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jueves, 17 de noviembre de 2016

¿TRABAJAR PARA VIVIR O VIVIR PARA TRABAJAR?








Por: Lucio Agustín Torres *
En las actuales condiciones de vida, después del colapso económico del 2008 y cuya crisis aún no termina, trabajar se ha hecho para la mayoría de personas, una actividad de preocupación, por escases de plazas laborales y sobre todo bien remuneradas.
Según un informe de OIT-2014 (organización internacional del trabajo) existen 1,500 millones de personas en el mundo, desempleados o con trabajos vulnerables, 839 millones de personas en países en desarrollo, que reciben un ingreso de 2 dólares al día, condenados a vivir en la extrema pobreza. Hay, pues; una realidad que supera lo académico y la retórica de los políticos que juegan con la vida de tantos millones de seres humanos.

Al margen de la Gran Recesión, que ha agravado los problemas de desigualdad tanto en países ricos como pobres, hay otros asuntos estructurales detrás de la brecha social, que es el paro y la secuela de desempleo, producto de una economía capitalista, menos industrial y productiva a una economía financiera y especulativa, el capital no invierte en la producción de la economía real, ahora se traslada como capital ficticio, al mundo de la especulación financiera o economía de casino, además de este factor importante en el análisis de la falta de trabajo, el cambio tecnológico y la tercerización, son  síntomas que ahondan la realidad del tema.
Si el trabajador pierde el empleo, tiene que arreglárselas solo, salir tempranito para buscar cualquier actividad, volviendo desmoralizado por la noche cuando no lo logra. Una sociedad justa requiere que el derecho al empleo sea considerado como un derecho humano inalienable, junto a los otros derechos, porque sin él, el ser humano no puede sobrevivir con un mínimo de dignidad. El universal escritor Uruguayo Eduardo Galeano en: Los derechos de los trabajadores ¿un tema para arqueólogos? Dice: “Más de noventa millones de clientes acuden, cada semana, a las tiendas Wal-Mart. Sus más de novecientos mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La exitosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación. El fundador de Wal-Mart, Sam Walton, recibió en 1992, la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de los Estados Unidos”. “El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden: a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha”. “Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman “sweat shops”, talleres del sudor, crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Ocho de cada diez nuevos empleos están “en negro”, sin ninguna protección legal. Nueve de cada diez nuevos empleos en toda América latina corresponden al “sector informal”, un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores, ¿serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?
En el mundo al revés, la libertad oprime: la libertad del dinero exige trabajadores presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El dios del mercado amenaza y castiga; y bien lo sabe cualquier trabajador, en cualquier lugar. El miedo al desempleo, que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, es, hoy por hoy, la fuente de angustia más universal. ¿Quién está a salvo del pánico de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un “obstáculo interno”, para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que “hemos eliminado los obstáculos internos”?

Esto es lo que necesitamos entender: un montón de gente está sufriendo. Bajo las políticas neoliberales de desregulación, privatización, austeridad y comercio corporativo, sus niveles de vida han declinado precipitadamente. Han perdido trabajos. Han perdido pensiones. Han perdido gran parte de la red de seguridad que utilizaba para hacer estas pérdidas menos aterradoras. Ellos ven un futuro para sus hijos aún peor que su precaria presencia.
Pero todo este drama humano no es un castigo divino, es producto de una explotación a la fuerza productiva, al trabajador directo creador de la riqueza, haciendo de los trabajadores esclavos modernos, David Harvey geólogo británico, explica que las condiciones de trabajo en la actualidad se asemejan al siglo XIX.
La precariedad, la pobreza laboral y la desigualdad salarial son los tres conceptos centrales que permiten caracterizar la actual situación del empleo - incluyendo la tercerización (agencias de empleo) que han estandarizado el paupérrimo salario mínimo, y que juegan el papel de impedimento para eludir los derechos laborales de los trabajadores.
Si hoy los organismos que miden con cifras estadísticas y estudian sobre el problema del trabajo como una crisis humanitaria, con la robotización, el impacto social será mayor, enormes ejércitos de personas, serán desplazadas por la inteligencia artificial, los sensores y la digitalización. En definitiva, el futuro de la humanidad y de los trabajadores dependerá de la lucha que emprendan por su liberación, más allá del sistema capitalista.
La pregunta mi querido lector es: ¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?

domingo, 18 de noviembre de 2012

Desempleo y Trabajo





Por Lucio Agustín Torres




Vivimos tiempos difíciles - crisis económica globalizada- sistémica, desde 2008 hasta hoy, pero: los más afectados, sin duda; la clase trabajadora, la gran mayoría de la población, el 99% - que vive de un salario para subsistir.

En teoría económica, el ciclo económico estudia la parte de la desocupación. El desequilibrio entre la demanda y la oferta de trabajo crea el fenómeno económico que se llama desocupación. La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) ha considerado desocupado a quien, "pudiendo y queriendo trabajar, no encuentra un empleo correspondiente a las propias aptitudes y a las propias exigencias justificadas". La desocupación puede ser total o parcial. Esta última se presenta cuando se disminuye el horario diario de trabajo o se alternan los días de actividad con otros de inactividad.  Desde otro punto de vista, la desocupación puede ser estacional, cíclica y secular. La primera se origina en aquellas actividades de la producción, industria o comercio que están sujetas a variaciones periódicas por causas climáticas, económicas o de otro orden. al respecto, es la falta de trabajo en el campo, debido a la pérdida de las cosechas, especialmente en aquellas zonas de explotación agrícola extensiva; o el paro transitorio de los obreros, en particular de los trabajadores a domicilio, de la industria del tejido y otras de la indumentaria, que deben renovar sus existencias al cambio de cada estación. Las cifras oficiales sobre el desempleo en Países como Grecia o España, bordea dos dígitos (24%) EE.UU. (8.2%) sin embargo; comunidades como Afro-americana e hispana también bordea dos dígitos (15%) son las más afectadas, es decir: ejércitos de millones de personas que han pasado a ser desplazados por el sistema.

Sin embargo quienes mantienen una plaza laboral, lo hacen cada día, recibiendo un salario miserable – y en condiciones de sobre explotación: El trabajo, decía Marx…”La Economía Política Oculta la enajenación esencial del trabajo porque no considera la relación inmediata entre el trabajador y la producción. Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por maquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en maquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador” (1)
“Hay dos visiones de Estados Unidos para dentro de cincuenta años. Una es una sociedad más dividida entre ricos y pobres, un país donde los ricos viven en urbanizaciones cerradas, envían a sus hijos a colegios caros y tienen acceso a una atención sanitaria de primera calidad. Mientras tanto, el resto vive en un mundo marcado por la inseguridad, por una educación a lo sumo mediocre y una atención sanitaria racionada a todos los efectos, donde la gente espera y reza por no ponerse gravemente enferma. En la parte más baja hay millones de jóvenes alienados y sin esperanza. He visto ese cuadro en muchos países en vías de desarrollo; los economistas incluso le han puesto un nombre: economía dual, dos sociedades que viven una al lado de otra, pero que apenas se conocen, que apenas imaginan como es la vida al otro lado. Ignoro si nosotros caeremos en las profundidades de algunos de esos países, donde las barreras son cada vez más altas y las sociedades se distancian cada vez más. No obstante, esa es la pesadilla hacia la que avanzamos lentamente”. (2)
Desempleo y trabajo precarizado son resultado del fracaso  de politicas Neoliberales implementadas en tres decadas a nivel mundial, los resultados estan a la vista.


DIRECTOR GRUPO EDITOR DEL NORTE

NOTAS

1-     Manuscritos económicos y filosóficos, Karl Marx,pag 38-1844.
2-     El Precio de la Desigualdad, Joseph Stiglitz, 2012.Loc 7206 E-Book.