITOR DEL NORTE

domingo, 13 de mayo de 2012

Perú: una mirada a los salarios y el empleo.


  


Por Lucio Agustin Torres *


El ego colosal del ex presidente Alan García no solo es criticado en el Perú, ahora lo es también a nivel mundial. Su visionario optimismo sobre el crecimiento de la economía mundial fue derrumbado en pocos segundos por expertos extranjeros, panelistas del programa Oppenheimer de CNN en español, quienes aseguraron que el ex mandatario “vive en otro planeta” y lo tildaron de “desinformado”. Este hecho sucedido hace unas semanas atrás, nos brinda la oportunidad de referirnos a temas económicos que no se habla en periódicos –tergiversados por demagogos como García.
A pesar que en la última década, la producción de bienes y servicios en el país casi se ha duplicado –principalmente debido al aumento de la productividad, el salario mínimo real tan solo creció 1 por ciento, y el salario medio real 0.9 por ciento. Es decir, hubo más plata pero se repartió peor, lo que confirma que “crecimiento económico” no es igual a “bienestar de la población”.

Precisamente, la parte más política de la economía es la distribución del excedente, que tan solo tiene tres destinos posibles: utilidades, impuestos y salarios. De estos tres, lo que más ha crecido en el Perú son las utilidades de las empresas, pues tanto la presión tributaria, como la participación de los salarios en el PBI se mantienen en niveles bastante bajos.

De cada 100 soles que se producen en el Perú, solo 15.3 van a la caja fiscal vía impuestos (presión tributaria 2011) y 21.2 a los trabajadores vía salarios, mientras que 63.1 representan las ganancias del capital y en menor medida (10%) la de los independientes (excedente de explotación).
En el caso de los salarios, la falta de mecanismos periódicos y previsibles de aumento de las remuneraciones en relación con inflación y productividad; y la satanización de los sindicatos y –en consecuencia- la práctica desaparición de la negociación colectiva, convierte cada aumento salarial en una intensa lucha hasta ahora perdida por los trabajadores.
Esa derrota del campo laboral se ha intensificado conforme la economía ha ido creciendo más, lo que configura un escenario de desigualdad creciente. La participación de los ingresos de los trabajadores como porcentaje del PBI ha caído de 25.1 a 21.2 por ciento en la última década y ni que decir si tomamos como punto de partida el año 1990, cuando los trabajadores se quedaban con el 30.1 por ciento de la torta del PBI.

Para entender este indicador podemos decir que de cada 100 soles que se producen hoy en el Perú, 21 soles con 20 céntimos equivalen al salario de los trabajadores, mientras que hace 10 años, antes de la bonanza, ese salario equivalía a 25 soles con 10 céntimos, y hace 20 años equivalía a 30 soles de cada 100.

Si eso sucede en el sector del empleo formal, la gran parte de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada que se encuentra en el subempleo o informalidad laboral, además afronta la ausencia de cobertura de seguridad social de salud y pensiones, entre otros beneficios sociales.
Esa es la paradoja del crecimiento con desigualdad, la misma que explica que a pesar del llamado “milagro económico peruano” cada vez más peruanos y peruanas busquen oportunidades en el extranjero. En efecto, ni en los años en que la bancarrota fiscal, la hiperinflación y la guerra interna parecían acabar con el país, teníamos a tantos compatriotas migrando. A fines de los ochenta e inicios de los noventa, salían del país aproximadamente 50 mil peruanos anualmente a buscar trabajo en otras latitudes. Esa cifra se ha multiplicado por cinco en la actualidad, es decir 250 mil personas salen anualmente del territorio peruano a buscarse la vida.

Es que puede haber más trabajo, pero los salarios son lamentables. Desde la mano de obra menos calificada hasta la más calificada, o dicho de otro modo, desde el trabajo doméstico hasta el trabajo de un cirujano se remunera mucho más en países incluso vecinos con menor crecimiento que el Perú.(Cholo  Barato).

Además de exportar materias primas, terminamos exportando gente, y mucha de ella con talento. Y pensar que muchos compatriotas creen en las recetas del “vendedor de cebo culebra”.


* Director Grupo Editor del Norte.




ANEXO

                                                                           CUADRO 1




                                                                      CUADRO 2