Lucio Agustín Torres *
El estallido financiero de 2008 dejó desnudo un sistema que parecía indestructible desde la caída del muro de Berlín: el capitalismo.
A uno le puede gustar o no el capitalismo, pero todo el mundo asume que sabe de qué se trata. Es que muchas de las premisas que se usan para el capitalismo son medias verdades o directamente mitos. La idea del libre mercado, por ejemplo. El mercado libre no existe. Todo mercado tiene reglas y límites que restringen la libertad de elección. Otro mito es que cuando más libre mercado y menos gobierno, más riqueza. Esto no es así. Se vio claramente en el caso de la desregulación del sistema financiero que tomó lugar desde la década de los 80 que, como se ha visto con la crisis financiera, ha destruido mucha riqueza.
El libre comercio es uno de los mitos, Los países desarrollados dicen que los países en desarrollo tienen que permitir el libre flujo de capitales y mercancías para desarrollarse. Pera esta posición ignora la política adoptada históricamente por los mismos países desarrollados.
Tomemos el caso del Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial. En el siglo XVII, Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, que era también empresario y espía, publicó una historia sobre el comercio inglés que muestra el proteccionismo aplicado desde el siglo XV. Esta política sigue hasta el siglo XIX, cuando el Reino Unido se vuelve partidario del libre comercio porque ya ha desarrollado plenamente su industria, de modo que no necesita protegerla. Lo curioso es que inmediatamente borra su propia historia y pregona lo que no practicó para desarrollarse, es decir, le exige al resto del mundo que adopte el Libre Comercio. En el siglo XIX y en las primeras décadas del XX, EE.UU. fue el país más proteccionista del mundo. Eso sí, una vez que desarrolló plenamente su industria, exigió al resto que se convirtieran al Libre
Comercio. La lista de países que usaron una estrategia similar es muy larga: Francia, Japón, Alemania, Finlandia, Italia, Noruega, Austria, entre otros.
Otro de los mitos del capitalismo es precisamente la idea de que la globalización es inevitable debido a internet. Pero el telégrafo en el siglo XIX produjo una revolución de las comunicaciones mucho mayor que internet. Antes del telégrafo se tardaba dos semanas en barco transmitir un mensaje transatlántico. Con el telégrafo, se redujo a siete minutos. Y si se compara ambas épocas, el mundo del barco a vapor y el telégrafo, estaba mucho más globalizado que el de los años '40, '50 y '60 del siglo XX, a pesar de la enorme diferencia tecnológica. Es cierto que las transacciones financieras se hacen en segundos, pero ¿por qué son posibles esas transacciones? Porque los mercados financieros fueron desregulados.
Otro de los mitos es la igualdad de oportunidades, Estados Unidos tenía una clase media económicamente vibrante. Carreteras y puentes se mantuvieron bien, y la nueva infraestructura impresionante fue en construcción. Por el contrario, durante las últimas tres décadas la economía ha crecido mucho más lentamente, y nuestra infraestructura se ha deteriorado en forma grave. Lo más preocupante, es que todo el crecimiento de los ingresos importantes se ha concentrado en la parte superior de la escala. La proporción del ingreso total van a la parte superior del 1 por ciento de los asalariados, que se situó en el 8,9 por ciento en 1976, aumentó a 23,5 por ciento en 2007, pero durante el mismo período, el salario por hora fue ajustado a la media y se redujo en más del 7 por ciento.
Los ricos está más a cubierto de inoportunas investigaciones que expongan de forma bien documentada las cada vez mayores desigualdades actualmente existentes en el mundo posibilitadas y fomentadas por el diseño político y económico de nuestras sociedades. Desigualdades que se están incrementando como consecuencia de la tremenda ofensiva lanzada a lo largo de los últimos meses contra las condiciones sociales de las clases trabajadoras; una guerra de clases implacable. Ya se disfracen de imposibilidad de hacer otras políticas diferentes, ya de realismo económico (sic), o incluso de política de izquierdas (en el colmo del delirio), las políticas económicas diseñadas en estas postreras semanas son para beneficio de los ricos y, como lógica contraparte, para expolio y desgracia de los pobres y las clases trabajadoras.
La guerra de las divisas está a la vuelta de la esquina y los peores días de la crisis podrían estar de regreso en unos meses. Hasta se dice que 2008 podría ser un día de campo, comparado con lo que viene en 2011.
Después de todo, desde el 15 de agosto de 1971 , Nixon ; ordenó cerrar la ventanilla de compra-venta de oro y terminó el mundo de los tipos de cambio fijos para el que fue creado el FMI en la conferencia de Bretton Woods en 1944. Al cabo de unos años, el Fondo redefinió su
misión como promotor de la liberalización financiera a escala global. Y en este nuevo papel pudo presidir sobre una larga lista de crisis financieras, cada vez más frecuentes y profundas. Como se sabe, en numerosos casos la medicina recetada por el FMI resultó peor que la enfermedad. Poco a poco se fue consolidando un sistema que recibió en los años noventa el nombre de Bretton Woods II. Al igual que antes, el dólar seguía siendo el referente monetario en la economía mundial, pero en el nuevo esquema, Estados Unidos mantenía una posición de consumidor en última instancia y era subsidiado por China y los países exportadores de petróleo interesados en mantener su propio tren de exportaciones. Mientras hubo crecimiento, las cosas marcharon más o menos de manera estable. Claro, los gigantescos desequilibrios se fueron acumulando y adoptaron la forma de un astronómico déficit en las cuentas externas de Estados Unidos y su dual, las gigantescas reservas del banco central en China. Este esquema podía durar mientras las tasas de crecimiento hicieran pensar a todos que el porvenir era brillante y siempre lo sería. Pero ese tipo de expectativas terminan por ser desmentidas por la dura realidad. Siempre se supo que Bretton Woods II era un sistema insostenible y que terminaría por reventar. Pero mientras dura el carnaval, nadie se preocupa por la cruda del día siguiente. Al estallar la crisis, el conocido dilema de Triffin se manifestó con una claridad deslumbrante. El desplome en la demanda efectiva en Estados Unidos dejó un vacío que había que llenar. El caos en el sector financiero imposibilitó a los bancos estadunidenses fungir como intermediarios entre el ahorro y el consumo, y el gobierno tuvo que entrar al quite con sus estímulos fiscales y rescates de las hipotecarias semioficiales.
Pero el estímulo fiscal y la inyección de la Reserva Federal de más de un billón (castellano) de dólares para adquirir bonos del Tesoro terminaron por sacudir al mundo entero. Para colmo, aunque el estímulo fiscal permitió una especie de recuperación, resultó insuficiente. En lugar de mantenerlo y aumentar su volumen, la clase política estadunidense dejará que expire este otoño. La política monetaria, en su esquema de flexibilización cuantitativa, seguirá inyectando liquidez a un sistema que permanece estancado y con altas tasas de desempleo. Encima de todo, la pérdida de valor del dólar no fue suficiente para corregir el déficit comercial.
Esta es la realidad de algunos mitos difundidos por el capitalismo. 1 - El libre mercado no existe 2 - La máquina de lavar transformó más el mundo que el internet 3 - El libre mercado raramente hace rico al pobre 4 - El capital no es trasnacional: tiene nacionalidad 5 - No vivimos en una era postindustrial 6 - EE.UU. no tiene el más alto nivel de vida del mundo 7 - La educación por sí misma no garantiza la riqueza de una nación 8 - A pesar de la caída del comunismo somos sociedades planificadas
9 - La igualdad de oportunidades es desigual 10 - Los mercados financieros tienen que ser menos y no más eficientes 11 - La gente en los países ricos es menos emprendedora que en los pobres
Nadie se atreve a argumentar que la creciente desigualdad se ha hecho en el nombre de la justicia. Así que tal vez deberíamos llegar a un acuerdo de que es algo malo, y tratar de hacer algo al respecto. Está en nuestras manos.
Director de Blogs Alternativos en Red *
Publicado 20 octubre 2010.
El estallido financiero de 2008 dejó desnudo un sistema que parecía indestructible desde la caída del muro de Berlín: el capitalismo.
A uno le puede gustar o no el capitalismo, pero todo el mundo asume que sabe de qué se trata. Es que muchas de las premisas que se usan para el capitalismo son medias verdades o directamente mitos. La idea del libre mercado, por ejemplo. El mercado libre no existe. Todo mercado tiene reglas y límites que restringen la libertad de elección. Otro mito es que cuando más libre mercado y menos gobierno, más riqueza. Esto no es así. Se vio claramente en el caso de la desregulación del sistema financiero que tomó lugar desde la década de los 80 que, como se ha visto con la crisis financiera, ha destruido mucha riqueza.
El libre comercio es uno de los mitos, Los países desarrollados dicen que los países en desarrollo tienen que permitir el libre flujo de capitales y mercancías para desarrollarse. Pera esta posición ignora la política adoptada históricamente por los mismos países desarrollados.
Tomemos el caso del Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial. En el siglo XVII, Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, que era también empresario y espía, publicó una historia sobre el comercio inglés que muestra el proteccionismo aplicado desde el siglo XV. Esta política sigue hasta el siglo XIX, cuando el Reino Unido se vuelve partidario del libre comercio porque ya ha desarrollado plenamente su industria, de modo que no necesita protegerla. Lo curioso es que inmediatamente borra su propia historia y pregona lo que no practicó para desarrollarse, es decir, le exige al resto del mundo que adopte el Libre Comercio. En el siglo XIX y en las primeras décadas del XX, EE.UU. fue el país más proteccionista del mundo. Eso sí, una vez que desarrolló plenamente su industria, exigió al resto que se convirtieran al Libre
Comercio. La lista de países que usaron una estrategia similar es muy larga: Francia, Japón, Alemania, Finlandia, Italia, Noruega, Austria, entre otros.
Otro de los mitos del capitalismo es precisamente la idea de que la globalización es inevitable debido a internet. Pero el telégrafo en el siglo XIX produjo una revolución de las comunicaciones mucho mayor que internet. Antes del telégrafo se tardaba dos semanas en barco transmitir un mensaje transatlántico. Con el telégrafo, se redujo a siete minutos. Y si se compara ambas épocas, el mundo del barco a vapor y el telégrafo, estaba mucho más globalizado que el de los años '40, '50 y '60 del siglo XX, a pesar de la enorme diferencia tecnológica. Es cierto que las transacciones financieras se hacen en segundos, pero ¿por qué son posibles esas transacciones? Porque los mercados financieros fueron desregulados.
Otro de los mitos es la igualdad de oportunidades, Estados Unidos tenía una clase media económicamente vibrante. Carreteras y puentes se mantuvieron bien, y la nueva infraestructura impresionante fue en construcción. Por el contrario, durante las últimas tres décadas la economía ha crecido mucho más lentamente, y nuestra infraestructura se ha deteriorado en forma grave. Lo más preocupante, es que todo el crecimiento de los ingresos importantes se ha concentrado en la parte superior de la escala. La proporción del ingreso total van a la parte superior del 1 por ciento de los asalariados, que se situó en el 8,9 por ciento en 1976, aumentó a 23,5 por ciento en 2007, pero durante el mismo período, el salario por hora fue ajustado a la media y se redujo en más del 7 por ciento.
Los ricos está más a cubierto de inoportunas investigaciones que expongan de forma bien documentada las cada vez mayores desigualdades actualmente existentes en el mundo posibilitadas y fomentadas por el diseño político y económico de nuestras sociedades. Desigualdades que se están incrementando como consecuencia de la tremenda ofensiva lanzada a lo largo de los últimos meses contra las condiciones sociales de las clases trabajadoras; una guerra de clases implacable. Ya se disfracen de imposibilidad de hacer otras políticas diferentes, ya de realismo económico (sic), o incluso de política de izquierdas (en el colmo del delirio), las políticas económicas diseñadas en estas postreras semanas son para beneficio de los ricos y, como lógica contraparte, para expolio y desgracia de los pobres y las clases trabajadoras.
La guerra de las divisas está a la vuelta de la esquina y los peores días de la crisis podrían estar de regreso en unos meses. Hasta se dice que 2008 podría ser un día de campo, comparado con lo que viene en 2011.
Después de todo, desde el 15 de agosto de 1971 , Nixon ; ordenó cerrar la ventanilla de compra-venta de oro y terminó el mundo de los tipos de cambio fijos para el que fue creado el FMI en la conferencia de Bretton Woods en 1944. Al cabo de unos años, el Fondo redefinió su
misión como promotor de la liberalización financiera a escala global. Y en este nuevo papel pudo presidir sobre una larga lista de crisis financieras, cada vez más frecuentes y profundas. Como se sabe, en numerosos casos la medicina recetada por el FMI resultó peor que la enfermedad. Poco a poco se fue consolidando un sistema que recibió en los años noventa el nombre de Bretton Woods II. Al igual que antes, el dólar seguía siendo el referente monetario en la economía mundial, pero en el nuevo esquema, Estados Unidos mantenía una posición de consumidor en última instancia y era subsidiado por China y los países exportadores de petróleo interesados en mantener su propio tren de exportaciones. Mientras hubo crecimiento, las cosas marcharon más o menos de manera estable. Claro, los gigantescos desequilibrios se fueron acumulando y adoptaron la forma de un astronómico déficit en las cuentas externas de Estados Unidos y su dual, las gigantescas reservas del banco central en China. Este esquema podía durar mientras las tasas de crecimiento hicieran pensar a todos que el porvenir era brillante y siempre lo sería. Pero ese tipo de expectativas terminan por ser desmentidas por la dura realidad. Siempre se supo que Bretton Woods II era un sistema insostenible y que terminaría por reventar. Pero mientras dura el carnaval, nadie se preocupa por la cruda del día siguiente. Al estallar la crisis, el conocido dilema de Triffin se manifestó con una claridad deslumbrante. El desplome en la demanda efectiva en Estados Unidos dejó un vacío que había que llenar. El caos en el sector financiero imposibilitó a los bancos estadunidenses fungir como intermediarios entre el ahorro y el consumo, y el gobierno tuvo que entrar al quite con sus estímulos fiscales y rescates de las hipotecarias semioficiales.
Pero el estímulo fiscal y la inyección de la Reserva Federal de más de un billón (castellano) de dólares para adquirir bonos del Tesoro terminaron por sacudir al mundo entero. Para colmo, aunque el estímulo fiscal permitió una especie de recuperación, resultó insuficiente. En lugar de mantenerlo y aumentar su volumen, la clase política estadunidense dejará que expire este otoño. La política monetaria, en su esquema de flexibilización cuantitativa, seguirá inyectando liquidez a un sistema que permanece estancado y con altas tasas de desempleo. Encima de todo, la pérdida de valor del dólar no fue suficiente para corregir el déficit comercial.
Esta es la realidad de algunos mitos difundidos por el capitalismo. 1 - El libre mercado no existe 2 - La máquina de lavar transformó más el mundo que el internet 3 - El libre mercado raramente hace rico al pobre 4 - El capital no es trasnacional: tiene nacionalidad 5 - No vivimos en una era postindustrial 6 - EE.UU. no tiene el más alto nivel de vida del mundo 7 - La educación por sí misma no garantiza la riqueza de una nación 8 - A pesar de la caída del comunismo somos sociedades planificadas
9 - La igualdad de oportunidades es desigual 10 - Los mercados financieros tienen que ser menos y no más eficientes 11 - La gente en los países ricos es menos emprendedora que en los pobres
Nadie se atreve a argumentar que la creciente desigualdad se ha hecho en el nombre de la justicia. Así que tal vez deberíamos llegar a un acuerdo de que es algo malo, y tratar de hacer algo al respecto. Está en nuestras manos.
Director de Blogs Alternativos en Red *
Publicado 20 octubre 2010.
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