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domingo, 13 de mayo de 2012

Perú: una mirada a los salarios y el empleo.


  


Por Lucio Agustin Torres *


El ego colosal del ex presidente Alan García no solo es criticado en el Perú, ahora lo es también a nivel mundial. Su visionario optimismo sobre el crecimiento de la economía mundial fue derrumbado en pocos segundos por expertos extranjeros, panelistas del programa Oppenheimer de CNN en español, quienes aseguraron que el ex mandatario “vive en otro planeta” y lo tildaron de “desinformado”. Este hecho sucedido hace unas semanas atrás, nos brinda la oportunidad de referirnos a temas económicos que no se habla en periódicos –tergiversados por demagogos como García.
A pesar que en la última década, la producción de bienes y servicios en el país casi se ha duplicado –principalmente debido al aumento de la productividad, el salario mínimo real tan solo creció 1 por ciento, y el salario medio real 0.9 por ciento. Es decir, hubo más plata pero se repartió peor, lo que confirma que “crecimiento económico” no es igual a “bienestar de la población”.

Precisamente, la parte más política de la economía es la distribución del excedente, que tan solo tiene tres destinos posibles: utilidades, impuestos y salarios. De estos tres, lo que más ha crecido en el Perú son las utilidades de las empresas, pues tanto la presión tributaria, como la participación de los salarios en el PBI se mantienen en niveles bastante bajos.

De cada 100 soles que se producen en el Perú, solo 15.3 van a la caja fiscal vía impuestos (presión tributaria 2011) y 21.2 a los trabajadores vía salarios, mientras que 63.1 representan las ganancias del capital y en menor medida (10%) la de los independientes (excedente de explotación).
En el caso de los salarios, la falta de mecanismos periódicos y previsibles de aumento de las remuneraciones en relación con inflación y productividad; y la satanización de los sindicatos y –en consecuencia- la práctica desaparición de la negociación colectiva, convierte cada aumento salarial en una intensa lucha hasta ahora perdida por los trabajadores.
Esa derrota del campo laboral se ha intensificado conforme la economía ha ido creciendo más, lo que configura un escenario de desigualdad creciente. La participación de los ingresos de los trabajadores como porcentaje del PBI ha caído de 25.1 a 21.2 por ciento en la última década y ni que decir si tomamos como punto de partida el año 1990, cuando los trabajadores se quedaban con el 30.1 por ciento de la torta del PBI.

Para entender este indicador podemos decir que de cada 100 soles que se producen hoy en el Perú, 21 soles con 20 céntimos equivalen al salario de los trabajadores, mientras que hace 10 años, antes de la bonanza, ese salario equivalía a 25 soles con 10 céntimos, y hace 20 años equivalía a 30 soles de cada 100.

Si eso sucede en el sector del empleo formal, la gran parte de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada que se encuentra en el subempleo o informalidad laboral, además afronta la ausencia de cobertura de seguridad social de salud y pensiones, entre otros beneficios sociales.
Esa es la paradoja del crecimiento con desigualdad, la misma que explica que a pesar del llamado “milagro económico peruano” cada vez más peruanos y peruanas busquen oportunidades en el extranjero. En efecto, ni en los años en que la bancarrota fiscal, la hiperinflación y la guerra interna parecían acabar con el país, teníamos a tantos compatriotas migrando. A fines de los ochenta e inicios de los noventa, salían del país aproximadamente 50 mil peruanos anualmente a buscar trabajo en otras latitudes. Esa cifra se ha multiplicado por cinco en la actualidad, es decir 250 mil personas salen anualmente del territorio peruano a buscarse la vida.

Es que puede haber más trabajo, pero los salarios son lamentables. Desde la mano de obra menos calificada hasta la más calificada, o dicho de otro modo, desde el trabajo doméstico hasta el trabajo de un cirujano se remunera mucho más en países incluso vecinos con menor crecimiento que el Perú.(Cholo  Barato).

Además de exportar materias primas, terminamos exportando gente, y mucha de ella con talento. Y pensar que muchos compatriotas creen en las recetas del “vendedor de cebo culebra”.


* Director Grupo Editor del Norte.




ANEXO

                                                                           CUADRO 1




                                                                      CUADRO 2