Lucio Agustín Torres *
Los mercados financieros son el “talón de Aquiles” de la recuperación y así lo destaca el FMI en su informe publicado hoy, en el cual señala que los avances logrados para restablecer la estabilidad financiera mundial han sufrido un revés en las economías avanzadas dando cuenta que los mercados siguen siendo sensibles a las sorpresas negativas.
Si bien el panorama que presenta el Global Financial Stability Report muestra una mejora gradual de la estabilidad financiera, persisten riesgos considerables como la incertidumbre por el exceso de deuda, el fuerte apalancamiento bancario y la debilidad de la recuperación que han impedido un mayor vigor en la reactivación económica. José Viñals, consejero financiero y director del Departamento de Mercados de Capitales del FMI, dijo que en esta situación “se puede volver rápidamente a un estado de crisis”.
Sin embargo, los riesgos fiscales siguen siendo elevados, sobre todo en las economías avanzadas, donde los balances del sector público tienen deficiencias significativas.
Una Moral en los Negocios
Cuando se habla de la necesidad de que las finanzas asuman principios éticos en el desarrollo de su actividad se suele argumentar generalmente con razones de naturaleza moral. Y es lógico que sea así cuando el negocio bancario, como en general el de las grandes corporaciones de nuestro tiempo, es cada vez más ajeno a principios que el resto de los humanos hemos entendido desde hace ya mucho tiempo que son básicos para evitar que nuestro mundo se
convierta en un infierno anticipado o en un campo de batalla permanente. No voy a decir que se trate de acciones que en todos los demás ámbitos sociales hayan desaparecido, pero lo cierto es que en el mundo de los negocios es en donde yo creo que tienen menos vigencia, si es que en realidad la tienen, principios como los que nos indican que no se puede engañar, ni robar, ni destruir el medio natural que no es nuestro con tal de obtener beneficios monetarios, ni aprovecharse deslealmente de la posición de privilegio, que no se puede buscar el interés propio lesionando el de los demás o que el afán de lucro personal no pueden entenderse como un fin supremo con independencia del daño que pueda provocar a uno mismo o a quienes nos rodean.
Basta con echar un simple vistazo a la historia empresarial y bancaria de los últimos decenios para comprobar que casos como el de Enron, el de las agencias de rating o el de los bancos que han consolidado a los paraísos y el fraude fiscal y difundido activos basura por todo el sistema financiero internacional provocando una crisis económica sin precedentes, por no hablar del modo en que hoy día se regula y se desenvuelve el comercio internacional, no son casos aislados sino un modo de funcionamiento incluso asumido como ejemplar por las ganancias que proporciona. Si hay algo que nos ha enseñado esta última crisis son las consecuencias de un sistema de negocios en el que todo vale y de que se permita que las corporaciones más poderosas actúen siguiendo una guía de conducta completamente amoral y ajena a los principios éticos que consideramos imprescindibles para regular civilizadamente la sociedad.
Recordemos una vez más, La crisis inmobiliaria se transformó desde entonces en crisis financiera. Desde su epicentro, Estados Unidos, se propagó rápidamente por el mundo entero por la vía de una opaca estructura financiera fundada en una sobreexposición al riesgo, debido a que los préstamos hipotecarios de alto riesgo habían sido masivamente reagrupados por grupos, junto con otros créditos (préstamos y tarjetas de crédito, de coches, préstamos a las empresas y a los comerciantes, préstamos personales), en nuevos títulos a corto plazo, “respaldados” por esos activos (o “garantizados” por ellos). El mercado en el que se negocian estos créditos se desplomó a partir de 2007 a causa de los numerosos fallos de los préstamos hipotecarios. La afiliación de títulos a activos es una de las múltiples facetas de la titularización generalizada, técnica considerada como una genial innovación de los creadores de montajes financieros que se supone que garantiza el sistema financiero contra el riesgo en un sistema que hace opaca la composición de productos sintéticos que resultan de ello. Estos títulos conocieron un crecimiento espectacular; pasaron de 400 mil millones a 2,5 billones de dólares desde 1995 hasta principios de 2008 Se fueron haciendo cada vez más complejos con la creación de “títulos derivados de títulos” (collateralized debt obligations), es decir, reagrupamientos de amalgamas de títulos diversos, resultado de un doble proceso de titulación cuya opacidad ha contribuido en gran medida a precipitar las dificultades que se fueron
manifestando a partir del verano de 2007. Para protegerse de los riesgos, los poseedores de títulos recurrieron a ese nuevo instrumento que son los “títulos de garantía contra la falta de pago de los prestatarios”, o credit default swaps, particularmente los bancos estadounidenses, acudiendo a ese gigante de los seguros que es el American Interntional Group. De una cifra prácticamente inapreciable registrada en 2001, los credit default swaps conocieron un crecimiento fenomenal que alcanzó la cantidad de 60 billones en 2007 .
De instrumentos de cobertura del riesgo pasaron a ser instrumentos de especulación. En cuanto a la calidad de la cobertura contra el riesgo, se puede juzgar a partir del monumental descalabro del American International Group en septiembre del 2008 y su rescate, por su nacionalización efectiva (adquisición del 80% de su capital por el gobierno de Estados Unidos contra el aporte de 150 mil millones de dólares de fondos). La pretendida garantía contra el riesgo que se pensaba que iba a aportar la titulación, era ficticia como lo ha demostrado el desencadenamiento de la crisis en el verano de 2007. Temiendo un riesgo de fallo de los préstamos hipotecarios de alto riesgo, los poseedores mundiales de títulos respaldados por activos, entre ellos los titulares de papel comercial (billetes de tesorería a muy corto plazo / papel comercial a corto) emitido por sociedades financieras, sucesivamente se fueron absteniendo de renovarlos a su vencimiento. La situación se agravó por la decisión de algunos emisores de congelar sus títulos, rehusando volver a comprarlos a su vencimiento, por falta de liquidez para hacerlo, pues eran incapaces de encontrar nuevos compradores. La crisis de liquidez así creada se fue ampliando a causa de la desconfianza de los bancos, reacios a prestarse unos a otros y celosos de su liquidez por miedo a que les faltase. De ello se siguió una desecación completa del crédito interbancario que constituyó una amenaza directa a la economía real debido al agotamiento de las posibilidades de crédito ofrecidas a las empresas y a los consumidores.
Es decir la especulación supero a la economía real y las consecuencias hoy todos la vivimos, lo difícil está por venir.
Director de Blogs Alternativos en Red *
publicado 08 octubre 2010.
Los mercados financieros son el “talón de Aquiles” de la recuperación y así lo destaca el FMI en su informe publicado hoy, en el cual señala que los avances logrados para restablecer la estabilidad financiera mundial han sufrido un revés en las economías avanzadas dando cuenta que los mercados siguen siendo sensibles a las sorpresas negativas.
Si bien el panorama que presenta el Global Financial Stability Report muestra una mejora gradual de la estabilidad financiera, persisten riesgos considerables como la incertidumbre por el exceso de deuda, el fuerte apalancamiento bancario y la debilidad de la recuperación que han impedido un mayor vigor en la reactivación económica. José Viñals, consejero financiero y director del Departamento de Mercados de Capitales del FMI, dijo que en esta situación “se puede volver rápidamente a un estado de crisis”.
Sin embargo, los riesgos fiscales siguen siendo elevados, sobre todo en las economías avanzadas, donde los balances del sector público tienen deficiencias significativas.
Una Moral en los Negocios
Cuando se habla de la necesidad de que las finanzas asuman principios éticos en el desarrollo de su actividad se suele argumentar generalmente con razones de naturaleza moral. Y es lógico que sea así cuando el negocio bancario, como en general el de las grandes corporaciones de nuestro tiempo, es cada vez más ajeno a principios que el resto de los humanos hemos entendido desde hace ya mucho tiempo que son básicos para evitar que nuestro mundo se
convierta en un infierno anticipado o en un campo de batalla permanente. No voy a decir que se trate de acciones que en todos los demás ámbitos sociales hayan desaparecido, pero lo cierto es que en el mundo de los negocios es en donde yo creo que tienen menos vigencia, si es que en realidad la tienen, principios como los que nos indican que no se puede engañar, ni robar, ni destruir el medio natural que no es nuestro con tal de obtener beneficios monetarios, ni aprovecharse deslealmente de la posición de privilegio, que no se puede buscar el interés propio lesionando el de los demás o que el afán de lucro personal no pueden entenderse como un fin supremo con independencia del daño que pueda provocar a uno mismo o a quienes nos rodean.
Basta con echar un simple vistazo a la historia empresarial y bancaria de los últimos decenios para comprobar que casos como el de Enron, el de las agencias de rating o el de los bancos que han consolidado a los paraísos y el fraude fiscal y difundido activos basura por todo el sistema financiero internacional provocando una crisis económica sin precedentes, por no hablar del modo en que hoy día se regula y se desenvuelve el comercio internacional, no son casos aislados sino un modo de funcionamiento incluso asumido como ejemplar por las ganancias que proporciona. Si hay algo que nos ha enseñado esta última crisis son las consecuencias de un sistema de negocios en el que todo vale y de que se permita que las corporaciones más poderosas actúen siguiendo una guía de conducta completamente amoral y ajena a los principios éticos que consideramos imprescindibles para regular civilizadamente la sociedad.
Recordemos una vez más, La crisis inmobiliaria se transformó desde entonces en crisis financiera. Desde su epicentro, Estados Unidos, se propagó rápidamente por el mundo entero por la vía de una opaca estructura financiera fundada en una sobreexposición al riesgo, debido a que los préstamos hipotecarios de alto riesgo habían sido masivamente reagrupados por grupos, junto con otros créditos (préstamos y tarjetas de crédito, de coches, préstamos a las empresas y a los comerciantes, préstamos personales), en nuevos títulos a corto plazo, “respaldados” por esos activos (o “garantizados” por ellos). El mercado en el que se negocian estos créditos se desplomó a partir de 2007 a causa de los numerosos fallos de los préstamos hipotecarios. La afiliación de títulos a activos es una de las múltiples facetas de la titularización generalizada, técnica considerada como una genial innovación de los creadores de montajes financieros que se supone que garantiza el sistema financiero contra el riesgo en un sistema que hace opaca la composición de productos sintéticos que resultan de ello. Estos títulos conocieron un crecimiento espectacular; pasaron de 400 mil millones a 2,5 billones de dólares desde 1995 hasta principios de 2008 Se fueron haciendo cada vez más complejos con la creación de “títulos derivados de títulos” (collateralized debt obligations), es decir, reagrupamientos de amalgamas de títulos diversos, resultado de un doble proceso de titulación cuya opacidad ha contribuido en gran medida a precipitar las dificultades que se fueron
manifestando a partir del verano de 2007. Para protegerse de los riesgos, los poseedores de títulos recurrieron a ese nuevo instrumento que son los “títulos de garantía contra la falta de pago de los prestatarios”, o credit default swaps, particularmente los bancos estadounidenses, acudiendo a ese gigante de los seguros que es el American Interntional Group. De una cifra prácticamente inapreciable registrada en 2001, los credit default swaps conocieron un crecimiento fenomenal que alcanzó la cantidad de 60 billones en 2007 .
De instrumentos de cobertura del riesgo pasaron a ser instrumentos de especulación. En cuanto a la calidad de la cobertura contra el riesgo, se puede juzgar a partir del monumental descalabro del American International Group en septiembre del 2008 y su rescate, por su nacionalización efectiva (adquisición del 80% de su capital por el gobierno de Estados Unidos contra el aporte de 150 mil millones de dólares de fondos). La pretendida garantía contra el riesgo que se pensaba que iba a aportar la titulación, era ficticia como lo ha demostrado el desencadenamiento de la crisis en el verano de 2007. Temiendo un riesgo de fallo de los préstamos hipotecarios de alto riesgo, los poseedores mundiales de títulos respaldados por activos, entre ellos los titulares de papel comercial (billetes de tesorería a muy corto plazo / papel comercial a corto) emitido por sociedades financieras, sucesivamente se fueron absteniendo de renovarlos a su vencimiento. La situación se agravó por la decisión de algunos emisores de congelar sus títulos, rehusando volver a comprarlos a su vencimiento, por falta de liquidez para hacerlo, pues eran incapaces de encontrar nuevos compradores. La crisis de liquidez así creada se fue ampliando a causa de la desconfianza de los bancos, reacios a prestarse unos a otros y celosos de su liquidez por miedo a que les faltase. De ello se siguió una desecación completa del crédito interbancario que constituyó una amenaza directa a la economía real debido al agotamiento de las posibilidades de crédito ofrecidas a las empresas y a los consumidores.
Es decir la especulación supero a la economía real y las consecuencias hoy todos la vivimos, lo difícil está por venir.
Director de Blogs Alternativos en Red *
publicado 08 octubre 2010.
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