domingo, 21 de noviembre de 2010

EL DERECHO A LA INFORMACIÓN




A veces es difícil hacerse una idea clara de los acontecimientos que pasan por el mundo. Normalmente, a excepción de que sea algún hecho que nos afecte personalmente y lo conozcamos de primera mano, nos basamos en las informaciones que nos ofrecen los medios de comunicación. Es decir, que podemos afirmar que estamos informados de lo que estos medios estiman conveniente y hasta el nivel que ellos crean oportuno. Esto provoca que la información disponible esté controlada por grandes corporaciones a las que pertenecen los mass media y, por ello, pierden gran parte de la objetividad que se les supone ya que es evidente que ningún periodista que trabaje en estos medios va a morder la mano que les da de comer.

En España, por ejemplo, es prácticamente imposible encontrar referencias acerca de los desastres ecológicos provocados por varias multinacionales patrias en toda América Latina. Todavía es más difícil, si cabe, encontrar alguna información acerca de la implicación de dichas multinacionales en la violación de derechos humanos fundamentales en aquella misma región.
Los casos se suceden cuando se trata de desinformar acerca de hechos relacionados con los grandes grupos bancarios del país (que por supuesto forman parte del accionariado de estas corporaciones de la información) como el BBVA y el BSCH los cuales son grandes inversores de empresas dedicadas a la fabricación de todo tipo de armamento.
Toda la información que se nos ofrece tiene como finalidad el que permanezcamos totalmente ajenos a aquello que realmente es importante, haciéndonos creer todo lo contrario. Por poner un ejemplo, todos los días del año sin excepción conocemos la última hora de nuestros maravillosos futbolistas que tanto bien hacen al país, sin ir más lejos cada día tenemos el debate sobre quién es mejor que quién o cómo debería jugar un determinado equipo. Pues bien, estoy seguro de que casi todo el mundo sabe de lo que hablo y tiene una opinión al respecto, sin embargo, me pregunto cuánta gente es conocedora del importante acuerdo comercial que se está gestando con Arabia Saudita, gracias al cual España venderá armamento militar por valor de 3.000 millones de euros a una dictadura contraviniendo de esta manera todas las disposiciones que el propio gobierno español tiene acerca de la venta de armas.
Sin ir más lejos, estos días estamos siendo testigos de una nueva ola de represión por parte de Marruecos sobre el pueblo saharaui que los grandes medios de comunicación se han encargado de suavizar siguiendo el dictado de la política española y de los intereses económicos de nuestras empresas. Por supuesto no ha habido ni una sola mención al hecho de que mucho del armamento utilizado es de fabricación española y de que Marruecos sea uno de nuestros mejores clientes en ese sentido.

Parece claro que la información es una mercancía más dentro de este sistema en el que todo es susceptible de ser comprado y vendido. Lejos queda, siempre hablando de la mayoría, el espíritu informativo que debería servir de guía en el trabajo periodístico y, más lejos aún, el análisis riguroso de las informaciones.
Hoy en día, la nota predominante en la información es la homogeneidad de las noticias, en la mayoría de medios se reproducen los mismos textos e imágenes quedando claro que dichos medios se han convertido en meros transmisores del mensaje de aquellos que pretenden imponernos una manera de pensar.
Lo cierto es que se han convertido en el vehículo perfecto para difundir el mensaje de las elites. Día tras día se encargan de focalizar nuestra escasa atención en aquellas cuestiones que ellos consideran que deben ocupar nuestras mentes y favorecer, de esta manera, sus intereses. Cada vez se dedica más espacio en los medios a los deportes y a la vida privada de personas que sólo existen en la medida en que se habla de ellas.
Tan sólo hay que ver la gran cantidad de canales de televisión que han llegado a los hogares españoles con la aparición de la Televisión Digital Terrestre y ni uno de ellos aporta ni un gramo de calidad informativa, eso sí, ahora tenemos la oportunidad de “disfrutar” en abierto de la cadena de noticias oficial del Imperio que puntualmente nos pone delante de los ojos las ideas y los hechos que debemos asumir como certeza absoluta (obviamente me refiero a la CNN).
Vivimos en una época en la que nos gusta pensar que la libertad de expresión es una de las señas de identidad de las sociedades modernas, sin embargo, esa supuesta libertad queda restringida a no salirse del flujo de información que marcan las grandes corporaciones. Existe una censura de doble vertiente, por un lado, dentro de los grandes medios se desestiman todas aquellas noticias que sean contrarias a sus intereses o los de sus accionistas como hemos comentado anteriormente. Por otro lado, hay una censura evidente para los medios no tan masivos como le sucedió en su día a la revista El Jueves por una simple caricatura o como le ha sucedido varias veces al periódico Diagonal (diferentes reporteros de este periódico han sido agredidos mientras cubrían actos fuera del sistema) o como les está sucediendo a varias webs (entre ellas Kaosenlared o LaHaine) que son amenazadas con el cierre por difundir informaciones consideradas como peligrosas por el stablishment político y económico.

El estar bien informados es un derecho y una obligación que cada uno de nosotros debe intentar conseguir en la medida de sus posibilidades. Una buena estrategia puede ser no dejar de sopesar ninguna información venga de donde venga y tratar de encontrar diferentes versiones sobre los mismos hechos. Sólo con una actitud crítica conseguiremos hacernos con una idea global de lo que sucede a nuestro alrededor y comprender así el porque de las estrategias y las decisiones de aquellos que rigen el destino de la población.

FUENTE  : Quebrantando El Silencio

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO



Desde que en la década de los 80 los gobiernos de Reagan en los Estados Unidos y Thatcher en Inglaterra relanzaran el capitalismo hacia cuotas jamás antes alcanzadas, el implacable avance de la maquinaria neoliberal no se ha detenido ni un solo instante.Además de estas políticas, varios factores son los que han permitido esta salvaje expansión del libre mercado.
En primer lugar, el desmantelamiento del bloque comunista (con la consabida imagen de la caída del muro de Berlín) permitió a los halcones del capitalismo lanzarse sobre la economía de Europa del Este estableciendo el libre mercado como el remedio a todos los males, esto les permitió hacerse con toda la industria soviética que durante años había crecido sin parar al amparo de la planificación central del partido comunista.
Otro momento clave de la globalización del capitalismo es la primera guerra del Golfo Pérsico. Con la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos se lanza un mensaje muy claro al resto del planeta: todo aquel que se oponga a las reglas de juego del libre mercado capitalista, será aplastado sin misericordia. Afortunadamente siguen habiendo Estados que se oponen a este sistema carroñero y proponen alternativas (que cada cual las juzgue como quiera pero hay que reconocerles el valor de intentar buscar su propio camino).
Sin duda, uno de los factores fundamentales para esta expansión ha sido el avance tecnológico.
La aparición de la tecnología de comunicaciones (sobre todo Internet) como objeto de uso global ha facilitado el tránsito de información de una punta a otra del globo de manera instantánea. Este flujo de datos permite un mayor control sobre la producción a escala mundial, ninguna región por pequeña y remota que sea escapa al control de las transnacionales ni a la dictadura del mercado. Hoy en día se produce un alimento en una esquina del planeta y su precio de venta se fija unos cuantos meses antes a miles de kilómetros de distancia. A pesar de todo esto, la aportación más importante de los avances tecnológicos para el mercado libre es el tránsito de capitales, a día de hoy, el dinero en grandes cantidades circula por todo el planeta en cuestión de segundos. De hecho, esto supone la mayoría del comercio y los beneficios a escala mundial. Ya no se gana dinero comprando y vendiendo productos. Ahora, gracias a la tecnología, los beneficios se obtienen invirtiendo y desinvirtiendo dinero en cuestión de segundos. La especulación bancaria y monetaria es el mayor negocio del sistema capitalista y la principal fuente de ingresos de las grandes fortunas del planeta. Es muy habitual observar ataques especulativos en todos los frentes de la economía mundial (atacan a los bancos, a las monedas nacionales, a la deuda pública de los Estados, a las bolsas de valores,...)
Por tanto es bastante lógico asegurar que quien tiene el poder sobre la tecnología, tiene mucho ganado a la hora de dominar la economía mundial.
No obstante, es indudable que el factor más importante para la globalización capitalista en la que vivimos inmersos, es la política económica de las grandes potencias. Una de las armas más poderosas y devastadoras, sino la que más, de esta política son los Tratados de Libre Comercio (TLC)
Los TLC son acuerdos entre dos o más países cuyo objetivo es establecer reglas comunes para normalizar la relación comercial entre ellos y liberalizar la totalidad de productos y servicios que se comercia entre los países, se busca crear una zona de libre comercio entre las Naciones participantes.
También son instrumentos de política exterior que los países utilizan para consolidar y ampliar el acceso de sus productos y eliminar barreras arancelarias, así como establecer mecanismos de cooperación entre los Estados. Esto es lo que dice la teoría, pero al parecer esto sólo es así (en cierta medida) cuando el tratado se establece entre países de similar nivel socio-económico como puede ser el tratado de la Unión Europea o el de los propios Estados Unidos. En este caso se observan consecuencias negativas para las regiones con menor potencia económica pero, no significa una completa debacle para ellos. Sin embargo, este no es el tipo de tratado habitual.
En la mayoría de las ocasiones estos acuerdos se establecen entre países ricos y pobres y, es aquí, donde los TLC se muestran como lo que son: una verdadera arma de expolio en favor de las grandes corporaciones.
Uno de los primeros y más importantes acuerdos de este tipo fue el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) firmado a principios de los noventa por los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México. Parecía un acuerdo favorecedor para todos (o eso dejaban entrever las sonrisas de los dirigentes mientras firmaban el acuerdo) Sin embargo, tan sólo tres años después de la firma el gobierno norteamericano tuvo que inyectar 50.000 millones de dólares ante la inminente caída de la economía mexicana. ¿Por qué lo hicieron? Básicamente por dos motivos: uno, para defender las grandes inversiones de las “corporaciones USA” en México (literalmente se estaban forrando a base de explotación laboral y ausencia de impuestos) y, dos, para conseguir el verdadero objetivo: lograr el control real del país, porque aquello representó, de hecho, la compra del país.
Por contra, México obtuvo de todo aquello la pérdida del control sobre su economía. La destrucción de su agricultura al no poder competir con los precios bajos (subvencionados, por supuesto) de los productos del Norte. El éxodo de millones de personas hacia las fábricas para ser sistemáticamente explotados por las trasnacionales. El expolio de sus recursos naturales y el aumento del narcotráfico gracias a la libre circulación de recursos humanos y económicos del Norte hacia el Sur.
Como consecuencia de todo esto se ha creado una ficticia clase pudiente formada por la minoría y una brecha aún mayor entre éstos y la mayoría de los ciudadanos.
En definitiva un TLC hace que desaparezcan las barreras impuestas al comercio y a la inversión extranjera. Esto significa que las economías más pobres no puedan utilizar los aranceles de importación para proteger sus sectores de actividad emergentes, ni a sus agricultores de la avalancha de importaciones a bajo precio, ni a las pequeñas industrias que se hunden al no poder competir con las grandes empresas de los países ricos.
Todo esto lleva al establecimiento de un nuevo colonialismo que no necesita de las guerras (teóricamente) para dominar países, basta con controlar sus economías para tener el poder absoluto en la toma de decisiones. Tanto es así, que cuando la gente se revela contra el Estado y consigue doblegarlo se da cuenta de que el Estado no existe, que el poder está más allá.

FUENTE  :  Quebrantando el Silencio

sábado, 13 de noviembre de 2010

Porter: análisis de la Economía Peruana.



Michael Eugene Porter es un economista, profesor de la Universidad de Harvard ; invitado por segunda vez a la cita empresarial de CADE 2010.El profesor ; manifestó durante su ponencia “Una nueva estrategia económica para el Perú” que el Perú tiene que resolver una serie de problemas micro-económicos que actualmente le afectan y de no mejorar esos sectores, va a ser muy difícil tener una mayor producción en el país. “Temas, como mercados, deben ser revisados”- “Para atraer inversiones es urgente resolver el problema de la micro economía” Comentó que si bien Perú ha incrementado ostensiblemente sus exportaciones, todavía no es lo suficiente para su tamaño, y cuestionó que sea dependiente de las materias primas. En ese contexto, indicó que se tiene que generar más valor para los recursos naturales pero, sobre todo, se tiene que crear desarrollo en las regiones. .CONTINUA...


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