Lucio Agustín Torres*
El gran proyecto comercial y político de Obama se llama
TPP. (Trans-Pacific Strategic Economic Partnership) por sus siglas en
ingles, Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica.
Un mega bloque comercial
que pone en riesgo la soberanía de los países que están negociando. En estas
negociaciones han venido participando nueve países que bordean el océano
Pacífico: Estados Unidos, Perú, Chile, Australia, Nueva
Zelanda, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam. En la última
ronda, en julio, se aceptó en principio el ingreso de los otros dos socios del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte -Canadá y
México. De
lo poco que se conoce al respecto –pues los documentos de negociación se
mantienen bajo estricta reserva- el TPP es un modelo altamente preocupante, pues va aún más allá de la mayoría de
tratados precedentes. Exigirá la modificación de numerosas leyes internas de
los países firmantes respecto a derechos de propiedad intelectual, inversión y
protección ambiental y otros temas.Permitiría a las empresas extranjeras enjuiciar a países soberanos si imponen restricciones que afecten sus intereses. Amenazaría el acceso a medicamentos esenciales en los países en desarrollo, y haría peligrar el libre acceso a la información en Internet. Pero sobre todo, el TPP se negocia con una falta total de transparencia, que hace que la ciudadanía no pueda opinar sobre decisiones fundamentales que comprometerían a sus respectivos países y su soberanía durante las próximas décadas.
Del 15 al 24 de mayo en Lima rodeado de críticas por parte de diferentes sectores de la sociedad civil, movimientos sociales y más de 130 organizaciones de las Américas, se reúnen - en un lujoso hotel miraflorino a puerta cerrada- representantes de los once países que negocian la decimoséptima ronda del polémico y poco transparente TPP. Miembros de las organizaciones que se oponen a dicho tratado advierten sobre los riesgos que contiene el capítulo de inversiones en los acuerdos comerciales. "El modelo de negociación del TPP es abiertamente antidemocrático, y la pretensión de promover una reforma de las reglas del comercio global a nivel internacional, constituye una posición en contra del multilateralismo y una gravísima erosión a las reglas democráticas" "Hacemos un llamado público por la necesidad de transparentar las negociaciones del TPP. El TPP es para muchos de nuestros países no solamente un nuevo TLC con EEUU sino que constituye varios TLC adicionales de un solo golpe y que en esta negociación (...) están definiendo las reglas y los estándares de lo que va a ser el modelo de inversión Asia-Pacífico" Las preocupaciones son múltiples y los 29 capítulos que conforman el nuevo tratado pretenden marcar "el camino correcto" respecto a temas clave de la agenda social, política y económica para países como el Perú. Y 'lo correcto' parece dirigirse hacia un incremento de los acuerdos comerciales. El Perú tiene actualmente 32 tratados bilaterales de inversión y 9 TLC que contienen también capítulos de inversión. Sin embargo, "¿realmente este es el camino a seguir?", plantea José de Echave, ex viceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Medio Ambiente, e investigador de la ONG CooperAcción. Uno de los temas más criticados en la negociación es el relacionado con las inversiones. "Es tiempo de revisar nuestra política de atracción de inversiones", indica De Echave. Y agrega: "El número de demandas en contra del Estado peruano utilizando tratados bilaterales de inversión y capítulos de inversiones de los TLC se ha disparado en los últimos años. Ya el Perú está siendo demandado por un valor de US$6 mil millones".
Los países ahora participantes lo ven como una oportunidad para ampliar sus intercambios comerciales, Con la entrada de EEUU, evidentemente el TPP cambió de carácter y de dimensión. En 2011, los nueve países parte del TPP generaron un PIB total de US$ 17,8 billones, del cual el 85% corresponde a EEUU, un 5% de cuyos flujos comerciales es con los demás países del bloque. Si se suman México, Canadá y Japón, el TPP se convertiría en el bloque comercial más grande del mundo, con una población de unas 700 millones de personas y una actividad económica que actualmente suma alrededor de US$ 26,6 billones, No obstante, EEUU ya mantiene tratados de libre comercio (TLCs) con la mayoría de los países parte del TPP, entonces para este país, no significaría mucha ganancia en términos comerciales. Más bien, hay fuertes indicios de que Washington busca aprovechar el tratado para introducir aspectos que no ha logrado conseguir por otras vías, tanto de los países contrapartes, como en su propio sistema legislativo. No obstante el sigilo que recubre los textos en negociación, dos capítulos han sido filtrados a la luz pública, que permiten apreciar el tenor de los contenidos. Se trata de los capítulos de inversiones y de propiedad intelectual.
Capítulo de Inversiones
En el documento filtrado se hace una definición muy amplia de la inversión, y se propone cláusulas de protección que cubrirían no solo las inversiones extranjeras existentes, sino también acciones y derivados, asociaciones público-privadas, minería, licencias y permisos de manufactura, e incluso las ganancias futuras estimadas. Prevé nuevas salvaguardas para inversores que podrían limitar severamente la capacidad de regulación de los Estados parte. Este tratado abarca mucho más que solo aspectos comerciales. Contiene unos 26 capítulos que incluyen, entre otros: aduanas, servicios transfronterizos, telecomunicaciones, compras públicas, políticas de competencia, cooperación y desarrollo de capacidades, inversiones, servicios financieros, regulaciones ambientales y derechos de propiedad intelectual. Adicionalmente, el capítulo de inversiones prevé el recurso a un tribunal internacional de arbitración –como el CIADI u otro- para resolver litigios entre inversores privados y Estados nacionales. Implica expandir la experiencia del TLCAN y otros tratados similares, que permiten a las empresas cuestionar leyes nacionales -incluso las que protegen el interés público- y exigir una compensación si consideran que afectan sus intereses. Hasta ahora, como resultado de juicios de este tipo bajo los parámetros de TLC existentes, los países en desarrollo han tenido que desembolsar más de $350 millones de dólares en compensación a corporaciones privadas.
Propiedad intelectual
Este capítulo parece ser el que “incorpora los cambios más sustantivos al derecho internacional”. Los derechos de autor propuestos son desmedidos, superando incluso lo ya existente en EEUU: se extiende el periodo de protección a un mínimo de 70 años luego de la muerte del autor, o a no menos de 95 años desde la primera publicación autorizada. En la ley estadounidense, los 70 años es el tope, mientras que el acuerdo TRIPS de la OMC fija ambos plazos en 50 años. Otro aspecto cuestionado de este capítulo del TPP se refiere a la facilitación y expansión de estándares de patentes. Por ejemplo, permitiría patentar pequeñas modificaciones a una invención existente, un subterfugio que las empresas farmacéuticas utilizan para poder renovar indefinidamente las patentes de los medicamentos y demorar la introducción de versiones genéricas. El documento especifica también que se podrá patentar plantas y animales –algo que muchos países prohíben-, como también métodos de diagnóstico, terapia y cirugía para el tratamiento de seres humanos o animales.
Cuando el imperio es incapaz de mantener su hegemonía aportando soluciones a las crisis sistémicas, vividas hasta ahora, recurre a la “hegemonía explotadora” con toda la violencia y la destrucción que la acompaña. Así sucedió en la decadencia de la hegemonía imperial de Holanda. Fue tratando de salvarse imponiendo el libre comercio con una hegemonía explotadora que terminó en el imperio británico, y algo similar pero de naturaleza diferente es lo que desde hace ya unas tres décadas estamos presenciando en la decadencia de la hegemonía mundial de Estados Unidos.
Director Grupo Editor del Norte
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