Por Lucio Agustín Torres
En varias oportunidades hemos sostenido que el
crecimiento de la economía peruana, está atada a la inestabilidad de los
precios internacionales de materias primas, La vulnerabilidad externa es,
entonces, una de las características del actual estilo de crecimiento primario
exportador del país. Los productos primarios siguen representando cerca del 78%
del total de las exportaciones, al igual que en 1980. La única novedad es que
al interior de estos productos, los mineros ganaron participación en los
últimos años. Pero el “milagro peruano” convive con una alta tasa de
desigualdad. El crecimiento económico sostenido puede reducir la pobreza, pero
mantiene la desigualdad. Eso es lo que se observa en la economía peruana de
hoy. Este patrón de crecimiento descuida el desarrollo del agro y de la
industria manufacturera. La pérdida de importancia de estos sectores ha
generado un crecimiento espectacular de las importaciones reales.
La economía se ha hecho así más dependiente de
importaciones. Afectando la producción nacional y en consecuencia la creación
de puestos de trabajo, sector que al parecer no se ha beneficiado del
crecimiento económico.
El 94% de la
población económicamente activa (PEA) está empleada y un 70% de ellos labora en
el sector informal (es decir no planilla, no seguro ni seguridad social). El
Instituto nacional estadística e informática ( INEI) concuerda con diversos
estudios que señalan que el trabajo independiente no calificado, el trabajo en
pequeñas empresas urbanas de menos de 10 trabajadores, el trabajo campesino y
el trabajo en hogares constituyen alrededor de las tres cuartas partes de la
ocupación nacional. En el sector formal, las cosas no están mejor. El
Ministerio de Trabajo dice que alrededor del 30% de la población ocupada en
este sector recibe una remuneración menor a 1.200 soles (sin incluir pesca y
minería). Menos de la quinta parte de la población ocupada tiene seguridad
social y sólo el 15% de la población tiene un aporte real al sistema de
pensiones. El 85% de los trabajadores peruanos no tendrá pensión en el futuro.Incluso profesionales como maestros ganan S/. 1.244 (soles). Mucho menos de lo que se paga, en promedio, a un maestro en los países de la región. En México un profesor de primaria gana 16% más, en Brasil 17%, en Colombia 28 % y en Chile 69 % más. Y los médicos ganan hoy en promedio S/. 3.068 (soles). Menos del 45% de lo que gana un médico en Brasil y apenas el 35% de lo que se le paga a un médico en Chile. La pugna entre trabajo decente y trabajo oprimido marca las características del crecimiento económico peruano y constituye una bandera fundamental del trabajador peruano a luchar por un salario justo. Con cifras y argumentos como los expuestos – solo se demuestra que: dos décadas de crecimiento Neoliberal, cifras macroeconómicas que benefician a unas pocas empresas monopólicas de sectores como la minería, dejando con empleo mal pagados a la gran mayoría de trabajadores peruanos.
Javier Diez Canseco, incansable luchador por los derechos de los trabajadores, en una de sus últimas columnas de opinión antes de fallecer decía “¿Qué hacer para que los hombres y mujeres del Perú tengan trabajo digno? Queremos remuneraciones justas, condiciones adecuadas y seguras de trabajo, seguridad social y derechos de organización y negociación colectiva. Urge articular y aglutinar fuerzas. Los cambios no llegarán solos. Hay que imponer la agenda del cambio sobre la agenda de la continuidad. Los partidos políticos que están por el cambio, los sindicatos y los trabajadores en general tienen la obligación de establecer una plataforma que impulse una campaña sostenida a favor del trabajo decente y un justo reparto de la torta del crecimiento. Una Conferencia Nacional por el trabajo decente que levante una plataforma común de los trabajadores y su unidad en la acción abriría las puertas de una auténtica transformación.”
En el Perú el subempleo y desempleo representan más del 50% PEA nacional. En esa línea, la pobreza peruana (que alcanza a 5 de cada 10 connacionales) sería consecuencia, principalmente, del fracaso del modelo de crecimiento, asentado en una matriz primario exportadora (de impacto limitado en la generación de empleos) en desmedro del mercado interno. ¿Qué tipo de productividad – y de desarrollo social – se puede esperar en un país con una clase trabajadora sin acceso a los derechos sociales más elementales? Y encima las últimas medidas dictadas por el gobierno, para atraer más inversiones, ha sido: flexibilización laboral, es decir más cholo barato. Esta es la realidad del trabajo en plena etapa del crecimiento peruano.