Por L A T
Este es nuestro último artículo del 2013 y, a manera de
reflexión, retomamos las palabras del papa Francisco: “el sistema capitalista liberal ‘mata’ pues está basado en la iniquidad
y genera desigualdades insostenibles”. ¿Llegan esas palabras a más de siete
mil de millones de seres humanos que
podrían haber reaccionado con murmullos sorprendidos e incrédulos; a más
de mil millones de gritos desesperados de personas que pasan hambre y no
entienden por qué; al silencio de 70 millones de personas que viven en la
cúspide, que no quieren pensar que su peso e insensibilidad es el que más
contribuye a las desgracias que se viven en la base de la pirámide?
En los últimos tiempos, la pirámide de la riqueza global
es medida y graficada por un informe del Credit Suisse.
Ciertamente,
no hay mucho más que decir viendo el informe, pero resulta curioso cómo se
valora el potencial consumidor del amplio grupo (92% de la población) que
acapara más de 40 billones de dólares (trillones para los americanos) frente a
lo que puede consumir el reducido grupo restante que cuenta con 200 billones de
dólares para gastar. El truco está en lo de siempre, tan pocos no pueden gastar
tanto y por eso mayormente especulan y acaparan para el futuro. Ahora los
muchos que tienen lo justo o menos, se lo gastan todo pues no les da casi para
ahorrar; y claro eso es bueno para el consumo.
La riqueza global está más concentrada en la actualidad
en manos de la elite, que en ningún otro momento en la historia moderna. En
otra época, la vasta mayoría de la gente en el mundo sabía cómo cultivar su
propio alimento, criar sus propios animales y cuidar de sí misma. No había
muchos fabulosamente ricos, pero existía una dignidad tranquila en la posesión
de tierra que pudiera llamarse propia o de una experiencia que podría ser
convertida en un negocio.
Desgraciadamente, durante las últimas décadas cada vez
más tierras laborables han sido engullidas por las grandes corporaciones gracias
a gobiernos corruptos. Cientos de millones de personas han sido despojadas y desplazados
de sus tierras hacia áreas de alta concentración urbana. Al mismo tiempo, es
cada vez más difícil iniciar un negocio propio ya que las corporaciones
globales monolíticas han llegado a dominar casi cada sector de la economía
mundial. Por lo tanto, más gente que nunca en todo el mundo se ve obligada a
trabajar para “el sistema” sólo para subsistir. Al mismo tiempo, los que están
muy arriba en la cadena alimentaria (la elite) han pasado décadas amañando el
sistema para asegurar que crecientes cantidades de riqueza sigan fluyendo a sus
arcas. Por lo tanto, ahora tenemos un sistema global en el cual unos pocos
elitistas en la cumbre poseen una riqueza insensata mientras la mitad de la
gente en el mundo es míseramente pobre.
Hay muy pocas naciones en el mundo que no han sido casi
totalmente saqueadas por la elite global. Cuando la elite habla de “invertir”
en países pobres, lo que quiere decir en realidad es apoderarse del control de
la tierra, el agua, el petróleo y otros recursos naturales.
En docenas de naciones en todo el mundo, grandes
corporaciones globales arrancan cantidades fabulosas de riquezas del suelo, a
pesar de que la vasta mayoría de los ciudadanos de esas naciones sigue viviendo
en una pobreza abyecta. Mientras tanto, los máximos políticos de esas naciones
reciben inmensos sobornos para que acepten el saqueo. Por lo tanto, el mundo es
dominado por un puñado muy limitado de elitistas ultra ricos que poseen una
cantidad casi increíble de activos reales, un grupo mayor de “administradores
de nivel medio”, dirige el sistema para la elite global (y es recompensado con
mucha generosidad por hacerlo), mientras que cientos de millones de personas hacen
realmente el trabajo requerido por el sistema, y varios miles de millones de
“consumidores inútiles”, que la elite global no necesita y a la que considera una población bastante inútil.
El sistema capitalista no fue concebido para mejorar la
condición de los pobres. Tampoco para promover la “libre empresa” y la
“competencia”. En lugar de ello, la elite se propone canalizar toda la riqueza
en su dirección y que el resto sea esclavizado por las deudas o la pobreza.
“El sistema capitalista liberal "mata" pues
está basado en la iniquidad y genera desigualdades insostenibles”. La codicia
prolifera en todo el globo, y el mundo se está convirtiendo en un sitio muy
frío. Por desgracia, a menos que pase algo realmente dramático, los ricos
seguirán enriqueciéndose y los pobres simplemente seguirán siendo cada vez más
pobres. La
descripción del Papa Francisco y de muchas personas sobre el sistema económico
que rige al mundo, es la correcta, lo importante es buscar alternativas, ese es
el propósito de esta reflexión, no quedarnos solo en el diagnostico. El reto es
tarea del 2014.