sábado, 21 de mayo de 2011

La política de flexibilización cuantitativa de la Fed.

Lucio Agustín Torres *

Crear más liquidez para que los bancos puedan prestar más pretende ayudar a la economía a "tomar prestado el camino para salir de la deuda". Pero los bancos no están prestando más por la sencilla razón de que un tercio de los bienes raíces estadounidenses se hallan ya en situación de quiebra técnica.
Mientras que la pequeña y mediana empresa, que ha creado el grueso de los puestos de trabajo nuevos en Norteamérica en las últimas décadas, ha visto como su colateral preferido (los bienes raíces y los pedidos de venta) se encoge más y más. ¿Cómo puede esperarse que los bancos presten más y contribuyan a re inflar los precios de los activos en la economía, si los salarios y los precios al consumidor siguen su deriva bajista? Así pues, el conjunto de la economía "real" no puede sino seguir encogiéndose.
La debilidad de este crecimiento demuestra que la economía deberá luchar contra fuertes vientos financieros en contra, dado que el proceso de recuperación se caracterizará por severas pérdidas de bienestar y unos niveles onerosos de deuda que inhiben el gasto y los préstamos. Y si es así para la principal economía del planeta, el resto del mundo no la tendrá fácil. El excesivo endeudamiento de Estados Unidos se presenta como la principal amenaza para la recuperación mundial. El déficit público se acerca al 10% del PIB mientras la deuda pública supera el 100%.
Sin embargo Ben Bernanke puso en práctica la receta cuantitativa de Milton Friedman para superar las crisis financieras: tirar la plata en helicóptero. Para Friedman las crisis financieras respondían a una contracción monetaria por lo que la solución del problema estaba en inyectar dinero en cantidades abundantes. De ahí la metáfora del helicóptero, que hace dos años se
inauguró con un programa de 600.000 millones de dólares que fue ascendiendo hasta llegar a los 1.8 billones de dólares.
Esta vez, el programa anunciado por Ben Bernanke arranca con una suma similar: la compra de deuda pública por valor 600.000 millones de dólares, y una reinversión de otros 300.000 millones de dólares de la cartera hipotecaria, ambos planes realizables hasta el segundo trimestre del próximo año, lo que da un promedio mensual de 112.500 millones de dólares. Pero no cabe duda que Ben Bernanke se esfuerce para redondear la suma en el billón de dólares. Sea como sea, la Fed apuesta a que esta vez la flexibilización cuantitativa dará resultado. El propósito de esta inyección monetaria es dar un empuje a las tasas de interés a largo plazo para estimular el crédito y la inversión. La Fed intenta reactivar a la economía de Estados Unidos, que mantiene un desempleo oficial de 9,6% mientras el real supera el 17%, es decir, 26 millones de desempleados. Las empresas cada día despiden a más gente, y cada día los bancos hacen menos operaciones de préstamos a empresas o personas.
La economía se ralentiza y la Fed cree que bombear dinero a los bancos es la solución, como si los bancos fueran los mejores asignado res del recurso. No toma en cuenta que este mes, lo banqueros de Wall Street se repartirán la friolera de 144.000 millones de dólares en bonos, ¿ganancias de qué?: de los préstamos de los propios contribuyentes. Esto demuestra que la Fed no intenta restablecer la economía a través de sólidos principios financieros, aquello que se conoce como la economía monetaria de la producción, sino simplemente con la creación de nueva deuda, es decir, con un nuevo esquema ponzi. Desde este punto de vista, si la economía no se recuperó con la inyección de 1,8 billones de dólares, ¿porque la Fed piensa que esta vez se recuperará con la inyección de 900.000 millones de dólares? Porque apuesta a las burbujas de activos y toma asiento en primera fila en la guerra de divisas. Esta flexibilización cuantitativa puede debilitar al dólar en un 20% y tensionar a las otras monedas, partiendo por el euro. El resultado es más deflación para Europa.
Lo cierto es que reinflar los precios de los bienes raíces no facilitará a los perceptores de salarios y a los compradores de vivienda la consecución de sus objetivos. Rebajar los tipos de interés reinflará los precios de los bienes raíces ("creación de riqueza", al estilo de Alan Greenspan), lo que aumentará el nivel de la deuda en que deben incurrir los compradores de vivienda para adquirirla. Y cuanto mayor es el servicio a pagar de la deuda, tanto menos disponible queda para gastar en bienes y servicios (la "economía real"). El empleo encogerá en una espiral financiera de austeridad económica.
Esa es la dinámica clave del capitalismo financiero de nuestros días. Lastra a las economías con deuda, y cuando el servicio de la deuda rebasa el excedente a partir del cual esa deuda es pagadera, el banco central busca "reinflar para salir de la deuda", creando crédito nuevo "dinero" suficiente como para revalorizar bienes raíces, acciones y bonos (suficiente, esto es,
para que los deudores puedan seguir pagando los intereses debidos). Tal es el deus ex machina, el flujo de crédito, de fuera a dentro, capaz de permitir que las economías financiarizadas operen como esquemas Ponzi piramidales a gran escala. Esa dinámica es estimulada mediante la grabación fiscal de las ganancias especulativas (de "capital") a tipos marginales inferiores a los impuestas a salarios y a beneficios empresariales. Así las cosas, ¿por qué deberían financiar los inversores inversiones en capital tangible, si pueden cabalgar alegremente la ola de la inflación de precios de activos? La economía de la burbuja troca en "creación de riqueza" especulativa. ¿Puede funcionar eso? ¿Hasta cuándo seguirán unos inversores crédulos invirtiendo en un esquema piramidal desarrollado a ritmos exponenciales imposibles y disfrutando de una ficticia "creación de riqueza", mientras los banqueros cargan a la economía con deuda? ¿Hasta cuándo creerá la gente del común que la economía está creciendo realmente cuando los banqueros prestan a una economía supervisada por agencias regulatorias pilotadas por ideologizados desreguladores?
El ideal de los banqueros es que todo el excedente que se halle por encima de la mera subsistencia sea pagado en forma de intereses y honorarios: todo el ingreso personal, todo el flujo de caja empresarial y toda procedente de los bienes raíces. Así que cuando la política de flexibilización cuantitativa de la Fed rebaja las tasas de interés hipotecario, lo que consigue no es que los propietarios de vivienda terminen pagando menos, sino que lo que hace es simplemente permitir el incremento de la tasa de capitalización del valor de la renta existente. La coartada de la Fed es que la flexibilización cuantitativa beneficia a los compradores de vivienda reduciendo la deuda en la que tienen que incurrir. Pero si eso fuera verdad, su ganancia significaría una pérdida para los bancos, y los bancos son la principal base de la Fed. Para la reserva federal, el "problema" económico radica en que unos precios de la vivienda a la baja (es decir, más accesibles) están matando los balances contables de los bancos. De manera que el objetivo real de la Fed es reinflar la burbuja inmobiliaria, al tiempo que, de paso y si puede, espolear una burbuja en el mercado de valores. ¿Y el mercado de trabajo?...Así estamos.

Director de Blogs Alternativos en Red *

Publicado 01 diciembre 2010

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